El Rioja

El puzle artesanal de Torre de Oña

Torre de Oña acumula 70 hectáreas de viñas viejas en vaso en Rioja Alavesa dentro de su proyecto ‘Viñedos Artesanales’

Una de las parcelas pertenecientes al proyecto Viñedos Artesanales de Torre de Oña. | Fotos: La Rioja Alta S.A.

Julio Sáenz ultima la cosecha 2023 con un mal sabor de boca. “En campo no es que haya sido un año complicado, es que directamente ha sido uno imposible. Con las olas de calor de septiembre y esas lluvias de principios de mes junto a este calor de ahora y la falta de frío por las noches ya no se puede hacer nada más que intentar ser cuidadoso en la elaboración para intentar hacerlo lo mejor posible”. Una reflexión honesta del enólogo del grupo La Rioja Alta S.A. que bien se puede compartir con una amplia mayoría del sector. Nadie dijo que fuera fácil, pero seguro que la recompensa es grata.

En unos días el trabajo se trasladará a la bodega, “donde aún queda mucho tute”, pero antes hay que focalizar toda la atención en esas últimas cepas que quedan por recorrer cesto en mano y que esperan acabar de vendimiar a finales de esta semana. Hasta las zonas altas de Elvillar de Álava, Kripán y Lanciego viajan estos días el equipo de Viticultura y los operarios de vendimia para armarse de paciencia y adentrarse en la multitud de pequeñas parcelas viejas, plantadas al vaso y con más bien pocos y reducidos racimos que conforman el patrimonio de los ‘Viñedos Artesanales’ y que serán los encargados de endulzar esta compleja campaña.

Este proyecto, impulsado en 2021 con esa primera elaboración en la bodega Torre de Oña que forma parte del grupo, forjó sus bases años atrás dado el interés por mejorar los vinos de esta bodega y en un ejercicio de pensar en el futuro en cuanto a condiciones meteorológicas y su efecto en las maduraciones. “Empezamos a buscar viñas viejas en altura donde las maduraciones fueran más lentas, y fue esta zona de Rioja Alavesa la que más nos llamó la atención por la gran cantidad de viñedos antiguos con los que contaba. También hay viña vieja en otras partes de Rioja, pero ya nos teníamos que ir más a puntos de la ribera del Ebro y zonas bajas que ya no nos interesaban tanto”, explica Sáenz.

Así emprendieron este trabajo de recuperación de los que llaman viñedos artesanales para evitar que se pierdan parcelas con más de 80 años de edad, de escasa producción (entre 3.500 y 4.000 kilos por hectáreas de media y con un rendimiento de transformación que ronda el 65 por ciento), pero con un gran potencial bajo tierra. Viñedos artesanales porque llevan un tratamiento como los de antaño, trabajándolos a mano ante la imposibilidad en muchos casos de mecanizar las tareas por la dificultad de acceder a ellos y la pendiente con la que cuentan.

A lo largo de estos tres años, Torre de Oña ya se ha hecho con 70 hectáreas de viña vieja repartidas en más de 120 parcelas donde la superficie media de ellas ronda las 0,4 hectáreas. Viñas, además, que están muy dispersas unas de otras, por lo que el trabajo aún se complica más en vendimias y a la hora de recepcionar la uva en bodega. “Esto es como un puzzle en el que hay que ir encajando todas las piezas pequeñas para que el resultado final sea el esperado”. Y a su vez, jugando con las diferentes variedades que brindan estas cepas, gran parte de ellas con un porcentaje elevado de uvas blancas, aunque con el tempranillo tinto como mayoritario y que aportan uvas, mostos y vinos de una gran calidad. “Incluso siendo este año uno tan complicado como ha sido, estas viñas han sido las que mejor se han comportado porque han madurado más tarde, manteniendo mejor la acidez y la integridad de la uva, por lo que se han conseguido unos granos muy sanos y con muy buena textura”.

