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Leyendas blanquirrojas: “¡Aúpa, Logroñés!”

Rubén Martínez, Miguel Santos y Jon Errasti viajan a través del recuerdo para explicar el éxito social de la entidad blanquirroja

La ciudad del nunca jamás se encuentra en medio de una catarsis colectiva que ha provocado un movimiento social inesperado en la búsqueda de un ascenso deportivo que no deja de ser relativo, porque se trata de volver al lugar del que nunca se debió caer -en una visión muy reducida de una cuestión mayor-. 14.000 personas se darán cita este domingo en Las Gaunas. Será entonces cuando el fútbol español mire hacia Logroño sorprendido de lo que está ocurriendo. Los amantes de este deporte se preguntarán cómo es posible que tanta gente se reúna en un mismo espacio, pagando una entrada, para ver un Logroñés-Marbella. Es una de esas historias que los puristas de este deporte gustan de destacar en sus redes sociales.

Porque en la ciudad del nunca jamás se ha generado un proceso de ilusión inesperado, que le situará en un espacio destacado cuando se quiere incidir en la salud social que sigue teniendo el fútbol. Grandes aficiones que brillan especialmente en categorías inferiores, demostrando que el deporte rey no entiende de divisiones y sí de sentimientos: pasión, amor, fidelidad, compromiso. Pertenencia a unos colores por encima de los rivales que visitan el estadio.

En la ciudad del nunca jamás conviene establecer una auditoría al corazón para comprender cómo se ha llegado a la situación de un lleno inesperado. La presencia masiva de espectadores este domingo solo puede significar una cosa. Los riojanos quieren fútbol y han elegido Unión Deportiva Logroñés. “Estamos hablando de una victoria social bastante importante”, explica Miguel Santos, ex futbolista del club blanquirrojo, que se muestra “sorprendido” por la reacción de los aficionados. “La gente conectó con el equipo en la temporada previa al ascenso, creció de forma notable en 2019, y luego conectó con el equipo cuando, en medio de la pandemia, veían cómo peleábamos contra grandes equipos en Segunda División sin la posibilidad de contar con nuestros aficionados. Mucha gente se acercó al equipo a través de la televisión y por lo visto sigue ahí”. Así lo entiende Jon Errasti, otra de las leyendas en la corta historia de la UD Logroñés. “El club está haciendo las cosas muy bien, a pesar del descenso. Cuenta con una Ciudad Deportiva que no tienen muchos equipos de Segunda División, y más pronto que tarde estará en el lugar que le corresponde”, señala Rubén Martínez, otros de esos jugadores que han dejado huella en el club y en los aficionados.

Ascenso en La Rosaleda | Foto: UD Logroñés

Miguel Santos, Jon Errasti, Rubén Martínez… referentes en la historia de la UD Logroñés, que participaron en el ascenso, en soledad, en La Rosaleda, y que siguen vinculados, física o emocionalmente, con la capital riojana. Cuatro años después son los responsables de esta auditoría al sentimiento blanquirrojo para comprender la evolución de este club en sus primeros quince años de historia. Porque Jon Errasti y Rubén Martínez llegaron a jugar en Segunda con el equipo riojano aunque no lograron la permanencia. “Ese descenso, en lo personal, para mí, fue una cuchillada que aún llevo clavada”. Jon Errasti no olvida “cómo lloramos con la gente que estaba fuera de Las Gaunas tras esa derrota contra Las Palmas. En Logroño sigue estando un pedacito de mi corazón”. Porque en la ciudad del nunca jamás en materia futbolística, tanto el ascenso como esa primera experiencia en Segunda veinte años después se celebró con los estadios vacíos, sin la afición al lado de su equipo. Logroño, la ciudad del nunca jamás.

“Nos hubiera costado, pero estoy convencido de que con nuestros seguidores, en nuestro estadio, con Las Gaunas llenas, habríamos tenido más opciones de permanencia en esa última jornada de liga”. Así lo expresa Rubén Martínez. Leo, su hijo, nació en Logroño, es un riojano más. Rubén Martínez nunca ha estado tanto tiempo en un club, “y para mí el Logroñés fue un punto de inflexión en mi carrera”. Rubén llegó en un mercado de invierno, de la mano de Carlos Pouso. Y en tres temporadas y media le dio tiempo para “jugar dos playoffs de ascenso cuando aún no había conseguido ninguno, y para celebrar un ascenso a Segunda, que hasta entonces, lógicamente, tampoco había logrado. Y para jugar en Segunda, que tampoco lo había hecho”. A Rubén Martínez, la UD Logroñés le mejoró la vida, y él se la mejoró a la UD Logroñés.

