Las fiestas de San Mateo van en caída libre. Cuesta abajo y sin frenos. De mal en peor. El Ayuntamiento de Logroño, por fin, ha conseguido poner de acuerdo a todos sus ciudadanos en un mismo tema. Absoluta unanimidad en que vamos a vivir las peores fiestas de la historia. La desaparición del ‘Espacio Peñas’, que ya se venía barruntando en los últimos días, es la puntilla a unas celebraciones que tienen en la playa de finales de septiembre o en ese destino pendiente sus mejores opciones para desconectar de la rutina. Enhorabuena a las agencias de viajes. Ni grandes conciertos ni grandes atractivos para una capital de provincia que decidió dinamitar sus fiestas el día que se creyó ciudad y no pueblo.
El cúmulo de despropósitos en la organización de San Mateo 2024 (veremos cómo se desarrolla la huelga convocada por el servicio de limpieza) comenzó con el horario del cohete: día laborable y escolar a la una de la tarde. ¿Qué problema hay en comenzar a media tarde con los deberes ya cumplidos y agendas despejadas para dedicarse al disfrute? Sólo en el número de horas para que la hostelería haga caja puede encontrarse la razón, como si las fiestas tuvieran que enfocarse única y exclusivamente en el negocio de bares, pubs y discotecas. Y así vuelan los años. Las vueltas que da la vida.
Como ya pasó en años anteriores, la Federación de Casas Regionales no dispondrá de su histórico espacio en la Glorieta del Doctor Zubía donde degustar productos de otras partes del país camino de un concierto o los fuegos (por buscar una excusa concreta en este sitio de paso, parada y fonda). Otro clavo más en el ataúd, unido a que sólo habrá tres días de pirotecnia (lunes, martes y miércoles) cuando son siempre los espectáculos que más personas congregan de todas las fiestas. La apuesta por los drones (dos días en doble sesión) es, cuanto menos, discutible en cuanto a nivel de atractivo.
Los «grandes conciertos» han sido reducidos a dos noches con La Guardia y La La Love You debido a una fórmula de contratación que quedó obsoleta hace lustros y que ninguna corporación ha cambiado pese a las críticas. Por desgracia para los logroñeses, en este ámbito ya no se llevan sorpresas porque se han acostumbrado con el paso de los años a ser una ciudad de tercera categoría en el aspecto musical. Si quieres buenas actuaciones, los festivales de verano o las ciudades cercanas son una opción mejor que las fiestas de San Mateo (ponemos una velita aquí a la cita con El Robe en la plaza de toros el finde previo).
Y es ahí donde el ‘Espacio Peñas’ se había erigido como una alternativa de calidad para el disfrute de todos, un recinto grande con Porretas, En Tol Sarmiento o La Pegatina (conciertos de 2023) para llenar el vacío musical del centro. No habrá en 2024 por la falta de entendimiento entre el Ayuntamiento, las peñas y los promotores debido a la improvisación en la fórmula para ‘levantar’ un espacio que estaba llamado a convertirse en el centro del jolgorio juvenil para llenar unas noches festivas que ya se prevén muertas entre semana. Se fía todo a los dos ‘findes’ como si eso no pudiera organizarse en cualquier otra época del año con mejor astro y el mismo tiempo libre de los logroñeses. Así, al llegar el lunes, bienaventurados aquellos que cogen vacaciones (no hay cole un par de semanas después de empezar las clases) o que se centran en el trabajo como escape a la desidia organizativa.
San Mateo volverá a tener filas en sus más de setenta degustaciones, únicas actividades que parecen saber desarrollar los colectivos de la ciudad como forma de festejar la vendimia. Porque ni hablemos del acto institucional del Pisado de la Uva (totalmente alejado del ciudadano), el Pisado Popular (sólo cercano para los colectivos que participan) o el recuperado pregón para beneplácito del pequeño Logroño del poder. Las calderetas de Gonzalo de Berceo y la exaltación de chuletillas en Avenida de Colón son el único oasis festivo (las ferias de toros y pelota tienen su propio mecanismo), donde los logroñeses recuperan su esencia riojana. Cuadrilla, vino y alegría alrededor de una mesa en la que compartir lo más valioso que tenemos: el tiempo.
Porque cabe recordar que las fiestas son por y para la gente. La gente las hace, la gente las disfruta. Al fin y al cabo, no son más que una excusa para salir a la calle dejando a un lado las preocupaciones del día a día. Para echar el freno a los quehaceres y estar con el vecino en un ambiente diferente al del resto del año como si nada más importara por un rato. Y eso, señores del Ayuntamiento, sólo se consigue dándole una vuelta al concepto de fiestas que desde hace un tiempo está instalado en la cabeza de los logroñeses, trabajando con tiempo y previsión, aumentando el estancado presupuesto, actualizando las fórmulas de contratación y apartando los intereses empresariales del interés general.
Toca recuperar los chamizos (tanto los de las peñas como los ciudadanos), el zurracapote de las cuadrillas y el almuerzo propio con mesas en la calle. Toca recuperar San Mateo, aunque seguro que no será este año. Ojalá que el desastre de 2024 sirva como impulso para 2025, por mucho que el balance institucional a posteriori vuelva a sacar pecho con la cantidad de actos celebrados y la buena nota autoimpuesta.
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