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Hincarle el diente a San Mateo

Hincarle el diente a San Mateo: la imprescindible peregrinación a las degustaciones

FOTO: EFE/Raquel Manzanares.

No se comprendería San Mateo sin la posibilidad de salir a la calle y casi al instante verse en una fila que irremediablemente le conducirá hasta una especie de mostrador en el que le servirán algo que echarse a la boca. Las mañanas mateas se celebran en cocinas improvisadas en medio de la calle. De ahí hasta la hora de la comida el ambiente festivo está más que garantizado.

Forma parte del sentir logroñés, de las vivencias mateas: el acudir desde la más tierna infancia a una de esas filas para ver qué se puede degustar al final de la misma. Se aprende a comer de todo. En una de estas filas, algún mocete riojano, de la mano de su abuelo ante la imposibilidad de conciliar de sus padres durante toda una semana, habrá aprendido a saborear los embuchados, a los que quizás nunca antes se ha enfrentado pero que en una magnífica mañana de San Mateo probó de la mano de su abuela. Será un recuerdo inolvidable.

Las peñas, durante estos días festivos convierten la Plaza Mercado en el centro matutino de la fiesta. Vaquillas en la plaza de toros, y después a la plaza del Mercado a ver qué degustación toca. Este martes eran embuchados y mejillones con fritada riojana. Dos filas, dos degustaciones, y solo dos manos. Conviene organizarse para disfrutar de la mañana matea, con la ambientación musical pertinente y alguna que otra charleta improvisada con alguna cara conocida.

Es pasear Logroño en fiestas, sumarse al jolgorio, salirse de la rutina por unos días, estar el pie del cañón, cumplir con el sentir local, vivir al ambientillo que se genera por el centro de la ciudad.

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