TRIBUNA

No tiene sentido ser del Logroñés

De todas las maldiciones, elegí la de ser del Logroñés. Qué le vamos a hacer. Mira que había opciones. Militar en Ciudadanos, comprar un láser disc, hacerme el curso de Llados. Pues no, elegí ser del Logroñés. Y ahí andamos, en la histeria colectiva por un ascenso… a Primera Federación. No sé cómo de explicable es esto, porque realmente no le encuentro mucho sentido. Ni a lo que siento yo, ni a lo que sienten las 8.000 personas que, cuando escribo estas líneas, han pagado su entrada para ver el domingo el partido contra el Marbella FC. No sé qué estamos haciendo. ¿Qué explicación tiene? Vamos a intentar dársela.

Empecemos por la ciudad, a ver si ahí se esconde un secreto que no hemos sabido ver. A mí me tienen dicho que Logroño pasa del fútbol. Que solo le interesa ver Primera División y la Champions. Esas cosas que se suelen decir. El argumento suele ir acompañado de la coletilla: “Logroño no se merece un equipo en el fútbol profesional”. No como Elda. No como Alcorcón, con sus casi 200.000 habitantes llenando durante décadas las 5.100 localidades del Municipal de Santo Domingo. Ellos se lo merecen. Logroño no, qué va Logroño. Si pasa de todo. Nada, en la ciudad no hay ningún secreto que nos explique lo que pasa. Cómo va la gente a comprar 8.000 entradas si solo le gusta ver el fútbol de élite. Exquisitos para el vino y para el balompié. Morrito fino tiene Logroño.

Será el rival, entonces. El Marbella FC es un equipo que apetece ver. Lo sabe la gente. Toda la temporada viendo sin cesar el grupo IV de Segunda Federación. A Logroño, la ciudad gourmet del fútbol, le entusiasma ese grupo. Se oye por la Laurel recitar el once del Yeclano de memoria. La mayoría, de hecho, sabían que íbamos a perder allá en el Banús Football Center -instalaciones envidiables, una ciudad deportiva como no tenemos en Logroño-. 8.000 personas quieren disfrutar con el Marbella FC. Y es normal, llevan toda la temporada ilusionándose. Por Canales de la Sierra vi a un chiquillo correr con la camiseta de Dago. Dejémonos de bromas, hombre. Nadie conocía al Marbella FC. Y es normal, como nadie en Marbella tenía ni repajolera idea de quién es Urtzi Urcelay. Estamos en la categoría que estamos. Solo aquellos con intereses -sí, me refiero al dinero- en esto del fútbol pueden conocer al rival. Seamos serios. Es un muy buen equipo. Tanto, que nos ganó en la ida. Pero nadie en Logroño -salvo Diego y Arturo, seguramente- lo había visto en toda su vida hasta el pasado domingo.

La explicación ha de estar, por tanto, en una monumental campaña de manipulación. Una estrategia a la altura de la agenda 2030, dirigida por una suerte de George Soros de Ausejo, por decir algo, que ha conducido a la gente, cuales zombies, a comprar las entradas. Es decir, esto es cosa del poder. Que ha decidido que como Revuelta es rico, hay que apoyar a Revuelta. Que le hacen hasta las aceras de al lado de la ciudad deportiva -pues sí… tenemos una-. Hay que ver el poder. Lo típico que vas al San Pedro y sales con un chip de la UDL implantado. Todo el día el alcalde Escobar y sus secuaces con la campañita. Y qué decir del presidente Capellán. No para, el tío. Y eso que es del Haro, del mismísimo decano del fútbol riojano. Las élites, una vez más haciendo con nosotros lo que quieren.

Que no, hombre, que no. Que el poder político está de perfil. Ellos sabrán, por otro lado. Será la edad, pero uno ya no espera nada. La valentía es una virtud que rara vez va en las listas. Esa campaña es tan inexistente como el AVE a Logroño.

No sé a qué estoy dándole vueltas, la verdad. Qué chorra más da. ¿Necesitamos alguna explicación para esta especie de locura transitoria? ¿Necesitamos encontrarle sentido a la sensación de que está siendo la semana más larga de la temporada y de los últimos años? ¿Acaso una razón objetiva aliviaría los nervios y la ansiedad que algunos padecemos estos días? La racionalidad está muy bien para casi todo en la vida. Pero hay pasiones reservadas. Hay sentimientos que tampoco hay por qué tratar de descifrar. Queremos ver al Logroñés. Soñamos con ascender, con abrazarnos como no pudimos hacerlo hace cuatro años, cada uno encerrado donde buenamente pudo. Y hay otros miles que han decidido acompañarnos. Pase lo que pase, hoy como ayer habrá merecido la pena. No hay mayor espectáculo colectivo en La Rioja. Pero sobre todo, para unos cuantos zumbados, la clave vuelve a ser el camino. El que nos llevó a un ascenso histórico que no pudimos disfrutar. El que nos llevó para abajo dos categorías. Es ese camino. El que hemos hecho con nuestros amigos, con nuestra gente. El mismo camino que ha puesto a uno de los míos ahí abajo, en el banquillo viviendo cada partido como si estuviese en la grada.

Qué bonito ha sido llegar hasta aquí. Qué bonito va a ser el domingo. Qué bonito será, pase lo que pase, continuar el lunes este camino. Nos lleve donde nos lleve. Bendita maldición. Aunque no tenga sentido.

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