Eso sí, el trabajo de búsqueda y puesta en contacto con los viticultores para hacerse con la riqueza de unos parajes en extinción también fue una tarea perfectamente medida y organizada. Ahí tuvo un papel fundamental Roberto Frías, el director de Viticultura del grupo La Rioja Alta S.A, quien se encargó de las negociaciones. “Básicamente, nos encargamos de correr la voz acerca de nuestro interés por comprar viña vieja en vaso en estas zonas del entorno de Elvillar de Álava y alrededores. Lo movimos también por algún grupo de WhatsApp donde hay un número importante de viticultores y así fue como dimos con las primeras cuatro hectáreas de este proyecto a principios de 2021. Se las compramos a una familia que se puso en contacto con nosotros y a raíz de esa operación mantuvimos el contacto con uno de ellos que se dedicó a hacer de intermediario entre la bodega y aquellos agricultores interesados en vender”, relata.

Así, se dedicó a buscar a esa gente que sabía que tenía ese perfil de viñas que demandaban en Torre de Oña. Gente, en su mayoría, de edad avanzada y sin descendientes que vayan a hacerse cargo del campo, por lo que sus viñas las cultivan unos aparceros a quienes este tipo de parcelas “les suponen más trastornos que ventajas” por el trabajo físico que conllevan y la poca producción que traen. Los pasos que se dieron en ese camino de hacerse con un patrimonio vitícola de calidad fueron más modestos durante el primer año, cuando se hicieron con apenas ocho hectáreas. Ya en 2022 la cifra total ascendió a algo más de 30 y el resto se han adquirido en este último año. Eso sí, ahora las adquisiciones de nuevas parcelas ya se hacen más a cuentagotas, “buscando lo que es muy, muy bueno y que esté próximo a esta zona, porque no existe una necesidad enorme de seguir ampliando la superficie”.

Una evolución que también se ha visto repercutida en los precios de compra: “Al principio había que salir con precios atractivos para los viticultores, pero los precios de la primera negociación se han mantenido más o menos también para el resto de los vendedores. Evidentemente, en relación a ese precio inicial ha habido luego alguna parcela muy buena por la que se ha pagado más, mientras que a su vez también ha habido alguna otra parcela que se ha pagado más barata. Es cierto que ahora, con la amplia base de viñedo que hemos logrado, no hay tanta premura por seguir comprando, por lo que la tendencia es fijar unos precios un poco más moderados”.

Frías asegura que en la mayor parte de los casos han sido los propios viticultores propietarios quienes se han puesto en contacto con ellos interesados en vender sus fincas, pero también los ha habido que buscaban hacer un intercambio de viñas, ofreciendo sus parcelas viejas en vaso a cambio de que la bodega les entregue otras en espaldera. Cambios a los que Torre de Oña ha accedido con interés, logrando salvar esos recovecos auténticos para evitar su abandono o, pero aún, su arranque. Aunque no han podido socorrer todos los parajes que les gustaría. “Anduvimos detrás de un viñedo muy bueno que sabíamos que iba a ser arrancado, así que a su dueño le propusimos varias opciones, ya fuera comprárselo o cambiársela por otro, pero no hubo forma y acabó arrancando una parcela de 80 años para plantar una espaldera con viña joven”.

La vendimia para la que será la tercera elaboración de los Viñedos Artesanales continúa estos días entre estos parajes en altura, con cepas que no siempre guardan un orden o siguen una hilera recta. Parcela por parcela, a veces separando también en bodega las uvas que llegan de cada una de ellas y otras veces agrupando determinadas viñas en función del tipo de uvas que dan. El destino final de los vinos, sin embargo, aún está por determinar. “La mayor parte de lo que elaboremos servirá para mejorar los vinos de Torre de Oña y sacar algún que otro parcelario con aquellas viñas que más nos gusten, pero también puede que usemos parte de los vinos para mejorar los grandes reservas de La Rioja Alta. Aún necesitamos más tiempo para decidirlo, pero es probable que el año que viene o al siguiente algún vino pueda ver la luz”, anuncia el enólogo de la casa. La fase de estudio, por tanto, continúa con todo un camino por recorrer por delante y con la seguridad de la calidad de estas joyas, pese a la meteorología adversa, no se verá alterada.

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