La Rioja

Calor de verano a pie de calle: trabajos bajo el sol

El verano ya está aquí y, esta vez, ha pisado con fuerza. La llegada del estío significa sol y calor, también esas ganas de refrescarse. Nadie puede negar que la ola de calor, acompañada de altas temperaturas, afecta a toda la ciudadanía, pero no por igual. Logroño se viste este viernes de alerta amarilla con temperaturas que rozan los 40 grados y, sin duda, los trabajadores las sufren en primera persona.

Por ello, con el fin de ajustarse al nuevo clima, cada vez más patronales y sindicatos de diferentes comunidades autónomas piden un cambio de horario que asegure un aspecto fundamental: la seguridad en la empresa. Las compañías con empleados que realizan su labor al aire libre deben incorporar, de cara a los meses de julio y agosto, protocolos con medidas específicas que reflejen las condiciones de trabajo frente a las posibles olas de calor, además de determinar nuevos horarios.

UGT ha exigido en la región que las empresas cumplan con la normativa sobre prevención de riesgos laborales. De esta manera, se podrán evitar accidentes relacionados con la exposición a altas temperaturas. “Según lo dispuesto en el Real Decreto-ley 4/2023, en los trabajos al aire libre y en aquellos lugares de trabajo que no puedan quedar cerrados, se deberán tomar medidas adecuadas para proteger a las personas frente a los fenómenos meteorológicos adversos”.

Benito Santamaría, repartidor de Fontecha

RIOJAPRESS/FERNANDO DIAZ

Ser repartidor es una de las profesiones más castigadas por las altas temperaturas. Benito Santamaría, de Fontecha, asegura que trabajar con el calor “se hace más duro, pero no cambia nada”. El repartidor ve condicionado su trabajo por la hora de apertura de bares y restaurantes. A su vez, hace referencia al aumento de las ventas que suponen la llegada del calor: “A la gente le apetecen bebidas frescas, entonces hay más trabajo”.

Adrián Daroga, camarero de Soho y Casa Víctor Laurel

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Los camareros son otro de los sectores más afectados. Más aún si trabajan en terraza. Adrián Daroga, camarero de Soho y Casa Víctor Laurel destaca que el calor es “insoportable” y, sobre todo, “si pasa los 30 grados”. A su vez, expresa como se siente: “Las altas temperaturas hacen que sudes y, si ya se hace más duro de por sí, también hace que te sientas incómodo en tu trabajo”.

Relacionado con la estación más fría, el invierno, habla de la diferencia de clientela que supone: “La gente puede pensar que viene mucha más gente porque hace buen tiempo, pero pasa todo lo contrario”. Daroga afirma que los logroñeses “buscan refugiarse a la sombra en la piscina o en sus casas” y que son la gente de fuera los que todavía se acercan a tomar algo si están en la capital riojana y “les pilla de paso”.

Rene Londoño, trabajador para la empresa de reforma Carmona Morales

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Parece que el sector de la construcción también puede sufrir las consecuencias del calor en sus propias carnes. En cambio, Rene Lodoño, de la empresa de reforma Carmona Morales desmiente esta teoría: “Mientras estés bien hidratado no hay ningún problema”. Pese a que se haga más duro, Londoño confiesa darle igual el calor y no verse afectado por el mismo: “Después de muchos años de trabajo, estoy acostumbrado”.

Miriam Villoslada y Elisa Ruiz, trabajadoras de Cruz Roja

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Los vendedores de la calle no iban a ser menos. Desde Cruz Roja, Miriam Villoslada y Elisa Ruiz mencionan llevar en la calle para vender bonos de lotería desde las nueve de la mañana y notar ese aumento de temperatura. “Pese a ser un día puntual sí que notamos esa diferencia, sobre todo con años anteriores”.

Además, desde la asociación y a lo que la nueva ley se refiere, confiesan que este año han adelantado la hora salida por la ola de calor. Mientras que antes salían desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde, ahora lo hacen de nueve a una.

Alfonso Garrido y Nieves Mera, panadería Cumpanis

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Los panaderos. No del todo a pie de calle, pero igual o más perjudicados por las altas temperaturas. En la panadería Cumpanis, Alfonso Garrido y Nieves Mera aseguran no llevar bien el calor. Sin embargo, están obligados a soportarlo porque “es trabajo”. Él, de cara al público. Ella, dentro cocinando el pan.

“En invierno vendemos más porque en verano la gente come menos pan”, afirma Garrido. Además, una curiosidad con la que cuenta trabajar en una panadería. “No podemos tener aire acondicionado porque tiene que haber corriente”. También comentan no hacer horario especial, pero sí verse presionados por el ritmo de trabajo: “Hay que ir más rápido para que la masa no fermente y el pan no se vea afectado”.

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