Semana Santa

El Santo Entierro y los 42 peldaños en Calahorra

Después de más de dos horas de procesión, cada año, a los penitentes que participan en la procesión del Santo Entierro de Calahorra les queda el tramo más duro: los 42 peldaños que separan la cuesta de la Catedral del templo de San Francisco. No son peldaños al uso, su mayor complejidad pasa por la distancia entre uno y otro. No da para hacer cada uno de ellos de una sola zancada, dos son demasiadas.

Hasta hace unos años, los penitentes realizaban ese tramo casi en soledad pero cada vez son más las personas que prefieren esperar un poco más y ver la procesión desde esas complicadas escaleras. Contemplarla desde allí supone entender la fuerza del sacrificio de los penitentes. Los últimos ánimos, las indicaciones precisas de los jefes de paso, la medición casi milimétrica para cuadrar las tallas después de una estrecha calle para enfilar el tramo final y los aplausos de los que ya en San Francisco agradecen la labor realizada.

No todos encauzan la escalera de la misma forma. Las dimensiones de los pasos son las que deciden en ese momento. Ver cómo la Última Cena debe enfilar la calle sobre ruedas porque los portadores no caben por la cuesta, como La Caída en vez de cambiar a los costaleros de ubicación danza por las escaleras con el paso a la contra son parte de la belleza de ese último esfuerzo o como El Cristo de Medinaceli le tiene el truco pillado al tramo e incluso sube bailándolo hasta San Francisco.

Para los dieciséis pasos al final el reconocimiento el forma de caluroso aplauso de todos aquellos que disfrutan del cortejo fúnebre en uno de los lugares más especiales del recorrido.

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