La Rioja

Los vigilantes del río: “Hay veces que no se puede controlar”

Los vigilantes del Ebro: “Hay veces que no se puede controlar”

Foto: EFE/Raquel Manzanares

La crecida del río Ebro y sus afluentes las pasadas semanas fue menor de la prevista. De hecho, apenas causó incidencias pese a la virulencia de las lluvias que cayeron en los días anteriores y el deshielo en las diferentes sierras de toda la cuenca. Y es que, cada vez que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) emite una alerta, muchos se sorprenden por su precisión. En este caso, más allá de las estimaciones basadas en los datos, lo que ha evitado males mayores ha sido la gestión que se ha hecho de los embalses en las horas previas a los picos máximos.

Durante varios días se tuvieron en cuenta multitud de datos: metros cúbicos por segundo, caudales, escorrentías, pluviometrias, horas estimadas de los picos de las crecidas y posibles complicaciones tanto en los campos como en infraestructuras e incluso localidades cercanas a los ríos. Una labor callada que evitó numerosas inundaciones.

Se trata de un trabajo previo intenso para determinar todos estos condicionantes. Una vez se tienen todos los datos encima de la mesa, es el momento de tomar decisiones. Esta vez fue el desembalse de miles de litros de agua. “Ha sido muy relevante esa gestión. Hablamos de una reducción de 400-500 metros cúbicos por segundo en la llegada de la crecida del Ebro a Logroño. Esto ha implicado tener muchas menos complicaciones”, explican desde la CHE.

El sistema SAIH del Ebro (Sistema Automático de Información Hidrológica) empezó a funcionar hace 26 años. El objetivo siempre ha sido anticiparse en la medida de lo posible a las crecidas. ¿Cómo hacerlo? Pues gracias a la tecnología, a los datos cosechados en otras crecidas del río y a la experiencia que año a año y riada tras riada se va acumulando en las personas que trabajan en un equipo multidisciplinar que conocen el río como la palma de su mano.

En concreto, las predicciones del SAD (Sistema de Ayuda a la Decisión) permiten determinar los caudales que van a circular en los ríos durante los próximos tres días. “Se basa en un conjunto de modelos hidrológicos e hidráulicos que nos permiten transformar las precipitaciones en escorrentía y a su vez propagar o transmitir los caudales por los diferentes cauces”. Conocer la cantidad de agua de lluvia que termina finalmente en el cauce del río.

Estos modelos se alimentan con los datos observados o captados a través de la red SAIH así como de los pronósticos meteorológicos proporcionados por diferentes estamentos como la Aemet o el Centro Europeo. Las previsiones siempre cuentan con una parte de incertidumbre, por lo que siempre trabajan con horquillas. “Es imprescindible ponerse en el mejor y en el peor de los escenarios”, afirman, detallando que la CHE dispone de un módulo de gestión de embalses que permite analizar y decidir las maniobras más adecuadas para evitar que se acoplen los caudales desembalsados con los fluyentes por las zonas no reguladas.

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

“Las predicciones siempre llevan asociada una incertidumbre condicionada por la calidad de los datos captados, la precisión de los modelos, el acierto del pronóstico meteorológico, el horizonte temporal…”. En cualquier caso, esta información es de vital importancia para la anticipación, la adopción de medidas y la minimización de los efectos en cultivos y municipios. “Tiene un marcado carácter preventivo y de preparación”. Y además se remite a diferentes administraciones para que todas ellas puedan tomar cartas en el asunto dentro de sus competencias.

Desde la CHE se avisa a los servicios de Protección Civil de las comunidades autónomas que pueden verse afectadas con uno, dos o tres días de antelación en el caso de los afluentes del río Ebro, y con algo más de margen conforme la avenida se acerca al tramo medio y al eje del Ebro.

Por eso es tan importante la aplicación del Plan General de Riesgo de Inundación que implica o compete no sólo a la CHE, sino a ayuntamientos y comunidades autónomas, así como a otros órganos de la Administración del Estado, como los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

¿A partir de qué momento se decide que una avenida va a ser extraordinaria? Todo está medido aunque en cada cuenca es diferente. “Una avenida pasa a considerarse extraordinaria en el momento que se sabe que va a causar daños”, apuntan desde la CHE. Por ejemplo, a su paso por Zaragoza se considera que la crecida es extraordinaria si supera los 1.600 metros cúbicos. Cada ciudad tiene sus datos porque depende también de la morfología de la zona.

Esta vez los daños han sido mínimos porque la crecida, a pesar de ser extraordinaria, no marcaba caudales tan elevados como en la de diciembre de 2021. “Los pasos son los mismos en cuanto a la previsión, sea una crecida más o menos importante. Lo que ocurre es que en caso de avenidas graves hay que hacer más actuaciones”.

Una vez que se controla el cauce que va a llevar el río, la cartografía de zonas inundables es fundamental. Se trata de mapas con las zonas más problemáticas. Se tienen monitorizadas todas y cada una de las zonas que pueden dar lugar a contratiempos: brazos ciegos, confluencias con otros ríos, municipios que se encuentran más cercanos, infraestructuras como depuradoras, potabilizadoras, carreteras…

Ahí se hace una vigilancia especial por Protección Civil o las Fuerzas de Seguridad del Estado y se cortan (en el caso de pasos de personas o carreteras) o se mantienen con máxima vigilancia (en caso de mazones o diferentes infraestructuras como las de los regadíos). “Hay veces que no se puede controlar que el río provoque daños y ahí la prioridad es que no sean personas las que los sufran”.

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