El Rioja

Un lienzo en blanco con lo más auténtico de Rioja

Izadi Selección Blanco embotella viura, garnacha blanca, maturana blanca, malvasía, tempranillo blanco y turruntés

Roberto Vicente, enólogo de Izadi. | Fotos: Bodegas Izadi

Con las tolvas ya cerradas, por fin, y tras la tediosa tarea de la limpieza de los mostos, ahora las labores en Bodegas Izadi se concentran en el control de los depósitos de fermentaciones. Las sensaciones una vez salvada la uva son más esperanzadoras que lo que se palpaba en un principio, “con el estrés en campo” por unas condiciones meteorológicas que han dado bastante guerra. Pero Roberto Vicente asegura que el hecho de haberse anticipado en la cosecha y “acelerar un poco” les ha evitado muchos problemas después, alcanzando una buena acidez y graduaciones contenidas. El enólogo de la firma de Villabuena de Álava respira ya más tranquilo mientras anda inmerso removiendo lo que será el futuro Izadi Selección Blanco 2023, lo que se conoce como ‘battonage’ y que consiste en poner en suspensión las lías para que el vino gane volumen y untuosidad, así como que adquiera más carácter varietal.

Eso lo tiene fácil, porque a número de variedades pocos vinos le ganan. De hecho, Roberto cree que este es el único elaborado con todas las uvas autóctonas de Rioja. En proporción aproximada, lleva un 60 por ciento de viura, 10 por ciento de garnacha blanca, otro 10 por ciento de maturana blanca y también de tempranillo blanco más un cinco por ciento de malvasía y otro cinco de turruntés. Una mezcla multivarietal que salió al mercado en 2021 con las primeras 35.000 botellas de la añada 2020, pero antes hubo varios años de pruebas para diseñar el proyecto final y elegir los tonos con los que se cubriría ese lienzo en blanco.

“Queríamos que fuera un vino que marcara la evolución de Izadi, pero no la revolución. Es decir, sin perder la esencia de la bodega y, por supuesto, manteniendo también la de Rioja. Por eso hemos incluido todas las variedades autóctonas de esta tierra amparadas. La idea no era solo hacer un buen vino, sino un buen vino de Rioja”, remarca su creador. Y para eso había que acudir a algunas de las mejores tierras de la denominación. La Sonsierra ha sido el enclave elegido, con Villabuena de Álava, Samaniego, Laguardia, Labastida, Baños de Ebro y San Vicente de la Sonsierra como los términos preferidos. De unas viñas viejas cogen la viura y la malvasía que cubren las cabeceras de parcelas de tinto asentadas en las faldas de la sierra, mientras que en otras zonas cuentan con parcelas de menor edad que han plantado al gusto con la gama de variedades blancas que más les gustan.

Unas zonas que han demostrado su valía y resiliencia ante las adversidades climáticas de esta campaña. “Son, sin duda, las viñas que mejor se han comportado de todo nuestro patrimonio vitícola y esto es gracias a su edad y la altura a la que se encuentran. La que tenemos en Laguardia, sin embargo, es una viña joven pero que está entre 700 y 750 metros. Empezamos a plantarla en 2014 después de la ampliación de las variedades blancas amparadas en Rioja, pero las cepas de garnacha blanca, tempranillo blanco y maturana blanca se han comportado muy bien también gracias a esa altura a la que están y la frescura de las noches, que aporta maduraciones más lentas y que en escenarios como el de este año aguantan bien”.

Con esta última plantación completaron su proyecto vitivinícola de apuesta por los blancos de Rioja autóctonos que se completa con una viña de turruntés de 12 años ubicada entre San Vicente y Baños de Rioja. “Siempre hemos trabajado pensando en el futuro y cuando comenzamos con esto no teníamos parcelas de blanco, sino blanco en las fincas, pero entonces las variedades se elaboraban por separado. Ya conocíamos las viura y la malvasía, pero con esas primeras pruebas de 2014 vimos que el tempranillo, la maturana y más tarde la garnacha les aportaban mucho en conjunto por lo que teníamos claro que debíamos hacer algo que aunara todas las variedades. Tal vez el turruntés fue lo más difícil de encontrar porque hay muy poco en Rioja, pero dimos con un viticultor que contaba con una hectárea y que este año especialmente ha dado un resultado muy bueno”, relata.

