Firmas

Hollywood a la riojana

No sabemos ni cómo ni cuándo, ni ciento volando, ni ayer ni mañana. Ese deseo de Sabina al pedir que todas las noches sean noches de boda y todas las lunas sean lunas de miel se ha hecho realidad en el Parlamento de La Rioja. Tan pronto intentan nuestros diputados convertir a la comunidad en el nuevo Silicon Valley como intentan cambiar el significado de ‘gitano’ para que la RAE se olvide de definir a esta etnia como ‘trapacera’.

La última ocurrencia ha sido reactivar una Film Comission -entidad destinada a facilitar a los productores audiovisuales nacionales e internacionales toda la información que precisen para la realización de rodajes- que debe haber olvidada en algún cajón del Gobierno, volviendo a asimilar que La Rioja es California porque en las dos regiones hay viñas, llueve poco, se habla español y los policías van en bicicleta.

Visto que Facebook, Google, Netflix, Apple y similares no han cambiado San Francisco por Agoncillo desde la última sesión pese a las facilidades que les íbamos a poner a estas empresas, se le ha ocurrido a Podemos que Logroño bien podía ser como Los Ángeles y Lardero su particular Hollywood. Con la colocación de unas letras grandes y blancas, al fin le encontraríamos una solución al Monte Cantabria más allá de ser un picadero nocturno y lugar idílico para fotografías con ‘like’ fácil para las redes sociales.

Puedes pensar que esta crónica se escribe bajo los efectos de varios estupefacientes, pero nada más lejos. Al menos, de momento. Quién sabe lo que se necesitará para soportar el siguiente Pleno donde no es el redactor el que alucina sino el lector al día siguiente (mención aparte para el nuevo consejero de Educación, Alberto Galiana, debutante en estas lides y que ya se acostumbrará). “En La Rioja no sólo sabemos hacer vino, hay mucho talento”, dijo el diputado de Podemos Germán Cantabrana, defensor (sin ruborizarse ni nada) de esta iniciativa.

Lo peor de todo no es que alguien lleve esta idea en forma de Proposición No de Ley a la Cámara sino que los demás acaban comprándola por ese “buenrollismo” instalado en la política riojana sin mayorías absolutas. ¡Y termina aprobándose aunque con alguna enmienda! Nadie es capaz de plantarse, levantarse y decirle al iluminado de la mañana que para películas ya tenemos las del Parlamento, que, además, abarcan todos los géneros.

La ‘comedia’ fue una constante, no hace falta ni argumentarlo. El ‘romance’ lo protagonizaron los portavoces de los grupos cada vez que debían pactar -premio en esta sesión para Concha Arruga (PP) y Concha Andreu (PSOE)-.

La ‘acción’ fue para Jesús María García (PSOE) al afearle a Ana Carmen Sainz (Podemos) que pontificara en cada intervención y el ‘bélico’ para el presidente, José Ignacio Ceniceros, por llevar a Juan Calvo (Podemos) a las viejas barricadas “que tanto le gustan”. La ‘intriga’ la forman desde hace semanas Raúl Díaz (PSOE) y el multiconsejero Conrado Escobar con su “trama palaciega”, mientras que el género de ‘aventuras’ es cosa de Tomás Martínez Flaño (Ciudadanos).

Se ha erigido este último diputado naranja como el más sensato de los 33. Tras salir al atril en el último Pleno y decir a viva voz que allí ni Dios hace caso a lo que se dice, este jueves volvió a dejar verdades como puños en su intervención: “Es mejor hacer un paseo de San Millán a Nájera que de Nájera a San Millán porque es cuesta abajo”. Plas, plas, plas. Y además, ha cambiado el boli que antes intentaba doblar con la mente mientras los demás hablaban por una regla flexible que puede moldear a su antojo y así quitar el estrés. Genio.

Volviendo a los géneros cinematográficos que vivimos en las sesiones parlamentarias, envueltas todas en un halo de ‘drama’ con tintes de ‘cine negro’, el gran desconocido es el género de ‘terror’. Ese no está en el antiguo Convento de la Merced sino enfrente, en lo que también se conoce como Parlamento, pero es un bar. Allí se vive la angustia y el miedo… a la hora de pagar. Unos tuvieron suerte y fueron invitados por el ex presidente Pedro Sanz, fueran del partido que fueran. A otros les tocó aflojar la cartera al estar al lado de la barra cuando los demás pedían y acabaron pagando una ronda que ni en una boda porque justo era la hora de almorzar, del gusanillo en el estómago. Allí se apuntaron populares, socialistas, periodistas, naranjas… Nadie sabía ni cómo ni cuándo, ni ciento volando, ni ayer ni mañana. Pobre marqués.

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