La Rioja

El grito de auxilio de Raúl Lacoste para ‘salvar’ la última fábrica textil de La Rioja

Raúl Lacoste Marín fue el último hilador de La Rioja hasta 2019, cuando cerró por jubilación la empresa textil familiar Hilados y Tejidos Marín-Lacoste asentada en Enciso, cuna de la industria lanera del Alto Cidacos. Una despedida que retrató el fin de una tradición artesanal, por lo que sus dueños quieren que este recuerdo, y sobre todo el patrimonio cultural que supone, se mantenga vivo con el paso del tiempo. Para ello, Lacoste pide a través de un vídeo que ya acumula cientos de interacciones que se cree un museo en su antigua fábrica para preservar toda la maquinaria

“En Enciso siempre ha habido tradición de hilatura, aprovechando todos los saltos del río Cidacos para los procesos de fabricación. Da pena ver que toda la maquinaria de la fabrica irá a parar al desguace si no cambian los acontecimientos. Estamos mirando a través de las instituciones, Ayuntamiento y Gobierno regional, y hay muchas palabras y muchas promesas, pero desde 2020 hasta ahora no vemos ningún resultado y esto tiene un principio y un fin”, sentencia el antigua hilador.

El autor de este vídeo es el joven soriano David Gallardo Ortega, conocido como ‘influencer rural’ y que se dedica a recorrer algunas de las zonas más despobladas de esta provincia y alrededores para retratar a los últimos habitantes que quedan en ellas, así como las costumbres y tradiciones de estas zonas. En uno de sus viajes se desplazó hasta la localidad riojabajeña de Enciso y allí se encontró con Raúl y su proyecto al que se aferra confiando en que pueda ver la luz.

Hilados y Tejidos Marín-Lacoste se fundó a principios de los años 50 aprovechando uno de los productos derivados de la abundancia de rebaños en la zona. De esta materia prima la familia elaboraba mantas de campo y de viaje de pura lana, así como hilaturas para calcetines y moquetas. Todo con una escasa mecanización, como un torno de hilar a mano de 200 husos con motor eléctrico de 7 HP para una producción de 8.000 kilos de mantas, aunque con el tiempo se consolidó una fábrica completamente mecanizada, con novedosos aparatos y grandes volúmenes de producción para realizar las innumerables tareas tras la recepción de la lana: ensimado (aceitado), cardado, repasadora, mechera, hilado, urdimbre, tejido, lavado, perchado y planchado. Pero todo tiene su fin.

La industria textil en La Rioja se remonta al siglo XVI, siendo Enciso la cuna donde aparecieron los primeros telares. Ya en 1530 esta villa dictó ordenanzas municipales para el gremio de pañeros y, según el Censo del Marqués de La Ensenada de 1752, por aquella época La Rioja contaba con 270 tejedores de paños, 283 tejedores de lanas, 521 cardadores de paño, 337 cardadores de lana, 39 batanes, 104 fundidores, dos afinadores y peinadores, 59 plancheros, 15 prensadores, 43 tintoreros, tres maestros laneros, seis lavaderos de lana, 73 calderas de tinte, 556 fabricantes de paño y 23 tijeras de tundir.

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