Toros

Pedraza de Yeltes, primera triunfadora en Aldeanueva de Ebro

La ganadería de Pedraza de Yeltes ha lidiado una muy importante novillada durante la tarde de este jueves en Aldeanueva de Ebro. Sin apenas desarrollar complicaciones, los erales salmantinos han superado a los dos novilleros actuantes, siempre tan preocupados por llegar a los tendidos por el camino del efectismo y la superficialidad. Joaquín Caro y Joel Ramírez vinieron a mostrarse como dos muchachos que pasan horas y horas viendo las retransmisiones de Onetoro…

La fijeza, el recorrido, la nobleza, el punto de casta, la prontitud y la durabilidad del primer novillo de la tarde fueron premiadas con la vuelta al ruedo en el arrastre. Su matador, Joaquín Caro, se mostró como un novillero de sobradas cualidades físicas y atléticas, lo que vino a jugar en su contra. También vino a sumar para mal su escasa naturalidad y su mecánica manera de interpretar el toreo. Inició su trasteo por cambiados por la espalda, se pasó muy lejos a su enemigo en el toreo en redondo y los mejores pasajes, por reunión y cadencia, llegaron al natural. Cerró por manoletinas de rodillas y con un pinchazo letal. La oreja de aquel tan buen novillo vino a certificar aquel insulso trasteo.

El novillero peruano se las vio más tarde con un novillo mucho más hecho y hechurado. De embestida más explosiva también. Aquella explosividad hacía que el ´pedraza´ persiguiera unas veces las telas de Caro como un tejón. Otras, cuando el novillero acortó las distancias, vino a pararse y a protestar. Las bernadinas finales y una estocada de efecto fulminante, sirvieron para que cayera el segundo trofeo de la tarde.

Desorientado apareció en escena el que hizo segundo. Bien podía deberse aquel comportamiento al insufrible calor reinante. Pero no. El fino eralito salmantino pisó la centenaria plaza de Aldeanueva con las manos destrozadas. Acusó el astado aquella lesión durante toda la lidia, perdiendo aquellas manos maltrechas cuando las cortas series de Joel Ramírez parecían coger vuelo. Una estocada y un golpe de descabello pusieron fin a una faena impregnada de mucha técnica.

Se dejó para el final el novillo más fuerte del encierro. Y también de pitones abrochados. Fueron apareciendo las mismas virtudes que en el que hizo primero en este otro de Pedraza de Yeltes: fijeza, prontitud, nobleza, recorrido, el punto de casta, la duración… De mayor ritmo, repetición y transmisión fue este. Inició de rodillas su faena Joel Ramírez para ser desarmado. Y también llegarían más desarmes a lo largo del trasteo. Demasiado pronto optó el torero formado en la escuela de Madrid por los circulares y las luquecinas. O, al menos, cuando aún no había conseguido gobernar aquel torrente de embestidas francas y nobles. Casi todo lo que hacía Ramírez llegaba a la vez. Como sin gustarse en nada de lo que iba materializando. Dejó una buena estocada y consiguió el doble premio. Para este bravo y buen novillo de Pedraza de Yeltes no hubo recompensa alguna, más allá de las palmas en los tendidos.

Caro y Ramírez abandonaron la plaza de Aldeanueva a hombros, aunque la verdadera triunfadora fue la divisa salmantina.

Plaza de toros de Aldeanueva de Ebro. Tres cuartos de entrada en tarde de calor insoportable.

4 erales de Pedraza de Yeltes, mejor presentados los dos últimos, de gran juego en general. Destacaron por nobleza, casta, fijeza y transmisión los lidiados en primer y cuarto lugar. A aquel primero, herrado con el número 68, se premió con la vuelta al ruedo en el arrastre. Con más complicaciones fue el tercero. El segundo se lesionó.

. Joaquín Caro: oreja y oreja.
. Joel Ramírez: silencio y dos orejas.

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