El Rioja

“¿Arrancar viñas? ¿Con qué criterio? ¿Las mías no y sí las del vecino?”

La DOCa Rioja descarta arrancar viñas para combatir la caída de ventas

La caída de ventas de vino en los últimos años, una tendencia mundial, ha obligado al Consejo Regulador de la DOCa Rioja a efectuar medidas a corto plazo para aminorar los efectos de esta crisis actuando directamente sobre la oferta. Así, se ha aprobado la cosecha en verde, la destilación, la reducción de rendimientos al 90 por ciento para variedades tintas, la prohibición de nuevas plantaciones, el reinjerto de variedades tintas a blancas o minoritarias, la creación de un panel de cata más riguroso, mayores controles de calidad y de la producción mediante inteligencia artificial,… Sin embargo, lo que no se ha abordado ni si quiera ha entrado en el debate del Consejo es el arranque de viñedo en el territorio que abarca la denominación.

Una medida que Fernando Ezquerro, presidente de la DOCa Rioja, descarta realizar porque supondría “lo más traumático para el eslabón más débil, que son los viticultores”. Así lo ha recalcado en el encuentro informativo y didáctico organizado junto al director general, José Luis Lapuente, en las instalaciones del Consejo Regulador para ahondar en la situación actual que afronta el sector vitivinícola en la denominación. “Tenemos que seguir peleando para que nadie se caiga, pero aquí las decisiones las debe tomar el propio sector”, insiste.

El prescriptor británico Tim Atkin, en referencia a este controvertido asunto, afirmó a principios de este mes que en Rioja habría que arrancar unas 10.000 hectáreas de viña. “¿Pero de dónde? ¿Las mías no y sí las del vecino? ¿Con qué criterios?”, se preguntan en el Consejo rechazando absolutamente estas declaraciones que arrojan una cifra que supone el 15 por ciento de la superficie de Rioja. “Arrancar es la última opción, porque eso implica dejar gente atrás y eso es lo que no queremos. Además, esos que se quedarían atrás serían los viticultores y cooperativas que se encuentran a día de hoy en una situación más comprometida y que suponen en torno al 17 por ciento de los productores. En la otra parte de la balanza estarían el resto de viticultores y cooperativas y las bodegas que se autoabastecen”.

Frente a la postura que se tomó en Burdeos, con subvenciones para deshacerse de parte de su potencial productivo, Ezquerro se muestra escéptico ante la posibilidad de que vaya a haber dinero público para hacer lo propio en Rioja. “Por no hablar de que tal vez ese dinero no compense al viticultor y prefiera vender su propiedad que arrancar las viñas”. El Consejo Regulador ha adoptado una serie de medidas para tratar de controlar el potencial vitícola y regular así la oferta y demanda, pero remarca que lo que es determinante es la comercialización de vino de Rioja.

La superficie de viñedo en Rioja ha sufrido una evolución dispar en las últimas décadas y es que entre 1985 y 2016 la denominación ha engordado su patrimonio vitícola en un 55 por ciento, mientras que a partir de ese mismo año se hizo ya bajo el control del Consejo Regulador. Lo que pasó en las tres décadas anteriores fue el resultado de la “codicia” y “ambición” de la mayoría de productores, viticultores y bodegas, que ante unos años de bonanzas con unas ventas que iban al alza y unos precios de la uva que acompañaban favorablemente, nadie quería echar el freno.

Así paso Rioja de tener en producción unas 39.000 hectáreas en 1985 a rondar las 52.000 en el año 2000. En 2017 había algo más de 64.000 hectáreas y en la actualidad Rioja ya acumula 66.797 hectáreas, un crecimiento motivado por iniciativa del sector y por las replantaciones contando ya con las limitaciones de nuevas plantaciones habilitadas por el Consejo Regulador. Un crecimiento prolongado a lo largo de este periodo de tiempo que contrasta con la evolución que han sufrido las ventas de vino de Rioja, más intermitentes a lo largo de los años. En 1985 se comercializaron 96,3 millones de litros y en apenas una década la cantidad creció en casi 100 millones de litros de vino más.

En el 2002 Rioja logró vender 250,2 millones y a partir de entonces fue ascendiendo hasta llegar a los 284 millones de litros en 2017 (a excepción de la caída sufrida en 2009 a raíz de la crisis económica, cuando se vendieron 236 millones). Desde 2017 hasta la actualidad, sin embargo, la curva ha cambiado de tendencia y todos los años ha perdido posiciones hasta llegar a los 251,26 millones de litros vendidos en 2022, con el descenso más acusado en el 2020 a causa de la pandemia.

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