La Rioja

La Rioja ‘descompensada’: el Valle del Ebro crece y la sierra se vacía

El Valle del Ebro crece en población y la sierra se vacía

La Rioja sufre una profunda crisis demográfica. De sus 174 municipios, 134 (tres de cada cuatro) tienen menos de 500 habitantes y, de ellos, 61 pueblos no alcanzan los cien vecinos. Villarroya, con cinco, es el lugar en el que menos gente vive de la comunidad. Al menos, este enclave se lleva el mérito de ser siempre el municipio de España en el que más rápido concluyen las votaciones.

Desde la década de los 70, la región sufre un pronunciado éxodo rural: mientras el Valle del Ebro aglutina todos los recursos humanos y económicos, la sierra languidece año tras año. Según la asociación Serranía Celtibérica, cualquier territorio que tenga una densidad de población menor a ocho habitantes por kilómetro cuadrado es un desierto demográfico. La sierra se sitúa claramente por debajo de esa cifra, con apenas un 3 por ciento de la población total riojana.

Sangría en la montaña, explosión en la zona metropolitana de la capital

En las estribaciones del Sistema Ibérico, la caída demográfica no da respiro. Torrecilla sobre Alesanco perdió a dos de cada tres vecinos entre 1998 y 2018. Según los datos recogidos por la revista ‘Cuaderno de Campo’ y con cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), Jalón de Cameros, Pinillos y Villalobar de Rioja redujeron sus habitantes a la mitad en los últimos veinte años.

Otros núcleos muy importantes en el pasado se vacían en el lapso temporal mencionado. Villar de Torre ha caído un 48,4 por ciento, perdiendo 152 habitantes. Santurdejo ha perdido 98 vecinos (47,3 por ciento). De la misma forma, Bañares se ha dejado un 45,2 por ciento y 193 habitantes. Y en Cornago, el bajón ha sido del 44,9 por ciento, reduciendo el número de vecinos en 260.

Por comarcas, el entorno de Ezcaray ha perdido 262 personas en los últimos 20 años (- 6,7 %). Más acuciado es el asunto en la zona serrana del centro de la región (- 17,5 %) y todavía más en la zona de Enciso (-18,10 %). Por contra, el incremento más espectacular se ha dado en el entorno de Logroño (excluyendo su núcleo urbano), donde vivían 24.012 personas en 1998, frente a 41.276 en 2018. La Rioja Baja (9 %) y La Rioja Alta (1,74 %) también han incrementado su censo en la misma franja temporal. Pero sin duda, la zona metropolitana de la capital se lleva la palma.

Lardero y Villamediana han experimentado un tremendo ‘boom’ poblacional, duplicando y triplicando sus censos, respectivamente, para transformarse de pueblos a ciudades dormitorio. Otros municipios del cinturón de Logroño, como Albelda de Iregua, Navarrete, Fuenmayor o Entrena, registraron alzas de población de entre el 34 y el 56 por ciento en este periodo, en el que la propia capital ha pasado de 125.617 vecinos a 151.113.

Diez años de descenso generalizado

C0incidiendo con la crisis económica que azotó a España, la población comenzó a descender incluso en los principales núcleos urbanos: Calahorra alcanzó un ‘techo’ de 24.897 habitantes en 2011 y ahora cuenta con 23.923. Haro contaba con 12.203 en 2008 y desde entonces, ha experimentado un continuo descenso hasta los 11.309 actuales. Tampoco han podido evitar el descenso Santo Domingo de La Calzada, Nájera o Alfaro.

La única ciudad que resiste es Arnedo, que contaba con 14.289 vecinos en 2008 y diez años más tarde registra 14.815. En el extremo contrario, Cervera del Río Alhama contabilizaba 2.939 habitantes hace diez años, de los que ya solamente quedan 2.298  (casi una cuarta parte menos).

Los datos no mienten y desde las Administraciones se intenta poner remedio a esta fuga demográfica que va camino de convertir a La Rioja en una región menos poblada, más envejecida y más desigual entre sus territorios. La perspectiva del tiempo revelará si es posible compensar la dinámica actual o, al contrario, los pueblos siguen buscando la ciudad como vía directa a la prosperidad.

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