“No es que siga de reojo lo que hace el equipo y el club, es que lo sigo muy de cerca”, apunta el extremo de Mahón. “Es una burrada la respuesta de la afición. Es que en horas se agotó el fondo sur, y en menos de un día se habían vendido 5.000 entradas”, datos que indican lo pendiente que está de lo que ocurre en la tierra del nunca jamás. Rubén Martínez, Jon Errasti y Miguel Santos, tres leyendas en la corta historia de la UD Logroñés que conectan puntos, que viajan cuatro años adelante y atrás en el tiempo para auditar lo que está pasando esta semana en Logroño partiendo de lo ocurrido en La Rosaleda. “Lloré por no poder festejar ese ascenso con la familia, los amigos y los aficionados”, recuerda Rubén Martínez. “Ese día fuimos muy felices, e hicimos a mucha gente feliz, pero ese día también faltaron muchos abrazos”, explica Jon Errasti. “Ese ascenso fue el día más importante en mi carrera, fue el punto álgido de mi trayectoria, pero tengo una gran espina clavada porque no tenemos ninguna de esas imágenes que todos soñábamos y por las que tanto habíamos peleado años anteriores”. Se refiere Miguel Santos a ver Las Gaunas llenas en la final por el ascenso, a las fotos en la Fuente Murrieta, a la celebración por las calles de Logroño, “por eso la gente está ahora tan ilusionada”.

Conecta Miguel Santos el ahora como el ayer, en un salto de cuatro años en la tierra del nunca jamás. Esto puede ser lo que fue sin serlo del todo lo ocurrido hace cuatro años. Así se escribe la historia del fútbol riojano, con renglones torcidos. Santos, Errasti y Rubén Martínez siguen notando aquella extraña soledad de La Rosaleda, aquel ascenso en la distancia, a puerta cerrada… “Es normal que el club siga afectado por aquello”, indica Santos. “Trabajó mucho para conseguirlo, y tuvo el premio deportivo que buscaba pero sin poder disfrutar de las consecuencias sociales de un hito tan importante”, analiza Errasti. “”Sufrir sin poder luego disfrutar del éxito obtenido, sin poder ver a sus aficionados en el estadio en Segunda, eso es doloroso”, remarca Rubén Martínez. Estos dos últimos lo tienen claro, con la afición en Las Gaunas la permanencia hubiera estado “más cerca de lo que estuvo”.

Errasti lanza un penalti en Copa ante el Cádiz.

Aquel sufrimiento compartido en la distancia parece que sirvió para estrechar lazos y adherir nuevas voluntades a un proyecto marcado por el infortunio de haber hecho bien el trabajo, de haber conseguido el objetivo, pero sin la celebración deseada. “La gente tiene ganas, claro que tiene ganas. Y estoy seguro que este domingo la afición, la plantilla y el club van a celebrar este éxito como no pudimos hacerlo nosotros en su momento”, adelanta Miguel Santos. “Las Gaunas da mucho a cambio de poco. Es algo que nosotros entendimos perfectamente y creo que esta plantilla también lo sabe”, destaca Rubén Martínez. “La ciudad debe estar en Segunda, y este club está haciendo las cosas bien para conseguirlo. Ahora hay que dar el paso para volver a Primera Federación, establecerse en esa nueva categoría y tal y como se están haciendo las cosas seguro que el premio acabará llegando y La Rioja volverá a ver fútbol profesional en su estadio”, aventura Errasti.

Aquella histórica plantilla quiere conectarse con la actual. Cuatro años más tardes. “Para que ellos sí puedan disfrutar lo que nosotros no pudimos tener”, lamenta Errasti. Y les brotan unos cuantos consejos para este domingo conseguir el objetivo. Rubén Martínez aprendió mucho tras aquel corteo ante el Hércules: “Nunca había vivido nada parecido. Se me puso la adrenalina a mil por hora. Iba como una moto, en el buen sentido de la palabra. Pero claro, cuando llegué a Las Gaunas me di cuenta de que quedaban dos horas para el inicio del partido, así que me dije a mí mismo que debía bajar las pulsaciones, tranquilizarme de nuevo. Me exigí entonces disfrutar de cada instante de ese día y me sirvió de mucho”.

Habrá 14.000 personas en Las Gaunas, como hubo 11.000 en el partido ante el Hércules. “Seguro que hay muchos jugadores, como nos pasó entonces a nosotros, que nunca han jugado ante tanto gente”, destaca Santos. “Pero es algo que soñamos todos los futbolistas. Es una experiencia que queremos vivir todos al menos una vez en la vida. Y ellos la van a vivir ahora. Pero deben saber que al final la gente les va a empujar en los malos momentos para conseguir el objetivo”, apunta el zamorano.

Jon Errasti tiene claro que “una vez retirado lo que más añoro es vivir partidos como el que ellos van a jugar este domingo”. El futbolista es una máquina competitiva, “y deben pensar que al rival le va a afectar tanta gente en las gradas. Lo sabemos porque nos ha pasado: cuando encuentras ambientes así, si eres visitante te tiemblan las piernas”. El centrocampista vasco, ahora entrenador del Juvenil A del Villarreal, sabe que “un partido como el de este domingo, un ascenso así, puede marcar la carrera de muchos jugadores y otros quizás no vuelvan a verse en un escenario tan impresionante así que toca disfrutarlo, aprovecharlo, y sacarlo adelante”.

Santos apuesta a que “va a salir bien, y se va a ascender”, Errasti apunta que “Las Gaunas va a marcar el primero”, y Rubén Martínez solo tiene una cosa más para acabar de conectar los puntos de lo que no fue La Rosaleda y debe ser Las Gaunas este domingo: “¡Aupa Logroñés!”.

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