El Rioja

Una lluvia varietal para conocer Rioja bajo el sello de Montecillo

Foto: Fernando Díaz (Riojapress)

Bodegas Montecillo, la tercera bodega más antigua de Rioja (datada de 1870), es el reflejo de que los vinos de guarda son pasado, presente y futuro de la DOCa. Por ello, las vendimias de esas uvas que luego permanecerán durante años ‘encapsuladas’ antes de saborearse han de estar bien medidas y mimadas. La histórica de Fuenmayor pasa unos 50 días metiendo uva cada campaña, siendo así de las primeras y las últimas que concluyen las vendimias. Algo que también viene motivado porque son un total de 674 parcelas las que tienen que recorrer, la mayoría de menos de una hectárea y distribuidas por las tres subzonas de la denominación.

Algunos de estos viñedos “vinculados a Montecillo desde hace unos 40 años en muchos casos” fueron los protagonistas de un nuevo encuentro del V Ciclo de Catas Underground celebrado este miércoles y organizado por NueveCuatroUno y Calado by Criteria de la mano de Argraf, Cartonajes Santorroman, Cork Supply, Ramondin y Tonelería Magreñan como patrocinadores, en compañía también de los pinchos de Deliciuos Gastronomía. La enóloga de la casa, Mercedes García, se encargó de descorchar y presentar cuatro referencias de la bodega que han rendido culto a la diversidad varietal de la denominación.

Cata de Bodegas Montecillo en Calado. Fernando Díaz / Riojapress

La velada la inauguró Montecillo Edición Limitada Garnacha Blanca 2022. Una uva de las que no abundan en la región y para la cual el equipo se desplazó hasta el Valle del Alhama, a casi 600 metros de altitud, para dar con la viña perfecta para su nuevo proyecto. “Es una zona con mucho viento, lo que mantiene lejos las enfermedades. Además da poca graduación alcohólica”, explicó la enóloga. En estos momentos anda inmersa en el etiquetado de este vino que sale por primera vez al mercado pero sobre el que, asegura, dará muchas sorpresas cuando pase un poco más de tiempo”. Vinos de guarda, como defiende Montecillo.

La primera vendimia de la garnacha blanca se hizo nocturna. “Los racimos llegaban a la bodega cubiertos de nieve carbónica para evitar su oxidación y que se mantuvieran los aromas. Después, durante dos días, la uva estuvo macerando en frío porque así logramos sacar todo lo bueno, que está en los hollejos. El vino pasó siete meses con las lías en depósitos de hormigón en crudo y seguido, de cinco a seis meses, otro periodo en bocoy de roble francés nuevo”, describe.

La enóloga dejó claro durante la cata el propósito de Montecillo ante el modo de elaboración que ejecutan superando todos los tiempos mínimos de crianza marcados por el Consejo Regulador: “Lo que buscamos son vinos complejos, con estructura y tanicidad, vinos con necesidad de pasar un tiempo en barrica y otro en botella. Somos una bodega de vinos de larga guarda, prueba de ello son nuestros botelleros con miles de botellas”.

Con la viura no iba a ser diferente y es que aunque sea una variedad poco aromática, la acidez que conserva la hace perfecta para la guarda. Esta uva de Sotés da forma al Viña Monty Reserva Blanco 2018, un vino parcelario donde la estructura dotada por la madera se hace notar desde el primer momento. Aunque el disfrute ha de ser en pequeñas cantidades porque estos racimos emanan de cepas de 95 años de edad, por lo que apenas se sacan unas 4.000 o 5.000 botellas cada añada.

Cata de Bodegas Montecillo en Calado. Fernando Díaz / Riojapress

Y dejando a un lado los blancos, la cata se oscureció para dar paso a los tintos de Montecillo pero sin perder de vista los monovarietales. Esta vez fue el turno del graciano con otro Viña Monty Reserva del 2016, añada que se llevó el premio el año pasado a mejor graciano del mundo y a mejor Rioja. “Me enamoran las posibilidades que tiene el graciano de cara a la elaboración. Es cierto que este vino hubo que domarlo mucho par ahora tener algo pulido, aromático y con mucho cuerpo que a la vez es fácil de beber. Hemos logrado hacer un vino elegante, con toques a tostado, café y regaliz negro”, apuntó García.

La joya de la velada no podía ser otra que una de esas añadas históricas de las que tanto presume la bodega. La vendimia de 1994 es una de las más recordadas en Rioja por esa helada que se llevó por delante parte de la cosecha, pero que permitió que aquellas uvas que se salvaron prosperaran y dieran unos vinos para encumbrar. “Además, fue un verano seco”, recuerda la enóloga, “por lo que la maduración vino más temprana. Eso propició una mayor concentración y con mucho tanino junto a una buena acidez, todo perfecto para envejecer”.

Para probar Montecillo Gran Reserva Selección Especial 1994 hay que verlo con otra mirada porque “este vino es un señor”. Y atendiendo a que goza de 30 años de guarda, con los aromas terciarios bien marcados, el público disfrutó de unas de esas joyas históricas que no cualquiera tiene la oportunidad de probar. Las últimas que se han elaborado bajo de categoría de añada histórica son las de 2001 y 2005.

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