El proceso de construcción de este multivarietal fue paciente, trabajando y estudiando las opciones para hacer encajar las piezas de un rompecabezas para que todas las uvas tuvieran su protagonismo en el ensamblaje, pero sin que ninguna resaltara sobre el resto, y siempre con el respeto a la tradición. Fue en la añada 2020, la primera que se comercializó, cuando dieron en la tecla de la calidad después de probar diferentes elaboraciones y diferentes temperaturas de fermentación para saber cuál era la mejor estrategia para conseguir un vino lo más varietal posible. “Queríamos un vino muy riojano, pero que no fuera demasiado tropical, por eso tampoco incluimos otras variedades que sí están permitidas en la DOCa, como el sauvignon blanc o el chardonnay, porque para probar eso bien te puedes ir a cualquier vino de Borgoña, por ejemplo”.

Lo primero que se vendimió este año fue la garnacha blanca el 13 de septiembre, una uva que está en espaldera y que ha sufrido más que el resto. Al día siguiente continuaron con la maturana blanca y aún cogieron otro poco de la última garnacha que quedaba en Labastida, para seguido comenzar con la malvasía y la viura. El turruntés fue lo último entrar en bodega, el pasado 21 de septiembre, poniendo así fin a la vendimia de blanco en Izadi para dar comienzo a la de tinto.

Pero la uva no es lo único que va por separado. También lo son el prensado y la elaboración, que se realiza en pequeños depósitos que ocupan una de las salas de la bodega habilitada para la microvinificación de blancos, un lugar donde dar rienda suelta a la exploración, el juego y, sobre todo, a la magia. Allí cuentan con huevos de hormigón y, en la sala contigua, barricas, fudres y ánforas porque cada variedad lleva un recorrido diferente antes de darse la mano con el resto. “Esto nos ha permitido que al principio vayamos en paralelo elaborando una variedad de tres formas diferentes para ver con cuál nos quedamos y así replicarla al año siguiente. Así vamos viendo qué es lo que necesitamos para lograr la mejor combinación. Por ejemplo, en el caso de la viura esta fermenta parte en depósito de acero inoxidable y otra parte en barrica porque así lo hacíamos antes y es algo que queríamos mantener. La maturana blanca y la garnacha blanca pasan después a hormigón para hacer la crianza sobre lías; usamos tanto barricas nuevas como usadas en función del tipo de vino y también de diferentes tamaños. Es muy divertido y la elaboración es la mejor parte de este vino, que es muy agradecido”, reconoce su autor. Nada que ver al rosado, por ejemplo, que “son todo preocupaciones en cuanto al color, procurando que no pierda acidez y que tenga la medida justa de grasa”.

Unas 60.000 botellas de Izadi Selección Blanco 2023 saldrán al mercado de aquí a un año tras pasar seis meses descansando y unificando todo en el vidrio. “Nos hemos dado cuenta que el vino nos gustaba más al final de la añada que la principio, por lo que en 2021 decidimos elaborar más vino blanco para lograr hacer el cambio de añada más tarde, pasando así de las 35.000 botellas iniciales de 2020 a las 50.000. La aceptación que tuvo entre el público fue excepcional y no pudimos aguantarlo tanto tiempo, así que esta añada saldrá a la venta en octubre o noviembre de 2024 en lugar de salir en febrero, que es cuando suelen salir casi todos los nuevos vinos. Al final el potencial de los blancos de Rioja es darle un poco de tiempo en botella para que se calme, madure y muestre todo su potencial porque esta demostrado que este tipo de vinos están más ricos con el paso del tiempo”, incide Vicente.

Subir