Agricultura

De la huerta a la mesa sin intermediarios

Con el ir y venir de agricultores dejando las mercancías que han recogido a primera hora del día, en la cooperativa El Raso de Calahorra conviven cada mañana un buen puñado de compradores que se acercan hasta sus instalaciones para adquirir fruta y verdura a los mejores precios.

Desde que abrieron sus puertas, hace casi cuatro décadas, cuando un puñado de agricultores decidió emprender este proyecto, siempre han dado esta opción. Una zona del amplio almacén está destinada a mostrar los productos que cada mañana se ponen a la venta. En esta temporada: tomates, coliflores, brócoli, naranjas, manzanas, peras, calabacines, patatas y lechugas son los protagonistas de un lugar lleno de color, olor y sabor.

Hay que comprarla, eso sí, por cajas. Pero el ahorro para los bolsillos es más que evidente. “Hay productos que sí los podemos vender por kilos pero en otros tienes que llevarte la caja entera porque no podemos dejarlas desparejadas”, cuenta Salvador García, gerente de la cooperativa. Es uno de los pocos inconvenientes que tiene comprar directamente del cultivador calagurritano: “Si no nos pasaría como en las fruterías, que la gente está yendo a comprar un sólo plátano”.

En el bolsillo aún así se nota. “En algunos productos podemos estar hablando de que es la mitad de precio del que te encuentras en el supermercado o la frutería”. En unos días en los que la Ley de la Cadena Alimentaria está en boca de todos, en ejemplos como el de la cooperativa calagurritana se demuestra la diferencia de precios cuando se reducen al máximo los intermediarios.

Además del precio otra de las ventajas es la compra de productos de kilómetro cero (de nuestros propios agricultores) y de gran calidad y frescura. “Hay algunos productos que se cogen por la mañana del campo y te los puedes llevar a media mañana a casa”.

A pesar de todas estas ventajas y con un importante incremento de la inflación, que se nota cada vez que pasamos por la caja del supermercado, ellos no han visto incrementar su clientela en los últimos meses. “Vienen prácticamente los mismos de siempre, familias que consumen mucho fresco y muchas personas mayores que comen mucha fruta y verdura; la mayoría de los clientes son jubilados”.

El tener que desplazarte hasta allí, el hecho de tener que comprar en grandes cantidades o incluso el desconocimiento de tener esta opción hacen que no sean tantos como se pudiese pensar los que optan por esta otra forma de compra.

La cosa es distinta en algunos momentos del año: “En la época del espárrago o de la alcachofa la cosa cambia, entonces sí que se nota un importante incremento de clientes que vienen a por el producto más fresco y mucho más barato”.

Hasta hace unos años, una parte importante de estas ventas a minoristas se hacía con los vendedores ambulantes. “Antes había una barbaridad pero cada vez les ponen más pegas para poder trabajar y lo van dejando”. García no lo entiende. “En los países del norte de Europa cada vez se ponen más facilidades para realizar mercadillos de productos frescos, aquí cada vez más pegas, les mandan ponerse en muchos casos en las afueras de los pueblos y así la gente mayor que vive en ellos no puede ir, no hay ventas y lo tienen que ir dejando”.

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