Agricultura

Naranjas sin intermediarios: del campo valenciano a Logroño

María, en la tienda de NAVEL DELCAMPO. | Fotos: Leire Díez

La Avenida Pérez Galdós de Logroño inauguró el pasado viernes un nuevo establecimiento alimentario en el número 43, con el firme objetivo de acercar el campo de Valencia al centro de la capital riojana y sin intermediarios de por medio. Navel Delcampo es un nuevo concepto de comercio donde ofrecer al consumidor el producto recogido directamente de sus campos. Así que no ha tardado en darse a conocer entre el barrio.

María, de origen riojano, y Carlos se han trasladado a Logroño para traer el alimento estrella a los hogares riojanos y lo hacen desde un pequeño local. Ambos forman parte de una asociación de productores de naranjas y mandarinas en Valencia que se dedica a la comercialización directa de fruta. Es una apuesta comprometida, la cadena de distribución se reduce al mínimo y así ofrecen a sus clientes un producto natural, sin ningún tratamiento de conservación, ni aditivo y de una calidad superior.

“El producto sale de nuestros campos, va al almacén y de allí en cajas se paletiza y va directo al camión para viajar hasta aquí. Llega en palets con naranjas de todo tipo de tamaños. No se usan cámaras frigoríficas, ni lavado, ni secado, ni triaje, así que hay naranjas que llegan con alguna irregularidad visual, pero el sabor y la calidad están aseguradas”, apunta María.

La competencia en este mercado, asegura, “es enorme”. “Nosotros ofrecemos naranjas y mandarinas de verdad, como las de antes. La fruta que hoy en día la gran distribución comercializa es fruta previamente seleccionada por calibre y luego entra en un túnel de lavado, secado y encerado, que hace que los cítricos aparezcan más bonitos. La última fase del proceso es el envasado y empaquetado. Una vez listas, se conservan en cámaras frigoríficas, cámaras que merman las cualidades y beneficios de las frutas”.

“Queremos que los precios de nuestros productos sean los correctos, así que apostamos por dar a conocer un producto autóctono con el que se asienta población en los pueblos, donde se cultiva y consigue que la fruta fresca llegue también a las ciudades y no que venga de terceros países. Así evitaremos la despoblación de los pueblos”, remarca la comerciante.

Y destaca: “Nos gusta que los clientes sepan el origen y siempre invitamos a probar la fruta para que comprueben por ellos mismos que la diferencia con otro género es notable”.

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