Crisis del Coronavirus

Las floristerías estiman la caída de las ventas en un 80 por ciento

La cuenta de pérdidas en diferentes sectores profesionales no deja de engordar a medida que el confinamiento se prorroga más. Para los encargados de la decoración floral de hogares, eventos y ceremonias se ha ido a la basura una de las épocas de mayor venta anual que engloba la Semana Santa, el Día de la Madre y las comuniones, bodas y bautizos ya cancelados. A pesar de la situación, muchas floristerías se mantienen en pie aunque sea con una reorganización del negocio.

El comercio online, como en la mayoría de negocios, es el que está sacando un poco a flote a estas empresas. “Cuesta creerlo pero son muchas las personas, la mayoría de ellas de un rango de edad entre los 20 y 40 años, que llaman o contactan vía web para pedir que enviemos unas flores a sus padres o abuelos a los que hace mucho tiempo que no ven”, explica una de las socias de la Floristería Iris, Milagros San Miguel. Una modalidad de venta ya vigente antes de la cuarentena, pero poco explotada por parte de los usuarios y que ahora entra fuerte en el negocio.

“Pero no es suficiente. Este tipo de negocio no es sostenible en el tiempo, sobre todo porque nuestra mayor facturación se concentra en la venta de cara al público, es decir, en la tienda física. Ahora, con el comercio online, no llegamos a vender ni un 60 por ciento de lo que es habitual y las ventas han podido caer en un 80 por ciento”, lamenta la florista. Pero las compras no cesan aunque su ritmo no sea el deseado. “De cara a la primavera son muchos los que demandan plantas para interior pero también para decorar terrazas, jardines o balcones. La gente tiene mucho tiempo libre y opta por la jardinería”, añade.

Los aniversarios, defunciones y felicitaciones de cumpleaños son otro de los motivos por el que estos comercios siguen funcionando como ‘esenciales’, “cada día con más pedidos a domicilio, porque las primeras semanas del Estado de Alarma fueron un completo desastre”, apunta desde la Floristería Bambú Pedro Tomás. En su caso, tiró unos 2.500 euros de género perecedero a la basura durante esos primeros días, “cantidad que para un negocio pequeño como este supone una pérdida grande”. Ahora, suele realizar unas cuatro o cinco entregas a domicilio.

Sin embargo, la situación parece remontar y ya comienza a recibir flores y plantas de zonas de producción nacionales, como Chipiona (Cádiz) y regiones de Galicia, así como de intermediarios mayoristas que las compran en Holanda, la principal proveedora de flores a nivel mundial. “Yo por el momento no puedo reanudar la importación desde este país porque no alcanzo el volumen de pedidos mínimo, pero mis proveedores holandeses me comentan que la situación allá es terrible”, señala Tomás.

Para un sector estacional como este, las previsiones a corto plazo no son nada favorables. Con los eventos en fase de ‘hibernación’, principal fuente de ingresos durante la temporada primavera-verano, las floristerías temen lo peor. Además, cuando se produzca la reapertura de sus locales, muchas no saben en qué condiciones lo harán porque “el ahorro en costes va a estar asegurado, lo que podrá desencadenar en una restricción del personal”, considera Tomás, quien tiene a sus dos empleadas acogidas a un ERTE e incide en la importancia de recibir ayudas que suavicen la caída.

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