Salud

‘Yo tengo párkinson, ¿y ahora?’

Recibir un diagnóstico de cualquier enfermedad que, a priori, no tiene cura, resulta un duro revés, tanto para la persona afectada, como para su familia y amigos. Todos nuestros planes y deseos futuros se pueden ver truncados y, en ocasiones, se produce un bloqueo que nos impide tomar decisiones y seguir con nuestras rutinas habituales. Pero siempre hay cosas que se pueden hacer y hay que dejarse aconsejar por los expertos.

La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurodegenerativo crónico y progresivo producido por el deterioro y destrucción de unas neuronas situadas en el cerebro y que son las encargadas de producir dopamina (sustancia que transmite la información necesaria para el correcto control de los movimientos). Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, por detrás de la enfermedad de Alzheimer.

Sus síntomas más conocidos son:

– Motores: lentitud o dificultad de movimientos voluntarios, movimientos involuntarios, rigidez en las extremidades, temblor en reposo, pérdida de equilibrio y alteraciones de la postura y de la marcha.

– No motores: entre los que se incluyen trastornos del olfato, del sueño, del ánimo, cognitivos, dificultades de deglución, alteraciones en la voz, dificultades para vestirse, entre otros.

(Tanto los síntomas como la velocidad de progresión varían de una persona a otra)

¿Tiene tratamiento?

Se dispone de diferentes opciones que actúan sobre los síntomas y que ayudan a mejorar la situación clínica y la calidad de vida.
Para los síntomas motores el fármaco clave es la levodopa, que en el cerebro se transforma en dopamina. Además del tratamiento farmacológico, existen medidas no farmacológicas que han demostrado eficacia en el tratamiento del Párkinson y que pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de los usuarios:

– Fisioterapia: fomenta la autonomía personal y la calidad de la vida mediante la mejora de la movilidad, fuerza, la marcha y la estabilidad.

– Logopedia: trata de mejorar las capacidades comunicativas y deglutorias.

– Terapia ocupacional: busca mantener el nivel habitual de las actividades básicas de la vida.

– Terapia cognitiva: trata de ralentizar el deterioro potenciando las habilidades cognitivas.

– Apoyo emocional y psicológico: busca reducir el impacto de la enfermedad y sus síntomas en la vida diaria tanto del paciente como de su familia.

Estas terapias han de estar adaptadas a las necesidades de cada persona y su éxito residirá en su aplicación precoz y constante a lo largo de la vida de la persona con párkinson (de inicio a fin).

En CINN Rioja disponemos un equipo multidisciplinar especializado en este tipo de patologías.

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