La Rioja

Entrevista imaginaria al panel electoral ninguneado en Logroño

Todo es posible en una campaña electoral, especialmente cuando quienes tienen que votar son los riojanos. Lo saben todos los líderes nacionales de primera mano. Pedro Sánchez, Pablo Casado, Inés Arrimadas y Adolfo Suárez han entendido la importancia de la figura del espontáneo electoral en La Rioja.

Y en estas, cuando uno piensa que ya lo ha visto todo, el destino se empeña en darle un inesperado giro a los acontecimientos. Este martes, un servidor andaba mirando su móvil mientras paseaba frente al colegio Espartero, en la Avenida de España de Logroño. Y de repente, un susurro: “Pst, pst; usted, pégueme”.

Mirada a lado y lado de la acera sin lograr distinguir ninguna figura humana. Y otra vez esa voz: “pst, usted. Aquí, en el panel. Pégueme un cartel, por favor”. Desvié la mirada hacia esa pareja de tablones desnudos, blancos como debía estar por entonces mi rostro al tomar conciencia de que un panel electoral se estaba dirigiendo a mí.

“Por favor, que llevo aquí casi una semana y ningún partido se digna a colgarme un triste cartel”, me expresaba, con la voz entrecortada. Como pude, le expliqué que la función de un periodista no es pegar carteles sino hacer entrevistas y que eso era todo lo que podía ofrecerle. Tras pensárselo unos segundos, finalmente emitió una respuesta: “Adelante, pregunte lo que quiera”.

– Le reconozco que no sé por dónde empezar. Es la primera vez que entrevisto a un panel electoral.

– Espere, espere. ¿No me va a hacer la entrevista en vídeo?

– Pues la verdad es que lo había pensado pero, siendo usted un tablón, quedaría un poco plano.

– Oiga, tómeselo en serio, que lo estoy pasando muy mal.

– Perdón, perdón; no he podido evitarlo. ¿Dice usted que ningún partido le ha colgado ningún cartel en casi una semana que llevamos en campaña?

– Ni uno solo. Estoy indignado. Algunos vecinos me cuentan que en otros lugares hay tortas por colgarlos, que incluso pegan unos encima de otros, pero aquí nada.

– ¿Y es la primera vez que le ocurre esto?

– Nunca antes me había pasado. En las elecciones generales no daba abasto. Mire, mire, todavía tengo aquí las cicatrices [muestra fragmentos de celo y algún retal de carteles del 28-A].

– ¿Y por qué cree que le ocurre? Algo estará haciendo mal…

-Mire, yo sigo siendo el mismo. Tengo mis dos partes perfectamente diferenciadas: la izquierda para los partidos de izquierdas y la derecha para los partidos de derechas. Pero nada, ni uno. Entiéndame, yo no quiero ser más que ningún otro panel, pero tampoco menos y ya me han contado que hay hasta carteles de candidatos rumanos colgados en la calle. Unos tanto y otros tan poco.

– ¿Puede demostrar esa afirmación?

-Por supuesto que sí. Tome, para que vea que no lo digo por decir. Este cartel es de la calle Santos Ascarza.

-Vaya, pues lleva usted razón. Y cuénteme, ¿tiene alguna preferencia sobre los partidos que pueden colgar sus carteles en sus tablas?

– Lo mismo me da que me da lo mismo. Si además estoy en un lugar ideal para el perfil de varios partidos. Mire, si los de Vox me leen, que tengan en cuenta que estoy en la Avenida de España, ¡de España! [pone especial intensidad en la pronunciación de la ‘s’]. Y si lo ven los del Partido Riojano, este es el colegio ¡Espartero! Pero vamos, a mí como si me ponen un cartel como ese famoso del Trabuco.

– Hasta donde nosotros sabemos, el negro del WhatsApp no se presenta a las elecciones…

– Una broma más y me voy.

– Perdone, no me he podido resistir. Veo, por cierto, que le han pintado un graffiti.

– Al principio me indigné mucho, pero viéndolo con perspectiva, mejor que me hayan pintado una firma a cualquier otra cosa.

– Que digo yo, que a lo mejor se puede entender que al no tener carteles está pidiendo usted el voto en blanco [guiño, guiño].

– Se acabó, mire que se lo advertí. Por favor, circule.

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