No corren buenos tiempos para el Vaticano, a tenor de las últimas informaciones difundidas sobre las cuentas de la Santa Sede y un escándalo publicado por la revista italiana l’Espresso, en la que le acusa de comprar un edificio de lujo (con 50 apartamentos y un valor de 150 millones de euros) en Londres con donaciones de los feligreses.
Además, el escritor Gianluigi Nuzzi acaba de presentar su último libro, ‘Giudizio Universale’ (‘Juicio Universal’), en el que concluye que el Vaticano está al borde de la quiebra. “Antes, dos euros de cada diez se destinaba a los pobres y ahora solo uno”, asegura el periodista italiano, detallando que casi el 60 % de los fondos de la Santa Sede se destina a los gastos de la curia.
En su libro, además, revela que en la reforma económica del pasado año afloró una contabilidad paralela en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), esto es, en el banco vaticano. Los responsables de esa gestión opaca -siempre desde la investigación de Nuzzi- son “cardenales con cuentas secretas y presuntos testaferros que cubrirían a políticos y empresarios cercanos a la Santa Sede”. El papa Francisco ha podido cerrar estas cuentas, pero los inspectores le han asegurado que “el doble fondo vaticano es prácticamente imposible de eliminar”.
Según la investigación del escritor, la contabilidad ‘B’ del banco vaticano alcanzaría, al menos, los dos millones de euros en las cuentas de cinco cardenales, entre los que se encuentra el riojano Eduardo Martínez Somalo. Nacido en 1927 en Baños de Río Tobía, se ordenó como sacerdote en Roma en 1950 y, desde entonces, no ha dejado de escalar en la estructura jerárquica de la Santa Sede.
Entre las responsabilidades que ha ostentado en el Vaticano destaca su etapa de 14 años (desde 1993 hasta 2007, en los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI) como cardenal camarlengo, es decir, como máximo responsable de la administración de los bienes y los ingresos de la Santa Sede.
