Entrevista

“Hay mucha desinformación en redes sociales sobre alimentación saludable”

Sohaila Sadeq (izquierda), nutricionista en Logroño, junto a su compañera Raquel Fernádez.

Recetas ‘fit’, ayuno intermitente, el movimiento ‘real fooding’ (comida de verdad) o la nutrición intuitiva, también conocida como antidieta. Las redes sociales hace tiempo que están copadas de estos términos y otros tantos contenidos referidos a la alimentación, con consejos y experiencias personales que a veces se entienden como pautas de expertos en la materia. Pero caer en esa generalización y tomar de ejemplo aquello que come o dice ese ‘influencer’ famoso solo por el hecho de ser quién es tiene sus riesgos.

Sohaila Sadeq es nutricionista especializada en educación alimentaria para el público infantil y familiar, así como en salud femenina y hormonal para todo lo relativo a la fertilidad. Inauguró su consulta en Logroño hace cinco años bajo la premisa de no confiar en las dietas y desde entonces ha visto cómo han evolucionado las tendencias en materia de alimentación a raíz de la pandemia y el consumo de información en las, a veces peligrosas, redes sociales.

– ¿Hay cada vez más falsos divulgadores en Internet sobre técnicas de alimentación saludable?

– Hay de todo, porque de Internet se hace tanto un buen uso como uno malo. Hay divulgadores muy buenos, pero es cierto que sigue habiendo una cultura de la dieta muy importante y en este campo, como todo el mundo come, parece que todo el mundo sabe de nutrición. No hay que olvidar que en las redes sociales enseñamos lo que queremos y que es una mínima parte de lo que comemos a diario.

– ¿Qué modas están generando más interés entre la sociedad?

– Nos llegan muchas consultas sobre el ayuno intermitente, por ejemplo. Esta es una estrategia más y tiene muchos beneficios, pero no es para todo el mundo. El ayuno no significa estar muchas horas sin comer nada y cuando se rompe ese periodo pegarte un atracón de ultraprocesados para luego volver al ayuno. La alimentación tiene que seguir siendo saludable, variada y equilibrada, y lo más importante: hay que valorar cada caso de manera individual porque igual estar tantas horas sin comer a alguien le genera más ansiedad, por lo que logra el efecto contrario.

– ¿El estar más informados nos hace saber más?

–Pues debería ser así, pero no porque hay mucha desinformación. Sigue habiendo muchos mitos, como que la lechuga retiene líquidos o que comer fruta por la noche es malo. Aquí se trata de hacer el cómputo global de la alimentación al final del día, ya que un plátano me va a aportar lo mismo me lo tome en el desayuno o en la merienda. O el tema de la microbiota, que parece que por tener gases ya tienes una patología digestiva. Y las hay y es importante diagnosticarlas, pero no todo se soluciona tomando probióticos e igual la clave es revisar los hábitos de alimentación que se tienen y cambiar algunos de ellos.

– En cuanto a los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), ¿se detectan ahora más casos?

– Es cierto que a raíz del COVID-19 aumentaron mucho porque se extendió más el sedentarismo y el uso excesivo de Internet, así como la práctica deportiva de manera casi excesiva. Además, ha hecho mucho daño la obsesión por querer comer todo saludable sacada de Internet. Parece que comer verduras y frutas significa estar a dieta y es todo lo contrario. Lo normal sería comer habitualmente frutas y verduras, pero también es sano comer con flexibilidad. Es decir, nos surgen cenas con amigos o nos apetece salir a tomar algo y eso también es muy saludable porque se trata de un momento puntual. Hay que tener claro que comer saludable no es comer cien por cien saludable; también es disfrutar de manera esporádica de aquellos productos o alimentos que no son tan sanos.

– La juventud es uno de los grupos sociales más expuestos a estas corrientes y contenidos difundidos en redes sociales. ¿Qué riesgos tiene tomar al pie de la letra todo lo que se publica?

– Incluso sin contar a los ‘influencer’ que no tienen formación ni conocimientos en materia de nutrición, los propios nutricionistas graduados no pueden hablar de manera concreta porque igual un método que le funciona a una persona no le va bien a otra. Así que imagínate si eso lo dice un ‘influencer’ que no tiene esa base formativa. Se pueden dar pautas a nivel general, pero si no se conoce el caso particular es muy complicado valorar. Imagínate que alguien se guía solo por una dieta muy saludable pero sin tener en cuanta el aporte calórico que necesita en base a su estilo de vida porque, sí, el aguacate o la crema de cacahuete son alimentos saludables, pero también son calóricos y eso igual no le sirve para su objetivo.

–A pesar de todo esto, ¿se come ahora mejor que hace una década?

– Ahora tenemos más opciones y tenemos acceso a muchos alimentos en cualquier momento. Es cierto que el exceso de información a veces nos lleva a no saber muy bien lo que comemos, pero por contra, también se nota una mayor concienciación sobre los alimentos que ingerimos y la importancia que tiene llevar una buena alimentación. Eso sí, la cultura de la dieta sigue muy presente en la sociedad.

– ¿Esa mayor conciencia social a la hora de llevar una alimentación equilibrada se traslada a las familias?

– Sí, y cada vez más. En la consulta estamos notando un aumento de ese interés por parte de los padres para que sus hijos aprendan a comer bien porque se preocupan por su alimentación, aunque eso no implique que tengan un TCA. Esto, además, deriva en un aprendizaje para ellos mismo porque al final los padres son el ejemplo para sus hijos. Así que las consultas para mejorar la alimentación en familia cada vez son más habituales.

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