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La UD Logroñés, en busca de un milagro para seguir soñando en Plata

Cuando las miradas se dirigen a un portero en un playoff de ascenso, mal asunto. Es la ingratitud de una posición en el campo predestinada a salir en las fotos más feas del fútbol. Esas en la que los delanteros rivales inyectan de sangre sus miradas y arman la pierna con la peor de las intenciones. Dos únicas opciones: salvación o resignación.

Iván Buigues no tuvo lo que se conoce como un retorno a casa soñado. El meta alicantino volvía a pisar el Rico Pérez con 40.000 ojos sobre su silueta y la presión ambiental no le ha propiciado el protagonismo esperado. Tres veces ha tenido que recoger el balón de la red y, al menos en dos de ellas, su nombre ha quedado señalado a la hora de buscar responsabilidades.

Sorprendió Sergio Rodríguez con la presencia de Paredes en el lateral zurdo blanquirrojo, desplazando a Iñaki a posiciones de ataque. Eso, sumado a la presencia de Marcos André en la punta de lanza, dejaba a las claras que el Logroñés no salía a especular con el rival.

El primero en mostrar sus garras fue el Hércules, con un centro lateral en el que Samuel anticipó en su remate a un dubitativo Buigues, con la fortuna de que el central remató escorado a la izquierda de su portería. Tardó ocho minutos en dar la réplica el cuadro riojano, con un disparo de Rubén Martínez duro y raso desde el exterior del área, pero con la mirilla ligeramente desviada.

Fue el gesto que necesitaban los blanquirrojos para sacudirse el miedo escénico del cuerpo. Sus posesiones comenzaron a ser más largas y su juego comenzó a cobrar sentido, aupado por la profundidad de sus flancos en ataque. Pese a ello, podía más la voluntad que el físico y el duelo se perdió en un carrusel de imprecisiones que mantuvo el cuero alejado de ambas áreas.

En una de esas escasas llegadas locales, Carlos Martínez puso a prueba a Buigues, que despejó de forma heterodoxa un centro desde la derecha de Alfaro, que se sacudió de encima a Paredes en una acción en la que el lateral reclamaba falta. Respondió la UD Logroñés aprovechando Carles Salvador un balón suelto en el área alicantina que intentó ajustar a su palo más lejano. Le faltó algo de arco a ese intento, que presagiaba que el marcador podría cambiar en cualquier momento.

En la recta final del primer tiempo se fue soltando Hércules gracias a la anticipación de sus hombres de banda, que gozaban de más tiempo del deseable para decidir qué hacer con el balón. Dos centros laterales, solventados con un pie de Buigues y un despeje de cabeza de Marcos André, bajaron el ‘soufflé’ de un Rico Pérez en estado de ebullición.

Y llegó la locura

Si lo único que le había faltado al primer tiempo eran los goles, en la reanudación  saltó la UD Logroñés dispuesta a cambiar el panorama de cuajo. En su primera acción ofensiva del segundo tiempo, Iñaki ganó la línea de fondo para poner la pelota donde duele, en el punto de penalti. Por allí apareció Rubén Martínez, cuyo remate encontró a un rival por el camino pero el rechace le cayó a Olaetxea y el vasco no vaciló. Con un pase a la red, el mediapunta puso patas arriba el Rico Pérez y materializó el objetivo que todo técnico pide a su equipo cuando juega una eliminatoria fuera de casa: marcar (0-1, m.47).

Carlos Martínez se iba a encargar de equilibrar las tornas ocho minutos después. A la salida de un córner, Iván Buigues dudó sobre si salir o quedarse clavado, se quedó en tierra de nadie y el mediapunta blanquiazul solo tuvo que acomodar el cuello para enviar el balón a las mallas (1-1, m.56). Si un psicólogo deportivo fue la fórmula elegida por el presidente del Logroñés para enmendar el mal arranque de liga, el guardameta alicantino necesita uno, y de urgencia, para despejar definitivamente sus nervios.

El factor emocional había dado un vuelco en un visto y no visto. De la euforia blanquirroja al despertar del Rico Pérez y los riojanos, achicando balones hasta dar el golpe como encajado. Y en ese cambio de inercia, el jarro de agua fría. Alfaro recibió escorado en el interior del área y disparó raso al palo más próximo a su posición. El del portero. El de un Iván Buigues que no alcanzó a contactar con la pelota y se resignó a recogerla del fondo de la red (2-1, m. 71).

Peor panorama sobrevoló el Rico Pérez cinco minutos después. Olaetxea llegó tarde a tapar un remate de Alfaro dentro del área y acabó derribando al extremo blanquiazul. Penalti que, sin redención para Buigues, Carlos Martínez se encargó de convertir en el 3-1 que sentenciaba el partido y, quién sabe, la eliminatoria. Porque el Hércules, un equipo con apuros a la hora de materializar ocasiones, cobraba una ventaja de dos tantos que invitan a la épica en Las Gaunas.

La renta hizo al Hércules retroceder en su asedio sobre el área blanquirroja, pues un segundo tanto visitante cambiaría -y de qué manera- la eliminatoria. Intentó aprovechar esos metros el Logroñés, que amenazó los dominios de Falcón con un disparo lejano de Andy que se marchó ligeramente alto a cinco minutos del final.

Con todo, poco menos que un milagro tiene que ocurrir el próximo fin de semana en Las Gaunas para que el sueño del ascenso avance hacia su última fase. Lo que tampoco merece la pena olvidar es que los milagros, de tarde en tarde, suceden.

FICHA DEL PARTIDO

Hércules CF: Falcón; Juanjo Nieto, Íñiguez, Samuel, Adrián; Fran Miranda, Diego Benito; Alfaro, Carlos Martínez (Pol Roige, m. 85), Juli (Chechu, m. 58) y Benja (Jona, m. 90).

UD Logroñés: Buigues; Juan Iglesias, Caneda, Bobadilla, Paredes (Pedrito, m.61); Andy Rodríguez, Carles Salvador; Rubén Martínez (Ñoño, m. 74), Olaetxea (Ander Vitoria, m.86), Iñaki y Marcos André.

Goles: 0-1, m.47: Olaetxea; 1-1, m.56: Carlos Martínez; 2-1, m.71: Carlos Martínez.

Árbitro: Alberto González Hernández (Colegio Castellanoleonés). Mostró amarilla a Alfaro y Fran Miranda, del Hércules; y amonestó a Paredes, de la UD Logroñés.

Incidencias: 20.000 espectadores en el José Rico Pérez de Alicante para presenciar la ida de las semifinales del playoff de ascenso a Segunda División. Más de medio millar de hinchas riojanos en las gradas.

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