El riojano Javier Murillo, cabo del CEIS-Rioja, partió el pasado día 17 hacia la isla de Lesbos (Grecia), donde se encuentra en la actualidad ayudando en labores de salvamento de los incontables refugiados que cada día llegan hasta sus costas huyendo del horror de la guerra. Ha viajado en calidad de voluntario en un contingente enviado por la ONG Proem Aid y experiencia no le falta. Es nadador de rescate, técnico en emergencias médicas y ha realizado cursillos sobre catástrofes con numerosas víctimas y rescates en ríos e inundaciones. Es un experto.
Un nuevo equipo sale hacia #Lesbos para hacer relevo. ¡Buen viaje! pic.twitter.com/o4oMPMvnKU
— ProemAID (@proemaid) February 17, 2016
Nada más llegar a la isla (dos equipos de tres personas y un satélite) fueron directos a por sus equipos y comenzaron a trabajar, le cuenta a través de whatsapp a NueveCuatroUno: «Skype no funciona muy bien aquí y hay mucho ruido para hablar por teléfono». No había tiempo que perder porque el goteo de botes no cesa. «Cuando más se trabaja es a partir de las cuatro de la madrugada, aunque llegan constantemente. Hacemos turnos de trabajo con un equipo en la costa y otro con la embarcación, pero lo cierto es que estamos más en la costa porque llegan muchos botes y el motor de nuestra embarcación se ha estropeado», comenta.
Nada más comienza a relatar su pequeña aventura en la que lleva apenas una semana enfrascado, dos detalles se elevan por encima del resto. «Dormir es un lujo y rondamos las tres horas de sueño diario», afirma, para señalar que en esas embarcaciones en las que miles de personas se juegan la vida viajan «muchísimos niños y bebés de días». «Es sobrecogedor ver a los bebés de noche empapados con un frío increíble y todos apelotonados en los botes. No se puede explicar con palabras».
– ¿Qué hacéis entonces?
– Cuando llegan los botes, se recepcionan en la costa y allí son atendidos por varios equipos médicos, sanitarios, nadadores de rescate como nosotros, voluntarios con mantas y ropa para que se cambien… si el bote tiene problemas, salimos en su búsqueda y lo remolcamos hasta la orilla, donde bajamos a todos en brazos para procurar que se mojen lo menos posible. Vienen con lo puesto. Es invierno e imagínate estar en la calle mojado.
Una vez a salvo (lo de sanos ya es otro cantar), es ACNUR quien se encarga de recogerlos en autobuses para repartirlos por los campos de refugiados. Al menos, están en tierra firme.
– ¿Cuál es ahora mismo la principal necesidad?
– La mayor necesidad es que Europa se deje de chorradas y empiece a hacer algo.
Esa es la primera frase que le viene a la mente a quien está viendo el horror de cerca. Que los gobiernos de la Unión Europea se pongan las pilas. Ellos hacen su trabajo, otros no. O al menos así lo ven desde Lesbos. En el terreno más realista, este bombero nacido en Santo Domingo de la Calzada señala que lo prioritario es conseguir dinero porque con ello llega el resto: «Zapatos, calcetines, mantas, comida para los campamentos, etc».
– ¿Qué es lo que más te ha sorprendido en estos primeros días?
– La cantidad de niños que vienen y cómo sus padres arriesgan la vida de su familia para cruzar. Cómo los engañan y roban las mafias y el futuro tan negro que espera a toda esta gente que vienen con toda su vida en una bolsa de basura. El billete mas barato ronda los 800 dólares (cuando hay mala mar y de noche), pero por el día son 1.800 dólares. Una familia nos comentó el otro día que pagó 13.000 dólares por un viaje de siete personas.
– Hablando de familia, ¿qué piensa la tuya sobre esto?
– Mi familia esta muy preocupada y es normal. Tengo dos hijas pequeñas. Pero pienso que mañana esto nos puede pasar a nosotros y tiemblo, créeme.
– ¿Podéis hablar con los refugiados? ¿Qué os cuentan?
– Con algunos, pero la mayoría no sabe inglés. Créeme que aunque no hables con ellos se crea un vínculo muy especial en diez segundos.
Y aprovecha entonces Javier Murillo, Javi para sus compañeros del CEIS-RIOJA, para enviar una foto que saca una sonrisa al momento. Dos sonrisas en mitad de una tragedia al llegar a un punto y seguido del viaje. Porque el periplo para los que pretenden cruzar el viejo continente ni mucho menos termina ahí.
El mejor momento hasta la fecha lo tiene claro: «La otra noche fue una locura. Venían muchos botes y los refugiados llegaban muy nerviosos. Llegaron dos seguidos, uno con muchos niños, y cuando llegaron se pusieron nerviosos y empezaron a apretar. Aplastaron a varios niños, saqué a uno en parada cardíaca y se le hizo la respiración cardiopulmonar durante diez min (aproximadamente). Hoy nos han dicho que el niño evoluciona bien y que está en Atenas en el hospital. Era un niño de la edad de mi hija: cuatro años».
– ¿Crees que esta experiencia te cambiará la vida?
– Ya la ha cambiado y llevo sólo cinco días.
Para terminar, Javier Murillo pide un favor. «Lo que sí te pido es que le des máxima difusión al número de cuenta de la asociación porque necesitamos dinero para seguir trabajando aquí». Faltaría más. Ahí va: ES49 1491 0001 2021 7549 1022. Y el enlace a la página de la ONG desde donde se puede echar una mano.
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