La Rioja

Apuesta ganada: se presenta con un chándal del Ejército a una boda

Con determinados amigos hay que tener mucho cuidado con lo que se dice. Especialmente si hablamos de esa expresión compuesta por tres palabras a la que recurrimos para retarnos o para explicar que no te has hecho un huevo frito por la carencia de materia prima.

Porque hay personas para quien la palabra dada tiene más valor que un contrato firmado a sangre ante notario. Y Luis es uno de ellos. Tanto, que este pasado fin de semana no dudó a la hora de plantarse en chándal en la boda de su mejor amigo, al que conoce prácticamente desde la guardería, tan solo porque se había comprometido a ello.

“El novio siempre ha sido pijito, muy de costumbres, y yo soy justamente lo contrario, más vulgar”, explica a NueveCuatroUno, anticipando el motivo que le llevó a plantarse de esa guisa en la ceremonia, celebrada este sábado en la concatedral de La Redonda de Logroño: “Hace años le dije ‘el día que te cases iré en bañador para tocarte los huevos’, pero como se ha casado en noviembre, pues en chándal”.

La cosa quedó ahí, como una bravuconada más entre colegas. Pero Luis seguía en sus trece y se lo fue dejando claro conforme se acercaba la fecha de la boda: “Un mes antes me dijo: ‘Bueno, ¿qué?…..¡Irás en chaqué!’. Y yo le dije que ni loco, que antes iría en chándal”.

Por si su amigo aún mantenía las dudas, en la víspera de la ceremonia Luis le planteó una duda que le venía atormentando desde que le pidieron que fuera uno de los testigos de ceremonia: “No tenía claro con cuál de mis dos mejores chándales acudir, si con el del Manchester City o con el del Ejército”. Y el novio eligió sin dudarlo: el del Ejército. Era una orden…

“Muchacho, qué deportivo vienes”

Llegó el día. Y allí que fue Luis, un tío de palabra, con ese chándal que cualquier hijo de vecino ha tenido en el armario a poco que naciera antes de los 80. Eso sí, con zapatos de piel, porque debajo de su ‘discreto’ look iba ataviado con su traje. “Me vio llegar con el chándal a la catedral y lo primero que hizo fue decirme: ‘Qué huevos tienes’ y llamar al fotógrafo para que nos hiciera una foto”, explica, anticipando que “eso no fue lo mejor”.

“Él creía que me lo iba a quitar para entrar en la iglesia, pero no fue así”, señala. Pero no iba a ser el novio el único sorprendido. Porque en los planes de Luis no entraba que, en su papel de testigo, el sacerdote le invitase a subir al altar durante la ceremonia: “El público se reía y el cura me dijo: ‘Qué deportivo vienes, chico’, según me veía venir”. Los novios apenas pudieron contener la risa, especialmente cuando el sacerdote le dedicó una despedida ‘con girito’: “Claro que sí, ¡viva España!”.

Así que ya sabes, mucho cuidado con lo que apuestas con tus amigos, porque puede acabar convirtiéndose en realidad. Incluso el día de tu boda.

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