Agricultura

La falta de temporeros lastra una campaña de la fruta con sensaciones positivas

La falta de temporeros lastra una campaña de la fruta que llega con sensaciones positivas

La recogida de las cerezas ha dado el pistoletazo de salida a las campañas de fruta que se sucederán en la región durante los próximos meses de verano. Paraguayos, albaricoques, melocotones, nectarinas, ciruelas, manzanas, peras… Las frutas de hueso y pepita van cogiendo color y ultiman sus últimas fases de desarrollo después de los ‘aclareos’ que se han realizado previamente en campo y antes de pasar a las barcas y cestos.

La temporada frutícola de este año, en términos generales, se ha desarrollado en tiempo y forma, con una buena floración y cuajado, por lo que se espera una “cosecha completa y de muy buena calidad”. Así lo remarca Eva Lafraya, presidenta de la DOP Peras de Rincón de Soto y agricultora afincada en esta localidad socia de la SAT Valle de Rincón. Por tipos, asegura que “la fruta de hueso va a traer mucha producción, mientras que la de pepita tiene muy buena pinta y es muy probable que sea año de buen tamaño”. Nada que ver, recuerda, con la estampa del año pasado donde la preocupación se respiraba en cada finca de frutales con las restricciones al riego. “Este año ha llovido lo suficiente, aunque las lluvias hayan fastidiado un poco a las primeras cerezas y la piedra que cayó al principio tocó un poco la fruta”.

Los paraguayos, que ya tienen unos buenos niveles de azúcar, serán de los primeros en recogerse para finales de junio y principios de julio junto a alguna variedad de albaricoque. Después vendrán las nectarinas, melocotones, ciruelas, peras y manzanas, con variedades cuya recolección se puede prolongar más allá del verano.

En Calahorra, Diego Lorente recorre estos días sus fincas de frutales vigilante antes de comenzar la campaña. Tiene de hueso y también de pepita y para todos ellos prevé una buena producción, aunque lo que más le preocupa es el fuego bacteriano en sus árboles de pera conferencia. La incidencia es evidente, incluso más que el año pasado. “Se han dado las condiciones idóneas para su proliferación, que es la humedad y las temperaturas cálidas. El pasado otoño fue de gran infección y este año en el momento de la floración ha habido humedad, por lo que ha habido que hacer varios tratamientos preventivos. Se trata de eliminar los primeros síntomas de la enfermedad que se aprecian en los brotes, ya que no hay tratamientos curativo, porque si no puede afectar al árbol por completo e incluso llegar a tener que arrancar toda la finca si se ha extendido”, explica este joven fruticultor.

Otro de los problemas que mantienen en vilo a los productores es la falta de mano de obra, que vuelve a ponerse de manifiesto un nuevo año para el que es el segundo sector en importancia que más volumen de temporeros mueve en La Rioja, por detrás del viñedo, y especialmente en la mitad oriental de la región. Lorente incide en que no tiene cubierta la campaña y que necesitaría más personal, especialmente en la recolección de las peras. Lafraya, por su parte, reconoce que “cada año la cosa va a peor, llegando al punto de que algunas cerezas de variedades tempranas se han perdido por falta de gente que las recogiera”. Aunque se corrige a sí misma: “Bueno, sí hay gente, el problema es que falta mano de obra que quiera trabajar y que, además, esté cualificada para ello. El Ayuntamiento de Rincón cuenta con una bolsa de trabajo para que se apunten temporeros, pero el año pasado tan solo se apuntó una persona”.

“Tampoco podemos coger a cualquier desempleado porque hay agricultores que necesitan a gente para unos pocos días y no pueden dedicar parte de ese tiempo a formarla”, añade. El año pasado, el consistorio riojabajeño registró más de 700 contrataciones en su oficina para las diferentes campañas de la fruta, sin contar las que algunos productores hicieron por cuenta propia. Pero no fueron suficientes. “Tuvimos que alargar unos tres días más la campaña porque no había gente y preveo que este año va a ser una campaña complicada en ese sentido”.

Un problema que se agrava con cada año que transcurre porque los temporeros que llegan a los pueblos riojanos cada vez son menos numerosos. Antes llegaban en cuadrillas y ahora lo hacen a cuentagotas y de manera más aislada. Una realidad que también se ve motivada por la temporalidad de estos contratos que cubren campañas cortas. Desde sindicatos como la UAGR-COAG también facilitan una bolsa de empleo para que los trabajadores se apunte, “pero cada vez son menos”, por lo que intentan reubicar a cuadrillas fijas una vez han acabado con los agricultores de siempre para cubrir la demanda que existe.

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