La Rioja

Mañana, más: “Es mejor perder diez días que diez años”

Siguen. Y vaya que si siguen. La primera pregunta es ineludible. ¿Mañana, más?. La respuesta, clara: “¿Ha cambiado algo desde que empezamos hasta hoy? Pues eso: mañana, más”. Es Álvaro, uno de los más jóvenes del grupo. Por detrás otro apuntilla. “Es mejor perder diez días que diez años”. Son los agricultores que estos días están colapsándolo casi todas las vías riojanas. Ellos concretamente lo hacen en La Rioja Baja.

Han parado un rato a comer. Hay que reponer fuerzas. Van llegando en grupos. Unos vienen de Quel, otros de Tudelilla, alguno de Rincón. También hay de Calahorra y de Autol. Llevan desde antes de que amaneciese en pie y, más allá de un café, un trozo de chorizo y un poco de pan, son casi las tres de la tarde y no han echado nada al cuerpo. Los rotativos se intuyen desde la distancia y aún así tardan minutos en llegar. “Vamos a dos por hora, a tres como mucho. Despacito, como dice la canción”. Bajan de sus tractores a estirar las piernas. “Que la gente no se piense que estamos aquí por gusto. Cuánto mejor estaba yo podando”, comenta Roberto, quien no tiene otra cosa en la cabeza que la labor sin hacer de estos días. “Tengo sin labrar, sin tratar, sin barrer lo que hemos podado… pero quiero que mi hijo tenga futuro en el campo”. “Es que nos están echando de nuestras tierras”.

Nadie aquí es portavoz de nadie. Dejan hablar al chaval. “Pero porque habla un poco mejor que los demás”. Álvaro toma la palabra, pero en seguida un coro de voces va completando el discurso. Al final todos entran en la conversación. “Es que la situación es insostenible. Con las tierras que llevo, hace treinta años comían quince familias y ahora trabajamos como mulos para cobrar menos que en una fábrica”, comenta Roberto.

De momento, en La Rioja Baja las cosas están tranquilas. Mientras, ven en el móvil los vídeos que llegan de Cataluña, Castilla-La Mancha y Navarrete. Unos se alegran de que la situación se vaya complicando. Otros reniegan de incumplir las normas. Ellos han hecho hasta donde han podido. “Hemos parado casi una hora la N-232 al completo y la rotonda de la autopista de Calahorra está casi todo el día colapsada. Dejamos salir y entrar de poco en poco y ahora nos hemos metido todos a comer a la vez para descongestionar un poco la carretera”, comenta Álvaro. “Aquí pocas autovías vamos a cortar. No tenemos”.

Se preocupan por todos aquellos que no están llegando a tiempo a sus trabajos. “Sabemos que les estamos haciendo una jodienda, pero es la única forma de que se escuche nuestro problema. Ojalá pudiésemos parar sólo a los ministros y a los de Europa”. Aún así saben que cuentan con el apoyo de buena parte de la ciudadanía. La gente espera, “algunos nos sonríen desde los coches”. Hay que tener en cuenta que pocos son los que en La Rioja no han tenido un abuelo, un padre, un amigo o un vecino agricultor.

Saben que el problema es más profundo de lo que algunos ven desde fuera. “Es que lo que no puede ser es que yo venda a dos la pera y que tú la compres a veinte”. Ahí se encuentra una de sus principales peticiones. “Que se cumpla la ley de la cadena alimentaria, que para eso la tenemos”.

“Es que además no estamos jugando en las mismas condiciones que los que traen su producto desde fuera de Europa. Aquí venga cumplir y luego ves en el lineal productos sin ningún tipo de exigencia sanitaria”. Los ánimos se van encendiendo. “Y eso sólo lo pueden solucionar los políticos porque una familia que lo está pasando mal es normal que vaya al mercado y compre lo que buenamente puede pagar”, apostilla otra voz.

“No nos vamos a mover de las carreteras hasta que no nos aseguren que van a solucionar el problema”, añade Jesús, quien asegura que toda su familia ha vivido del campo. “Mi padre era agricultor, yo soy agricultor y mis hijos quieren ser agricultores, pero así es imposible”. “El Ministerio nos tiene que dar una respuesta”.

Sale de comer del restaurante en el que está parada una pareja de la Guardia Civil. “Chavales, a portarse bien”. Charlan un rato sobre los problemas que se están generando en otros puntos y se dan las gracias mutuamente. “¿Cuántos meses aguantarías sin cobrar?”, les pregunta un agricultor. “Ninguno”. Se meten en el coche. Fin de la conversación.

Mientras, el resto sigue hablando en corrillos. “Dice la Delegada que le va a trasladar al ministro Luis Planas las peticiones, pero si él mejor que nadie las conoce. Lo que tienen es que implicarse con el sector, que si no, vamos a la ruina y con nosotros el resto del país. A ver si te crees que cuando no estén nuestras almendras en el mercado y sólo estén las de fuera no van a subir el precio”.

Quieren respuestas. Jesús lanza una pregunta al aire. “¿Por qué quieren que España sea sólo un país de turismo y energías renovables?”. Nadie la sabe la respuesta. Quizás ni siquiera exista. El sector tiene tantos problemas y tantas aristas que son difíciles resumirlas en un decálogo o en varios minutos de conversación.

“Luego encima tenemos que oír que tenemos tractores de no sé cuantos millones. ¿Pero saben que la mayoría son aún del banco?”. Roberto cuanta su pequeña historia. “Mi padre se mató en un accidente de tractor. Estaba aún sin pagar. Hubo que tirar del negocio y comprar otro”. “Al mío le faltan aún cinco años”. “Al mío, seis”. Cada uno tiene su historia.

Sobre los sindicatos prefieren no hablar. “Han llegado tarde. Había algunos que llevábamos años advirtiendo que esto iba a pasar”. Roberto es claro: “¿Cómo tiene que estar todo el mundo para que sea algo tan generalizado, más allá de La Rioja, más allá de España, más allá de ideas políticas y de sindicatos?”. Aún así, algunos advierten: “Llevamos dos días, pero va a llegar un momento que la gente empiece a cabrearse si no se les hace caso y se va a liar. Ya has visto como estaban hoy las cosas por allá arriba”. Otros prefieren no calentar más el ambiente. “Hay que seguir como hasta ahora, de manera pacífica”.

Ellos volverán a salir este jueves y lo hacen con la intención de seguir haciendo visible un problema que saben que no tiene fácil solución. “Cortes de carreteras, accesos a las autopistas y que nos vean en las ciudades. En los pueblos ya nos ven suficiente”. Y solo piden que alguien se siente con ellos a hablar. “Que lo intenten. Al menos que lo intenten”.

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