Entrevista

Permitirse días malos también forma parte del proceso de superar el cáncer

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

Rebeca Palacios.- Permitirse tener días malos también forma parte del proceso de superar un cáncer, porque, según han reconocido a EFE Conchi y Rosa Mari en el Día Mundial Contra el Cáncer, no se puede estar siempre de buen humor de cara a la galería y es recomendable pegarse una llorera cuando se necesita.

Conchi Díaz, de 61 años, y Rosa Mari Santamaría, de 78, se han conocido en la Asociación Española Contra el Cáncer de La Rioja, a cuyos profesionales agradecen el trato “humano” y personalizado en todas las actividades que organizan, desde terapias psicológicas a talleres de autocuidado y maquillaje.

Ambas afrontaron de forma muy diferente sus diagnósticos: mientras a Conchi le dio por limpiar y ordenar la casa de arriba a abajo porque pensaba que se moría en quince días, a Rosa Mari solo le preocupaba cómo decirlo a su familia para evitar que se preocupasen.

Inmunoterapia contra el melanoma

Hace un año, Conchi pasó por quirófano debido a un melanoma, al que su médico no había dado importancia porque creía que era un lunar que había cambiado de forma debido a la presión del tirante del sujetador.

Desde abril pasado, cada tres semanas cumple con su ración de inmunoterapia, un tratamiento que aporta defensas a su organismo, por lo que es menos dañino que la quimioterapia, “pero también tiene sus contraindicaciones”, ha relatado.

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

“No se me ha caído el pelo, que fue lo primero que le pregunté a la oncóloga cuando me comunicó el tratamiento. Parece algo frívolo, pero cuando te lo dicen se te cae el mundo encima”, ha explicado.

Esta madre de dos hijos y abuela de una niña rechaza los comentarios sociales hacia el cáncer en plan “paz y amor”, porque hay días en los que se siente agotada y le duele mucho la zona de la operación. “Mi medicina está siendo mi nieta. Si no es por ella, muchos días no me movería de casa”, ha asegurado.

Cuatro operaciones

En 2002, Rosa Mari pasó una época de muchas diarreas, pero, como su marido acababa de tener un infarto y después sufrió una angina de pecho, su médico lo achacó al estrés del momento.

Tras insistir, logró que le viera el especialista de digestivo, quien detectó un cáncer de colon muy avanzado que le ha obligado a pasar por el quirófano en cuatro ocasiones. “Por aquella época colaboraba como voluntaria en la asociación, porque soy amiga de la infancia de Divina López, quien entonces era la presidenta. No me esperaba que me pasase a mí”, ha indicado.

Cuando contó a su familia que tenía cáncer, “todos lloraban”, ha explicado esta madre de dos hijos, pero ella se mostró “fuerte”, convencida de que lo iba a superar. Sin embargo, “la procesión siempre va por dentro”, ha reconocido, con malos momentos, sobre todo durante la terapia y la repetición de la operación cinco años después.

Tras quedarse viuda hace cuatro años, reconoce que hace una “vida normal”, aunque durante su proceso de curación llevaba “dos caras”: una para la familia y otra interna para ella misma.

La asociación, un gran apoyo

Conchi, tras su operación, vivió una fase alta, de subidón, pero una amiga enfermera le recomendó acudir a la AECC para recibir apoyo psicológico, “porque en algún momento llegaría la bajada”.

Además de terapia con su psicóloga Sara, ha hecho sesiones de fisioterapia y se ha atrevido a apuntarse un taller de maquillaje y a otro de tejer punto, con cuyas compañeras ha hecho amistad y queda a desayunar antes de empezar la labor. “Esta actividad te da mucha energía porque ves que hay gente como tú. Yo siempre digo que estoy enferma, pero no quiero dar pena”, ha indicado.

Rosa Mari coincide en que “estar con personas con los mismos problemas genera una unión terrible”. Ella, más que participar en talleres, ha dedicado su tiempo a enseñar a otros pacientes colostomizados a utilizar la bolsa que recoge las evacuaciones de la material fecal. “Desde que entras por la puerta se vuelcan contigo, no eres un número, eres una persona”, han concluido.

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