Firmas

Corre, que me meo

Logroño es ese lugar donde sus concejales están seis horas debatiendo sobre “el estado de la ciudad” en el mismo edificio en el que un hombre mea en una esquina a las tres de la tarde, a plena luz del día, sin premeditación ni alevosía. Las cervezas que estaba tomando en apetitosas latas calientes le iban a hacer estallar la vejiga y algo tenía que hacer el paisano. Si llego a acelerar el paso, se la veo, pero me dejé los consejos ‘runners’ en el Salón de Plenos junto a mi capacidad de concentración. Ocurrió este martes.

Al mismo tiempo, en la acera de enfrente a la del hombre que meaba en la esquina del Ayuntamiento, otros dos paisanos dormían en sendos bancos acompañados por sus inseparables bricks de vino (en la tierra del Rioja y tal). Nada les importaba a los tres. Nada tenían por delante en su jornada que pudiera perturbar esa parsimonia con la que acompañan todos sus movimientos porque tienen todas sus tareas acabadas. Ninguna. Una suerte. Sólo deben dormir e intentar no caerse de las maderas. Y así, pasar las horas. Otra cerveza. Otro trago de vino.

Miraba con envidia a los dos últimos. “Vaya sitio más cojonudo para dormir. Y al solecito”. Me los imaginaba soñando con cosas bonitas, ajenos a la taladrada a la que habíamos sometido los periodistas desde las nueve de la mañana, disfrutando con sus fantasías como Javier Merino con las suyas para cerrar el debate. Un mago. Un auténtico prestidigitador. Un nigromante. Todavía no sé si su discurso fue tan bueno como para darle un abrazo o tan malo como para darle un abrazo. Mi única certeza es que esta crónica no podrá estar a la altura.

Si quiere un sitio como columnista en NueveCuatroUno, le cedo mi asiento. Va sobrado. Qué manera de gozar. El tío nos contó que, como portavoz del PP y en sintonía con su predisposición al ejercicio físico, nos traía al pleno la figura del hemeródromo griego por lo similar de sus cometidos, aunque los “heraldos de las polis griegas” eran capaces de recorrer más de 200 kilómetros en 24 horas. Sin un día por delante, pero sí con veinte minutos, Merino citó al campeón olímpico checo Emil Zatopek, al velocista Carl Lewis, al malogrado y siempre recordado Steve Prefontaine y a Paulo Coelho (porque siempre lo leía el mejor corredor del mundo, Eliud Kipchoge, antes de acostarse).

Citas aparte, el portavoz popular le explicó a la oposición que la nota desfondada. En una locución con el atletismo como hilo conductor, Merino dijo que cualquier especialista en psicología deportiva podría hacer el símil de la situación de PSOE, Cambia Logroño, Ciudadanos y Partido Riojano con los estados de ánimo que tiene un corredor de fondo cuando se enfrenta a un maratón. Y como no había ninguno en la sala, nos lo contó él: excitación, negación y estado de shock (llega el cansancio como plomo en las zapatillas, las rodillas y los hombros).

“Ahora, por prudencia, y por solidaridad como concejal, me ahorro relatarles las siguientes fases para que no se asusten y decidan antes de sufrir la soledad y la desesperación, tan propias del corredor novel”, comentó con una media sonrisa socarrona de puro goce, por aquello de que todavía quedan casi dos años para las elecciones. Cerró con una invitación: “Queda mucho por hacer, pero somos optimistas: Logroño está en marcha, les animo a que participen en este movimiento. Corran con nosotros”.

La oposición no sé, pero yo sí que me apunto, Javi, aunque no tengo ni zapatillas ni mallas ni reloj que me mida el pulso ni ropa reflectante para dar el cante. Tampoco ganas. En realidad, es que me estoy meando como el paisano de la puerta y sólo tengo ganas de ir al baño. Por este año, ya vale de debatir cómo está la ciudad.

Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.

Ramón Campoamor

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