Cultura y Sociedad

El viaje de Álvaro: 250 kilómetros en 21 etapas para descubrir los Cameros

La Sierra de Cameros aguarda muchos tesoros y lugares desconocidos para gran parte de los riojanos. Al menos, hasta ahora. ‘El Camino del Iregua’, escrito y editado por Álvaro González, quiere solucionarlo. El libro recoge un viaje a pie de más de 250 kilómetros, por todos los pueblos, aldeas y despoblados de la zona. Su objetivo es dar a conocer la historia, modos de vida, leyendas, flora y fauna y folklore del lugar.

Álvaro González, natural de Torrecilla, conoce perfectamente su tierra. Desde 2003, ha escrito sobre temas muy variados de Cameros: tradiciones y costumbres, manifestaciones culturales, historia, patrimonio, rutas senderistas, recuperación de caminos tradicionales, comunicación institucional o desarrollo rural.

El recorrido comienza en Logroño y abarca 21 etapas, cada cual con su mapa numerado, su track GPS, su perfil de elevación y altigrafía y comentarios apropiados para poder recorrerlas y compartirlas. De esta forma, se pretende que la obra sea una guía sociocultural, histórica y natural del valle.

– ¿Por qué decidió escribir este libro?

– Siempre había querido escribir un libro y ya tenía experiencia escribiendo sobre los Cameros, en la revista ‘El Serradero’. En 2017, tuve cinco meses de impás entre mi actividad laboral, donde pude hacer una recopìlación de experiencias. Soy camerano y es una sierra muy afectada por la despoblación y el envejecimiento de la población. Escribiendo quería unir mi pasión por la escritura y el senderismo; y a la vez apoyar el desarrollo del turismo rural.

– ¿Recorrió todos los pueblos de Cameros o se ciñó solamente al recorrido del río Iregua?

– Lo tuvimos muy claro desde el principio. El camino pasa por todos los pueblos, aldeas y despoblados, entendiendo todos aquellos lugares que, aunque estén deshabitados, sigan teniendo vestigios materiales. Hay algún otro despoblado, pero de él no quedan restos ni piedras ni casas, así que no lo pudimos reflejar. Tampoco es una única ruta, sino que une diferentes tipos de caminos, senderos, pistas, senderos balizados de Cebollera, la vía romana… unimos todo para llegar a muchos sitios. Empezamos en Logroño, pasamos por Alberite, Clavijo, Albelda y Nalda y luego recorremos todo el Camero Nuevo, de Viguera a Lumbreras.

– A lo largo de su viaje, supongo que se encontró con lugares muy curiosos. ¿Cuál le impactó más?

Sí, Cameros es una tierra que, a pesar de su enorme atractivo cultural y natural, es menos conocida fuera e incluso dentro de La Rioja que otras zonas de nuestra región. Ha estado más centrada en la agricultura, la ganadería y ciertas industrias artesanas que en el turismo rural, a diferencia de otras zonas riojanas (vino, dinosaurios, monasterios…). Claro, hay un montón de rincones sorprendentes y maravillosos, de un pueblo a otro, que la mayoría de gente no sabe que están ahí. Desde las etapas en las que subimos a algunas cumbres (como Peña Bajenza, el Horquín o Cerro Buey), hasta otras en las que conoceremos lagunas que aparecen y desaparecen, hornos colgados de las paredes, colmenares tradicionales o las primeras cuevas que se excavaron científicamente en España. Hay muchos secretos por descubrir.

– Parece paradójico este abandono, repasando la importancia histórica, ganadera y textil de la comarca…

– La industria textil de los paños finos, la ganadería y la trashumancia propiciaron un gran desarrollo económico y demográfico de esta zona entre los siglos XIII y XVI. En el XVIII comienza su decadencia por la competencia de otras industrias textiles más desarrolladas y mecanizadas. Y aunque hasta el siglo XX se establecieron otro tipo de industrias, como por ejemplo de fabricación de sillas y muebles, barajas, papel de fumar o chocolates, aparece también el fenómeno de la inmigración a América y a otras zonas riojanas y españolas, y la comarca comienza a vaciarse.

