La Rioja

Campamentos de verano, ¿cuál elegir? “Todo depende de cómo sea nuestro hijo”

Llega el verano, y con él el problema de la conciliación. Problema que persiste todo el año, pero en la época estival se complica. Las vacaciones escolares a veces se hacen eternas para esos padres que solo tienen 15 días de vacaciones, ‘contando por lo alto’, y los abuelos pueden encargarse de llevar a los peques al cole o recogerlos durante el curso, estar con ellos un ratito, pero todo el día no es fácil. “No lo es para ellos y porque sabemos cómo educan los mayores, con esa permisividad que de vez en cuando se consiente, pero no siempre”.

Así lo explica Isabel Fernández, doctora y profesora en la facultad de Educación de UNIR, quien responde a la tan repetida pregunta: ‘¿Qué podemos hacer para que nuestros niños estén entretenidos, aprendan y disfruten de sus vacaciones al máximo?’. “Los campamentos son una muy buena opción”, pero no todos valen.

Seguro que esta situación le suena a más de un progenitor, sobre todo a los que tienen hijos adolescentes. Discutir para que no se levanten ‘a las tantas’, discutir para que recojan su habitación, llegar de trabajar y verles con el móvil en la mano y sin hacer nada… “Entran en una desidia en la que poco les puedes exigir porque no estás en casa, y te sientes mal, y comienzan las peleas”. Por eso, un campamento de verano es una opción excelente para que niños y jóvenes satisfagan sus necesidades mientras aprenden y se divierten.

Fernández añade que, “en estos tiempos en los que las redes sociales y la tecnología acaparan casi todo su tiempo libre, un campamento les aleja de lo que puede llegar a convertirse en una adicción”.

Pero, como bien hemos señalado anteriormente, no cualquier campamento vale. “Normalmente generalizamos y lo que tenemos que hacer es pensar en cómo son nuestros hijos y en qué necesidades tienen”. La edad para inscribir a un niño al campamento es importante. “Solemos recomendar la horquilla de 8 a 18 años, pero hay niños que con 6 ya tienen un nivel de madurez suficiente para afrontar esta salida. Sin embargo, hay otros que con 10 nunca han salido de casa o no han pasado la noche fuera y les es más difícil sentirse seguros en un ámbito desconocido”. Fernández vuelve a recalcarlo: “Todo depende de cómo sea nuestro hijo”.

La experta reconoce que la decisión de llevar a un niño a un campamento la tienen que tomar los padres, ver cuál les conviene e implicar a los propios niños. “No se trata de preguntarles ¿quieres ir a un campamento?, sino darle opciones y preguntarles: ¿a cuál de estos quieres ir?”.

El secreto es elegir la alternativa perfecta para que los niños, sin que ellos puedan percibirlo, tengan unos hábitos bien organizados durante el verano. Y para ello es fundamental elegir un campamento acorde a sus gustos y aficiones. “La suerte es que actualmente hay campamentos de todas las temáticas imaginables: teatro, cine, cocina, fotografía, deportes, aventura, música… Si sabemos buscar bien y lo decidimos con ellos, irán encantados siempre que sea algo que les motive”.

En la adolescencia es algo más complicado, pero no imposible. La ‘táctica’ es la misma: buscar algo que les llame la atención. “Nos encontramos en esas edades en la que se creen mayores y no quieren sentirse vigilados por los padres, pero realmente en un campamento están en un entorno seguro, conocen a más jóvenes, se alejan un poco de las tablets, móviles y ordenadores y crean buenos hábitos”.

Los campamentos en el extranjero están muy de moda, pero Isabel advierte: “Cuidado porque da mucha pena ver cómo muchos jóvenes españoles van a determinados lugares y terminan juntándose con otros españoles y no avanzan”. Por ello, la profesora recomienda buscar un campamento en otro país “como si lo buscáramos aquí. Es decir, que no sea para extranjeros, sino campamentos ‘normales’ con su temática favorita pero en otro lugar de Europa, por ejemplo”. De esta forma, no solo se conseguiría la integración lingüística, sino también la cultural.

Y es que, es importante que los niños disfruten, sí, pero más aún es que aprendan y refuercen las llamadas habilidades blandas. “Que sepan trabajar en equipo, que fortalezcan su comunicación, su seguridad… A veces los padres pensamos que un campamento puede ser un simple pasatiempo, sin embargo son lugares donde se enseñan muchas cosas que no están en los currículos escolares. Lo importante es que vuelvan con algo aprendido, aspectos que son y serán muy importantes para su vida personal y profesional en un futuro no muy lejano”.

Subir