Toros

Diego Urdiales y la inmensidad del toreo

Foto: Edu del Campo

Se precipitaba la tarde por el abismo de la nada. Los toros de los hermanos García Jimenez naufragaban en el mar de la falta de casta, raza, empuje bravura, transmisión y poder. La peor de las zozobras del ganado llegaba por el lado de la presentación. Un encierro poco menos que indecente para La Ribera. De remate inexistente y sin trapío ninguno. Promedió la corrida menos de 510 kilos, que alguno achacará a las picaduras de un mosquito que anda haciendo de las suyas por los campos de Salamanca contagiando la enfermedad hemorrágica epizoótica. ¡Y una gaita!, que dirán otros muchos.

El caso es que, sin llegar a ser las ocho en punto de la tarde, vino un tal ‘Despertador’ a sacarnos de aquel ensimismamiento soporífero. Y Urdiales a meternos en otro. Ensimismamiento digo. El del toreo esta vez. Porque Urdiales bordó el toreo hoy en Logroño. Su faena fue y será de las más rotundas que se recuerden en un buen tiempo. También de las más bellas y toreras. Se salió a los medios con sumo gusto: uno a media altura por aquí, una trincherilla por allí y un trincherazo por allá. Siempre calibró con certeza las fuerzas de aquel ‘Despertador’ Urdiales, dándole al buen toro de la familia Matilla los tiempos y las pausas exactas.

Foto: Edu del Campo

Empezó Urdiales a bordar el toreo con la mano derecha. A ofrecer con los vuelos con verdad, a embarcar las embestidas, a pasárselas muy cerca, a someterlas y a soltarlas para dejarlas allá donde las volvía a encontrar para volver a instrumentar el toreo. Porque solo hubo toreo. Con la soltura, el tacto, el aplomo, el temple y el mando de quien atesora la inmensidad del toreo en el corazón y en la cabeza. Cierto es que, de vez en cuando, ‘Despertador’ se quedaba sin pilas, perdía las manos y se derrumbaba.

Hete ahí que Urdiales también supo entender aquella falta de fuerza y administró la suavidad y el mimo cabal. Prescindió de los toques y las series aumentaban en ritmo, en calidad, en poso y en profundidad a medida que iban brotando; como si cada muletazo enmendara el anterior. El medio pecho ofrecido, los riñones encajados y las zapatillas enterradas en la arena. Máxima era la hondura de aquella manera de hacer el toreo. ‘Despertador’ acudía puntual a los embroques, colocaba la cara con perfección y perseguía la muleta de Urdiales con el ritmo soñado.

Foto: Edu del Campo

Solo hubo toreo en redondo y toreo al natural. Sólo hubo toreo. La inmensidad del toreo. Dejó una estocada arriba y paseó dos orejas de incalculable valor y peso. Duele que Urdiales cerrara un 20 de septiembre su temporada. Un artista en plenitud que muchos nos privan de disfrutar.

Antes, Urdiales había tirado de las miserias que arrastraba en cada embestida el primer astado de la tarde. Se fue Urdiales a los medios a sacar agua de un pozo seco solo con su una muleta que presentaba de frente, con verdad y suavidad. Aguataba Urdiales al flojo y siempre a la defensiva animal de la familia Matilla. Y ahí que también surgió el toreo. Qué capacidad la de Urdiales para ver toro allá donde apenas hay nada. Imposible hacer más con menos. Pinchó, sonó un aviso y lo que en otras plazas hasta hubiera sido premiado con una vuelta al ruedo, en La Ribera se silenció.

Recibió Talavante a su primer oponente con unos faroles. Otro astado flojo.Hasta hubo una especie de pique en entre Talavante y Roca Rey en el momento de los quites. Dos series vino a durar el animalito de García Jiménez, que para colmo, tampoco llegaron con mucha limpieza. Aguantó Talavante un par de parones, hizo por meterse entre los pitones y dejó un desplante. Se premió con una oreja ese trasteo breve y que nunca pudo servir para poder a aquel toro tan endeble. Seguro que salió podido de chiqueros.

Foto: Edu del Campo

Corretón y abanto vino a ser el quinto. No presentó mayores problemas, pero puso al propio Talavante y a cuadrilla en no pocos apuros. El tercio de banderillas fue un desastre. Intentó Talavante agravar y mostrar aquellos defectos con la muleta en la mano y hubo veces que se encontró con embestidas largas y de buen son. Tan mal hizo las cosas el extremeño que su enemigo sacó algo de genio.

Con las manos por delante embistió de salida el que hizo tercero. Sin picar como sus hermanos, llegó al último tercio con pies y explosividad. Un cambiado por la espada de rodillas sirvió como punto de partida para el trasteo de Roca Rey. Pronto fueron a menos aquellas cuatro embestidas alocadas para quedarse sin apenas viaje. Optó Roca Rey por los circulares por la espada, tanto que interpretó de estos muchos más que naturales. Qué cosas. Cortó una oreja que casi nadie pidió.

EFE/ Raquel Manzanares.

Espoleado por los hechos de Urdiales salió el peruano en el sexto. Fes este toro el más reservón y el que más a la defensiva se puso. Se lo pasó cerca por momentos, pero lo de Urdiales para Roca es inalcanzable. Como para la mayoría.

Plaza de toros de La Ribera. 2ª de abono. Tres cuartos de plaza. Toros de Hermanos García Jiménez, de escasa presencia y peor juego. Descastados en conjunto, sin raza y sin empuje. El mejor fue el tercero, de gran calidad en el último tercio.

– Diego Urdiales: silencio tras aviso y dos orejas.

– Alejandro Talavante: oreja y silencio.

– Roca Rey: oreja y silencio.

Se desmonteró tras parear al sexto Francisco Durán ‘Viruta’.

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