Advirtió hace ya unas semanas la consejera de Salud del Gobierno de La Rioja de que la epidemia del coronavirus tenía “dos velocidades”: una relativa a la contagiosidad del virus y otra que pondría a prueba al sistema asistencial del SERIS.
Hablaba Sara Alba de la presión asistencial que los casos más graves de la enfermedad (en La Rioja la Atención Primaria ha contenido a los más leves en sus hogares) iban a provocar en los hospitales riojanos. Y principalmente en el Hospital San Pedro, ‘nave nodriza’ del Servicio Riojano de Salud y el único centro equipado con Unidad de Cuidados Intensivos.
Y este domingo, los nuevos registros del seguimiento de epidemia vuelven a dejar una cruz (doce fallecidos más) y una cara, protagonizada por la reducción de la presión hospitalaria y, muy especialmente, en la UCI del San Pedro.
Por primera vez en las últimas dos semanas, su ocupación baja de la treintena de pacientes críticos y este domingo son 28 (tres menos que el sábado) las personas ingresadas en sus instalaciones; el mejor registro desde el pasado 28 de marzo. En total, la Unidad dispone de 45 camas destinadas a pacientes con COVID-19.
Junto con el nuevo descenso en el número de casos activos (39 menos en las últimas 24 horas), es un nuevo elemento que invita al optimismo sobre la evolución de la epidemia, si bien el director general de Salud Pública, Enrique Ramalle, advertía este sábado de que en esta ‘fase de meseta’ la evolución de los datos “tendrá dientes de sierra en cuanto al número de casos, hospitalizaciones y fallecidos”.