– Los contrastes entre sierra y valle son evidentes, ¿hasta dónde llegan estas diferencias?

– En Cameros, nuestros abuelos muchas veces cuando bajaban a Logroño y decían: «Vamos a La Rioja». Eso habla bastante de la distancia, no tanto geográfica sino emocional. La cultura del vino es muy distinta a la de la sierra, es evidente. Ya no solamente es el carácter, sino la propia infraestructura. Los inviernos en Cameros son muy duros, pero ya no es lo de antes. Hace 20-25 años, muchas zonas no tenían ni siquiera una carretera asfaltada. Ello complica mucho que estos pueblos puedan tener un estilo de vida digno.

Villanueva de Cameros | Foto: RTVE La Rioja

– Un caso extremo: Lumbreras. Considerado el municipio más alto de La Rioja, ¿cómo es la vida en un lugar así?

– En Lumbreras precisamente tenemos su aldea de El Horcajo, que es la población situada a mayor altitud de nuestra Comunidad (1296 msnm). Es evidente que las condiciones climáticas son más extremas y duras que en otros lugares. Pero el Camero Nuevo tiene la suerte de tener menos municipios deshabitados que otras sierras. Desde el año 1923, cuando queda despoblado El Hoyo de Villanueva, sólo han desaparecido las aldeas de Ribavellosa (aunque en su lugar se construyeron una colonia infantil y una residencia de vacaciones) y Pajares (que fue arrasada por la construcción del pantano). Cada vez la población está más envejecida y hay menos posibilidades económicas, aunque es cierto que se mantienen en la zona varias industrias cárnicas, madereras y de embotellado de agua mineral, además de múltiples iniciativas ligadas al sector turístico (hoteles, bares, restaurantes, casas rurales…).

– ¿Y el futuro?

Creo que el futuro, además de al turismo, está ligado a un trabajo más especializado y artesano, familiar y, seguramente, cooperativo. El desarrollo del turismo rural será alto y eso va a propiciar un cambio en la población. Estoy convencido de que todos los municipios van a estar habitados siempre los fines de semana y en épocas turísticas, aunque probablemente algunos llegue un momento en el que estén vacíos entre semana. Es una pena, porque esta sierra no es para el verano, sino para todo el año. Pero no van a quedar despoblados, porque la gente de Cameros tiene mucho amor a su tierra.

Por supuesto, todo irá ligado también a los servicios y a los medios económicos. Ahora mismo, hay muchas protestas en la zona por la escasez de médicos. Imagina una familia con un niño pequeño con el pediatra a 50 kilómetros. Es duro para los que somos de aquí, pero el futuro diario va a estar ligado a zonas donde los servicios existan y sean accesibles. Y en esta tarea, será indispensable la labor de las administraciones públicas. Atajar un problema tan grave como la despoblación rural no es fácil, pero el camino se recorre andando. Hay que poner ya los medios, antes de que sea demasiado tarde.

Cambiando de tercio: ¿cómo valora la fauna y la flora de la zona?

– He concebido el libro como un acompañante. Me he dado cuenta de cosas muy interesantes, como la diferencia de tipos de cultivo de unas zonas a otras por motivos sorprendentes, como el acceso al agua del río. Cuando no había pantanos en el Iregua, sufría de estiaje y los pueblos del curso alto tenían más agua que los del bajo. Eso condiciona el tipo de cultivos. La vegetación también está condicionada por la altura o el clima de la zona. En muchos casos, la vegetación cambia de una ladera a otra.

También quiere recuperar la cultura de la zona, recopilando leyendas, cuentos y canciones populares…

Hay varios autores que se han dedicado desde hace muchos años a la recuperación del folklore de la sierra. Al final tenemos un espacio limitado y hemos podido recoger una pequeña muestra de ello. 600 fotografías, no es todo lo existente, pero sí lo suficiente para poder reflejarlo.

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