Salud

Salud mental juvenil: “Ya no se puede mirar para otro lado”

Los datos son alarmantes. Lo reconocen las autoridades sanitarias, los profesionales y las organizaciones humanitarias. Cada vez hay más menores que no encuentran otra solución a sus problemas que quitarse la vida. El suicidio es ya la primera causa de fallecimiento entres los más jóvenes. Una situación que se produce desde hace años pero a la que parece no quererla mirar de frente.  En los últimos cinco años, ocho menores de 30 años se han quitado la vida en La Rioja, conforman el seis por ciento de los que lo hicieron a lo largo del último lustro en la región en una tendencia que es claramente ascendente.

Para Carlos Piserra, subdirector de Salud Mental del Servicio Riojano de Salud, “los datos entre los más jóvenes son preocupantes por los suicidios consumados, pero sobre todo por los intentos que tenemos a lo largo del año y por las autolesiones que están llegando al hospital”. Los datos riojanos son similares a los de toda España. Preocupan por las consecuencias que afectan a todo el entorno de las víctimas, pero también por las causas. “Nuestros chavales están sufriendo”.  Pone los pelos de punta pensar que el 3,2 por ciento de los jóvenes riojanos entre 12 y 18 años han manifestado haber intentado quitarse la vida alguna vez en el estudio hecho entre ellos por la Universidad de La Rioja.

“Hemos observado una ligera subida tras la pandemia pero es algo que ya veíamos venir desde antes”, y asegura que los grupos en los que se produce una progresión en los últimos años son los jóvenes, los mayores y las mujeres. En La Rioja, como prácticamente en todo el territorio nacional, uno de cada tres suicidios está protagonizado por mujeres, aunque “ellas están muy por encima en los intentos autolíticos”.

Las cifras indican que la proporción de hombres que se quitan la vida es notablemente mayor que la de mujeres: el triple. No obstante, en 2020, el año que estalló la pandemia, se constató una igualación de estas tasas (casi un hombre fallecido por mujer fallecida) en adolescentes de 12 a 18 años. Además, los intentos de suicidio entre ellas es mucho mayor.

Para esas situaciones el hospital San Pedro siempre cuenta con un psiquiatra de guardia. “Él es quien toma la decisión de ingresar o no a la persona que ha intentado quitarse la vida, puede haber ingreso o no pero lo que no falta es un seguimiento cercano y continuo”, comenta Piserra incidiendo en que el principal objetivo es “trabajar en esa situación de sufrimiento que están viviendo”.

Falta de profesionales

Liderado por Magdalena Pérez (Teléfono de la Esperanza) existe un grupo en el que profesionales de diferentes ámbitos intentan promocionar la salud mental y, sobre todo, trabajar en la prevención del suicidio. “Es un equipo multidisciplinar que va más allá de personal sanitario y que trabaja con cada una de las personas para ver de dónde viene ese sufrimiento”.

Y es que “la prevención es una tarea de todos y hay que verlo desde el punto de vista de la colaboración”, destaca Piserra ,sin dejar, e reconocer que “existe un problema general de falta de profesionales de la salud mental, pero se está dando en todas las comunidades”. Para él, “la solución a corto plazo es coordinar lo que tenemos mucho mejor y seguir trabajando para que entre gente nueva”, y celebra que el próximo mes entre una personas más en el departamento de Salud Mental  del SERIS. “Podemos mejorar mucho la asistencia con esa coordinación como medida a corto plazo”.

Pero ¿qué está pasando entre nuestros jóvenes para que las tasas de suicidio sean cada vez mayores? No hay una única causa, es un problema multifactorial y “la solución está en cualquier lugar: en las casas, en las aulas, en la sociedad en general”. Así, asegura que se está trabajando en Educación desde los colegios y que hay que hacer más hincapié en la gerotopsiquiatría porque entre los mayores los números también son muy altos: “La soledad está en la mayoría de estos casos”.

En La Rioja los datos son preocupantes. En el estudio liderado por el profesor de la UR Eduardo Fonseca, el 11,1 por ciento de los jóvenes manifestó síntomas de ansiedad de gravedad y el 11 por ciento presentó conjuntamente síntomas de depresión y de ansiedad de tipo moderado-grave.

En los últimos cinco años 142 personas en la comunidad se han quitado la vida (una media de casi 30 al año). De ellos, ocho han sido jóvenes de menos de 30 años con un aumento exponencial ya que cinco de ellos han sido en los dos últimos años.

Pioneros en España

Para prevenir estas situaciones, nuestra comunidad ha sido pionera en un proyecto liderado por la Universidad de La Rioja basado en evidencias científicas que tiene como objetivo desarrollar una óptima gestión de los recursos sociosanitarios y la implementación de programas de bienestar psicológico y salud mental en contextos educativos. El estudio va a permitir diseñar las intervenciones necesarias para que “los chicos y chicas con problemas mejoren su estado, así como su rendimiento académico”.

Frente a los datos que radiografían las dificultades de ajuste emocional entre los adolescentes de La Rioja, “la otra cara” que aporta el estudio refleja cómo la mayoría de los jóvenes están “satisfechos con su vida”, manifiestan “una alta calidad de vida subjetiva” y se sienten que “pertenecen a su centro educativo y que sus profesores les apoyan”.

Para Eduardo Fonseca “la única solución al problema es hablar de él”, ya que los problemas psicológicos en adolescentes, como la ansiedad y la depresión, generan un impacto a nivel familiar, educativo, sanitario y social. “Es una realidad que ya no se puede ocultar más. Ya no se puede continuar mirando para otro lado. Se hace necesario responder a este desafío mediante el estudio de la salud mental y la implementación de estrategias para la promoción del bienestar psicológico y la prevención de los problemas de salud mental en jóvenes”.

Es el segundo año que el proyecto ‘Positivamente’ se implanta en La Rioja. “Las causas de estos problemas de salud mental entre nuestros jóvenes son muy complejos”. Hay problemas sociales, familiares, con las redes sociales, momentos que están viviendo en el instituto, confusión, soledad. “En la mayoría de las ocasiones confluyen múltiples causas”, explica Fonseca.

Así, desde 2016 se está trabajando en un proyecto pionero en España para la prevención del suicidio entre adolescentes. “Aquellos alumnos que han pasado por él han reducido sus problemas, especialmente entre las chicas”.

El proyecto educativo cuenta con cinco sesiones en las que se trabajan diferentes aspectos con los chavales. La primera sesión consiste en reducir el estigma ligado a la salud mental: “Hay que hablar de ello, tienen que aprender a hacerlo”. En las siguientes sesiones se trabaja el autocontrol, la resolución de conflictos, las habilidades sociales… “En la última sesión se trabaja como identificar señales de alarma y cómo actuar en esos casos”.

Lo importante del proyecto es que está avalado por la ciencia. “Se trata de dotar de herramientas a los chavales, mejorar entre ellos la visión de la salud mental, que sepan regular sus emociones, que aprendan a escuchar de forma activa”. No es sólo cuestión de mejorar su situación durante la adolescencia si no que además con el trabajo se mejoran también posibles problemas de su futuro adulto, de su entorno familiar…

“No es que estos chavales después de pasar por el proyecto no vayan a tener problemas, el objetivo central es que sepan identificarlos y afrontarlos de una mejor manera”. Identificar sus propios factores de riesgo pero también los de los demás, “porque hay un porcentaje de chavales que se nos está escapando”.

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