Crisis del Coronavirus

Juan Devesa, un pescadero “esencial y estratégico en tiempos de crisis”

No solo es un trabajador esencial más, sino que también representa “una figura estratégica junto con el resto de profesionales del sector primario gracias a los cuales el país no se hunde”. La cuarentena, afortunadamente, no ha traído consigo el cese de su negocio, pero sí un incremento de la carga de trabajo mayor que en ocasiones no se corresponde con los beneficios obtenidos. La Pescadería Susana, abierta desde hace más de treinta años al público y con casi 25 de experiencia en el negocio sobre ruedas, recorre cada semana más de una veintena de localidades de la Rioja Alta y Media para proveer de género a sus clientes “de toda la vida”.

Es a ese público en concreto al que realizar favores como desplazamientos puntuales a pueblos fuera del recorrido diario, “no cuesta esfuerzo”, tal como asegura uno de sus dueños, Juan Devesa: “Me suelen llamar o escribir un WhatsApp para que al día siguiente, de camino a otro pueblo, les acerque a su domicilio un pedido que no pudieron comprar antes o para que lleve algún recado a otra casa de algún familiar”. Kilómetros que se suman a los que, de forma habitual, recorre por la geografía riojana para llevar el producto fresco a sus clientes y que, aun sin página web, actúa como comercio online.

“Ahora hay más gente que hace uso de los comercios ambulantes en los pueblos porque mucha es reticente a ir a grandes superficies a realizar la compra por miedo a contagiarse. Además, desde que se decretó el Estado de Alarma, también se ha notado una mayor afluencia de gente en las localidades procedentes de la ciudad”, apunta el pescadero. A ello hay que sumar las peticiones de personas de avanzada edad que “tienen cierto miedo a salir de casa y piden que el pedido le sea llevado a su domicilio”. Ahora más que nunca, Juan se ha convertido en un comerciante indispensable para su clientes rurales.

Sin embargo, también ha visto mermada su clientela en determinados pueblos, como es el caso de Murillo de Río Leza, que han prohibido la actividad ambulante en su territorio, un servicio que previamente el Gobierno regional decidió prohibir como medida de protección frente a la epidemia pero que finalmente dejó a decisión de cada consistorio. “Hay quienes no entienden esa medida restrictiva por motivos de seguridad cuando acudir a un supermercado supone un mayor riesgo que hacer la compra en la plaza del pueblo, donde el nivel de personas es mucho menor”, señala.

En compañía de su mujer Susana, quien habitualmente se encarga de la pescadería física ubicada en San Vicente de la Sonsierra, Juan asegura que su ayuda en la venta ambulante se hace notar considerablemente durante estos días a la hora de afrontar una nueva jornada que, en circunstancias normales, ronda las 12 horas diarias.

Por su parte, el “abastecimiento está más que asegurado gracias a la labor de los pescadores, las lonjas y los distribuidores”, aunque las tendencias de consumo evidencian un miedo a no disponer de género: “La gente parece pensar que no les va a llegar el producto y compran más. Sí que es cierto que de cara al fin de semana se puede apreciar más escasez porque tan solo llegan dos o tres aviones del extranjero por semana pero la comida no va a faltar”.

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