El Rioja

Historia de Rioja con voz femenina

La historia de Rioja se escribe con un ojo en el pasado y otro en el presente y para eso hay que fijarse en aquellas figuras que han formado parte activa en su desarrollo. Verónica Remartínez Ochoa (Bodegas Riojanas), Ruth Rodríguez Ascacibar (Bodegas Campillo), Raquel Pérez (Bodegas Ontañón), Cristina Bernedo (Bodegas Valdemar), Begoña Jiménez Díaz (coordinadora de ABC) y Carmen Enciso (Bodegas Valenciso) han sido las protagonistas de esta segunda jornada enmarcada dentro del ciclo ‘Mujeres del Rioja’ organizada por el CCR (Centro de la Cultura del Rioja), de la mano del Ayuntamiento de Logroño y con la colaboración oficial de la empresa Riojadhesivos y SDi Digital Group. Una vez más, Natalia Olarte, directora de Viticultura e Innovación del Grupo Vivanco, ha sido la encargada de moderar este encuentro donde los asistentes han podido degustar algunas de las creaciones de estas bodegas.

Los blancos han sido los encargados de abrir esta singular cata desde la sala El botellero del CCR. El primero: Finca Alto Cantabria Viñedo Singular de Bodegas Valdemar. Mientras las copas iban llenándose, al estrado se ha subido Begoña Jiménez para explicar el funcionamiento de la Asociación de Bodegas por la Calidad, constituida en 2002 y una de las fundadoras de la Organización Interprofesional del Vino de Rioja, así como para remarcar el valor de representar a diferentes marcas de la denominación.

Raquel Pérez, vicepresidenta de Grupo Rioja ha sido, ha sido la siguiente en abordar el paradigma de Rioja. El que fuera el antiguo
Grupo de Criadores y Exportadores de Rioja en sus inicios, allá por 1968, es ahora una de las agrupaciones de bodegas más consolidada de la historia. “Una asociación tan diversa como diversa es Rioja”, ha señalado Pérez, remarcando el carácter familiar de la gran mayoría de bodegas que la componen y su labor para con los cerca de 11.000 viticultores de la denominación y que ejercen como proveedores de uva.

Los cinco vinos que se han catado durante la jornada en el CCR.

“Mi sueño era ser reportera de guerra, pero acabé en el mundo del vino. Aunque ahora salir a vender una botella de vino bien se parece a estar en una auténtica guerra”, ríe Cristina Bernedo. Desde el departamento técnico de Valdemar, esta mujer del Rioja lleva algo más de dos décadas en esta casa de Oyón y reconoce cómo han cambiado los tiempos. Lo que no ha cambiado es el potencial de la Finca Alto Cantabria de donde emana su viñedo singular: “Pastelería fina, muy redondo, elegancia”.

Y de Rioja Alavesa a Rioja Alta para descorchar otro blanco que emana de Ollauri: Valenciso Fermentado en Barrica. “Construir una bodega y hacer una marca en el mundo del vino es muy fácil. Lo pero son los cien primeros años. Llevo algo más de 30 años en el mundo del vino y todavía siento que no sé nada, pero eso es lo que me atrae de él”. Con estas palabras ha iniciado Carmen Enciso su ponencia en esta jornada destacando que la calidad e integridad, que bien le enseñó antaño un buen maestro del vino, son claves en este sector. “Ahora ya tenemos seis vinos, 150.000 botellas, de las cuales exportamos más de la mitad, y es que tener un jefe francés los primeros años nos ha permitido tener una visión muy global de este mundo”, ha destacado Enciso, alabando también la cremosidad y elegancia de este blanco que tantas alegrías le ha dado a ella y a Luis Valentín.

Ha llegado el turno de los tintos con Campillo Crianza 2020 con uvas de viñedos que rondan los 30 y 40 años, la primera añada con la que Ruth Rodríguez se puede colgar la medalla. “Fruta madura y negra, propias de la Sierra de Cantabria, también hay mineralidad y, por supuesto, madera de roble americano y francés”. Esta enóloga lleva apenas 4 años en esta bodega de Laguardia, pero el vino siempre ha estado ahí gracias a su abuelo, gallego emigrante en La Rioja y que se trajo de su aldea de Ourense unas pocas cepas para seguir elaborando el vino de la familia. Todos esos viajes que vinieron después por las diferentes regiones del mundo hicieron que Ruth acabara enamorándose por completo del vino. “Lo que más me cautivó de Campillo fue que tenía frente a mí el reto de hacer grandes reservas y con viñedo propio, lo cual no había tenido la oportunidad de hacer nunca”, apunta.

Ruth Rodríguez, de Bodegas Campillo, durante su intervención en la jornada del CCR.

Verónica Remartínez ha irrumpido en escena con un Cepas Viejas 2021 de Bodegas Riojanas. Amante del campo, apenas lleva un par de años elaborando en esta firma histórica de Cenicero que le sorprendió desde que puso un pie en ella: “Aquí hay un pasado importante, el presente es muy bonito y el futuro promete. Hay muchas mejoras llevadas a cabo por la bodega, especialmente enfocadas al trabajo en viñedo y separación de elaboraciones para incrementar la calidad en los reservas y grandes reservas. En paralelo a eso trabajamos mucho con vinos menos maderizados, bajo la gama Monte Real, en busca de una mayor expresión del viñedo”, describe. Y ahí entra en juego este vino, Cepas Viejas, en homenaje a aquellos viticultores que tienen viñedos viejos y que los cuidan muy bien. “Tenemos la suerte de tener un diez por ciento del viñedo que trabajamos con una edad anterior a 1980”, añade Remartínez.

Mi Lugar ha puesto el broche de oro a la velada de la mano, de nuevo sobre el escenario, de Raquel Pérez. Asegura que uno de los mejores aprendizajes se los lleva de su madre, Mari Luz, que sin saberlo ya era una perfecta responsable de enoturismo mostrando la bodega familiar a todo el que hasta Quel se acercara para crear a los mejores embajadores del vino. Pérez ha honrado también los orígenes de su pueblo, con sus tres barrios de bodegas al abrigo de la sierra de Yerga, lo que hace tener viñas que van desde los 400 a los 800 metros de altura. “Una perfecta almazuela de variedades, suelos y condiciones que juntas crean algo perfecto”. Y así de la unión de Quel y Ontañón emanó Queirón, una nueva bodega familiar recuperada en uno de esos barrios de bodegas centenarias, pero con todos los avances de hoy. “Aquí hay cuatro vinos pero cada uno es independiente. Son cuatro proyectos diferentes por completo y Mi Lugar es uno de ellos. Un vino de pueblo que nos lleva a Quel, a ese barrio. Y eso lo consigue un tempranillo maduro y la garnacha enmarcados en un ambiente mediterráneo pero con un puntito de acidez”, define mientras las copas poco a poco se han vaciado.

 

 

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