La Rioja

El ‘saldo’ de la despoblación rural: una tierra sin cajeros

Sin duda, uno de los retos fundamentales que afronta cualquier dirigente actual es frenar la despoblación que acecha a los pequeños municipios. Los planes de acción contra la ‘España vaciada’, los estudios y las medidas, no son eficaces si al mismo tiempo se producen recortes en servicios básicos que necesitan los vecinos para vivir.

¿De qué sirve invertir cientos de miles de euros en mantener el patrimonio de estos pueblos si van perdiendo día a día la vida en ellos? ¿Para qué pedimos a los turistas que vengan si no pueden ni sacar dinero para tomarse un café en el bar del pueblecito que les ha encantado por sus maravillosos paisajes o sus increíbles ermitas románicas? Son municipios con ganas de salir adelante, pero sin los servicios necesarios para ello. Una tierra, La Rioja, de extraordinaria riqueza pero sin cajeros, por citar un ejemplo de estos bienes necesarios.

Esta semana Galilea se quedaba sin el único cajero que daba servicio a los municipios del valle.  Nuria López, su alcaldesa, lamenta que “ya es la gota que colma un vaso de pérdida habitual de servicios”. A través de un escrito, López relataba que “el pasado 6 de noviembre llegó a nuestro municipio una furgoneta al local donde estaba instalada una oficina de Bankia; oficina que ya no prestaba servicio como tal, ya que hace unos años decidieron que no era rentable y poco a poco han ido quitando al personal que allí trabajaba, dejándonos tan solo con un servicio de Ofibus que viene tres jueves al mes durante una hora. Si necesitas hacer cualquier otra gestión debes acercarte a Ausejo, que es de la oficina que dependemos, a Murillo o a Logroño”.

Y es que un cajero es fundamental para la vida de estos pueblos: “Teníamos constancia de que el cajero era muy utilizado porque además de la gente de Galilea lo utilizaban muchos vecinos del valle”. La respuesta de Bankia a la alcaldesa es que el cajero no es rentable, pero ella no se explica que no se haga más por mantenerlo. “Ni siquiera nos avisaron; vimos la furgoneta, pensábamos que venían a repararlo, porque en verano también se estropeó, y nos encontramos con la sorpresa de que lo quitaban”, explica la alcaldesa.

Dificultades con internet

La banca tiende a derivar todas sus gestiones a los trámites que se realizan por internet. “¡Pero si no tenemos ni una red solvente en estos municipios!”, lamenta Inmaculada desde Ocón, donde apenas se alcanzan los tres megas de ancho de banda: “Si te pones a operar desde el móvil date por apañado, una tablet y un móvil y ya no puedes hacer nada más”.

Otra de las ‘soluciones’ es el Ofibus, que tampoco convence a los vecinos porque “nunca vienen con el mismo horario, así que o estás pendiente o puede que se te pase esa hora semanal para realizar tus trámites”, como explica la alcaldesa de Galilea. “Si hasta las mujeres nos han pedido que pongamos al menos un banco para poder esperar sentadas a que llegue el autobús”, añade. El vehículo llega a la Villa de Ocón a eso de las diez de la mañana, pero también existen impedimentos: “En invierno no puedes hacer que una persona mayor salga a esas horas para sacar dinero”, cuentan desde el municipio.

Los municipios más grandes van por el mismo camino. El alcalde de Tudelilla subraya que “hemos pasado en unos años de tener dos oficinas bancarias y un agente colaborador a que Bankia solo abra un día a la semana y los trámites haya que hacerlos en el Ofibus”. Ibercaja, otra compañía que opera en su pueblo, “ha ido reduciendo personal y horario y ahora solo abren una hora a la semana”, cuenta Raúl Lavega.

Los comercios también lo sufren

Y no solo el vecino es el pagano de todo esto. Los pequeños comercios que sobreviven en estos municipios también sufren las consecuencias de este límite de servicios. “Te viene un proveedor con el que no contabas ese día y a ver cómo le pagas si no tienes dinero; quieren que mantegamos aquí nuestros negocios pero no hacen más que ponernos zancadillas”, cuentan desde uno de los bares de la zona. “Se empeñan en infraestructuras enormes que estarían muy bien si estos servicios mínimos y básicos los tuviésemos cubiertos”, valoran.

Son estas algunas de las cuestiones que los alcaldes de los municipios amenazados por la despoblación piden que se ponga sobre la mesa a la hora de abordar el reto demográfico. Ellos son los que mejor saben cuáles son las necesidades de sus pueblos y cuál es la mejor forma de seguir manteniéndolos vivos. Es urgente y necesario si queremos seguir contando con ellos de cara al futuro.

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