Cultura y Sociedad

“La biblioteca ha cambiado: aquí ya no se viene solo a leer”

Esther Felipe, directora de la Biblioteca Municipal Rafael Azcona de Logroño. | Fotos: Leire Díez

Cuando Esther Felipe puso un pie en la Biblioteca Municipal Rafael Azcona de Logroño a principios de 2019 se encontró un silencio total, “un espacio al que tienes que entrar por iniciativa propia, pero este espacio, a pesar de ser muy grande, no se veía”. Era su primer día como directora de este centro y lo primero que se propuso fue darle voz y color a cada sala y cada pasillo, pero también a sus exteriores.

Un lustro después, esta fiel defensora del desarrollo creativo a través de los libros ha logrado revitalizar la vida cultural tanto dentro como fuera de la biblioteca porque el acceso a la cultura, incide, hay que ponerlo en la calle también.

– ¿Qué cambios más notorios ha impulsado en la biblioteca?

– Me centré mucho en quitar las zonas más infantilizadas porque los niños no son personas sin criterio, no hace falta aniñarles todo, sino que hay que mostrarles libros de calidad, de ilustradoras muy potentes y con historias con las que también empaticen los padres. Si las familias muestran interés hacia una obra o una colección y la comparten con los hijos se creará un vínculo y, muy posiblemente, juntos puedan compartir esa lectura y reforzar el gusto por los libros. También hemos trabajado en la sala juvenil con la idea de crear un espacio para que los jóvenes no se vayan de la biblioteca cumplidos los 12 años y puedan seguir disfrutando de este entorno. Además, nos hemos esforzado por traer exposiciones de ilustradores locales muy potentes que llenan de vida las estancias. El enfoque ha cambiado radicalmente porque aquí ya no se viene solo a leer y eso el público lo ha percibido porque hemos conseguido que la gente venga aquí y se quiera quedar.

Sala infantil de la Biblioteca Municipal Rafael Azcona.

– En un momento en lo que lo digital consume cada vez más el tiempo, ¿esta biblioteca se constituye como un lugar refugio para volver a conectar con lo físico?

– Es complicado competir con las tecnologías, pero se puede. Solo hay que mostrar las diferentes alternativas que hay para ello. Fíjate, antes la sala ‘maker’ de Arte Fábrica era una sala que no servía para nada. Se usaba para hacer trabajos en grupo, pero daba muchos problemas porque se autogestionaba y no había orden. Ahora contamos con un maestro de taller que es quien lo gestiona enseñando sobre técnicas de encuadernación, grabado o delineación, pero a su vez es un espacio donde cada uno puede desarrollarse como persona a nivel individual o en compañía.

– ¿Cree que se lee ahora menos que antes?

– Para nada. Ahora se lee más que antes. La infancia lee muchísimo, devora los libros, y espero que los padres no pierdan la oportunidad de hacerse eco de eso. Es que se lo pasan fenomenal leyendo y escuchando historias, porque aquí también hacemos cuentacuentos. Eso sí, a partir de los 12 años, si no ven en casa un modelo a seguir, se despegan de los libros. Por eso hay que hacer más esfuerzos, sabiendo que los buenos hábitos no son irrecuperables.

Sala Arte Fábrica de la Biblioteca Municipal Rafael Azcona.

– ¿Cómo ha variado la oferta literaria que abunda ahora en las estanterías de la Rafael Azcona?

– Desde que entré, una de mis principales preocupaciones ha sido el fondo de esos libros. Nos centramos mucho en mostrar esos otros libros que no están en los top ventas, las novedades o los ‘best sellers’ que tanto venden. Es cierto también que no tenemos un presupuesto ilimitado, por lo que hay que seleccionar y en esa tarea vamos marcando un camino y propuestas de itinerarios literarios, seleccionando unas editoriales y unas colecciones concretas. Hay que hacer el esfuerzo de colocar cosas diferentes en las estanterías que inviten a su lectura. Por otro lado, procuramos no comprar libros de autoayuda, así como colecciones muy largas que a veces se vuelven interminables. Tenemos algunas de esas, pero intentamos pensarlas bien antes de traerlas.

– ¿Y cuáles son esas temáticas preferidas por el público?

– Las sagas siguen triunfando, pero me reconforta mucho que entre los libros más leídos tanto para público infantil como juvenil haya muchas obras sacadas de ‘Una habitación propia’, es decir, con contenido feminista, de LGTBIQ+, de igualdad y empoderamiento. Y del público adulto me gusta que se lea mucho a autores locales. Creo que las biblioteca caemos en el error de comprar mucha novedad y desatender más las temáticas, pero aquí viene mucha gente a informarse, por lo que la apuesta por el libro de conocimiento es muy importante en cualquier edad.

– Ha sacado la biblioteca a la calle. ¿Con qué se ha encontrado?

– Creo que es la clave porque al hacer cosas en la calle estás invitando directamente a la gente a entrar para ver lo que hay dentro. Además de la biblioteca, tenemos más puntos de lectura como la Rosaleda, La Pajarera y la Bibliopiscina en verano, donde hacemos cuentacuentos y talleres, …  También tenemos cinco casetillas de libros repartidos por la ciudad con las que queremos afianzar el concepto de intercambio de libros. Soy muy defensora de la calle como espacio de continuación, que ambos espacios se retroalimenten.

– ¿Cuáles son los últimos proyectos en marcha?

– Hemos empezado por primera vez con los talleres de escritura creativa, que era una de las principales demandas del público. Hicimos uno para adultos entre diciembre y febrero de la mano del escritor Enrique Cherta, y ahora estamos con otro enfocado a niños con Carmela Trujillo hasta abril. Buscamos crear actividades entrelazadas entre sí porque, por ejemplo, estos autores luego pueden acudir a Arte Fábrica para crear su propio libro. Se trata de crear lazos y no solo coger un libro, leerlo y dejarlo, sino de interesarse por una ilustración, visitar la exposición, …

Subir