El Rioja

Blancos nuevos con las cepas antiguas del Medievo

Allá donde el cierzo y el bochorno cruzan sus caminos, en la localidad en la que el vino se respira del amanecer al anochecer, un grupo de valientes y enamorados de los orígenes del Rioja decidieron hace ya más de dos décadas crear una de las primeras bodegas de Aldeanueva de Ebro. Con un nombre que le remite a cualquiera a tiempos de alquimistas, monjes y territorios señoriales, nació Bodegas del Medievo, de la mano de un grupo de agricultores y técnicos que apostaron por unir su experiencia en el sector para dar vida a un proyecto en el que el valor de las raíces y la familia es prioritario.

Cerrar el círculo. Desde el campo hasta la comercialización. Jugando cada año con los 1,3 millones de kilos de uva que permiten a la bodega crear unos vinos que llevan el sello personal de Santiago Garde que con décadas de experiencia se ha convertido en un auténtico artesano de coupages, monovarietales y que conoce a conciencia cada palmo del terreno que ocupan los dominios de Medievo y las variedades que vienen al mundo de las cepas que allí tienen desde hace décadas.

Los sauvignon y los chardonnay conviven con las viuras, los mazuelos y gracianos o los tempranillos y las garnachas en unas tierras donde los límites los marca sólo la altitud y el conocimiento del territorio que en su día los abuelos de los actuales socios eligieron para plantar sus rencles.

Tradición y vanguardia se dan la mano en un riguroso estudio de maduración buscando el momento óptimo de calidad para sustraer lo mejor de cada racimo. Pioneros en la introducción de blancos fueron unos de los primeros en apostar por el tempranillo blanco consiguiendo vinos sorprendentes como su Medievo blanco fermentado en barrica donde la esforzada labor de los trasiegos permiten el nacimiento de un vino de sabores dulces que recuerda a los grandes vinos franceses. Nunca lo dejaron de hacer, incluso cuando no estaba de moda. Ahora se lo quitan de las manos y cada vez son más las botellas de este delicioso elixir que tienen que embotellar.

El juego con las lías es clave para conseguir los olores y los aromas que desprende. Así la versatilidad del mismo. “Marida bien con cualquier comida, incluso con las verduras que siempre son tan complicadas”.

Con la climatología de un lugar esculpido con el único propósito de engendrar vinos como mejor aliada, en los terruños de Medievo – muchos de ellos en las faldas de Yerga- las viñas aguantan con coraje los inviernos continentales y los veranos mediterráneos consiguiendo así plasmar la riqueza del entorno en el  producto final.

Los proyectos de I+D han permitido que la bodega vaya dando pasos de gigantes en el mundo de los blancos. “Fueron los primeros proyectos de innovación que hicimos, sabíamos que el banco era mucho más técnico y decidimos avanzar por ese camino”, cuenta Santiago. Después llegaron otros relacionados con el graciano. “Era un vino que siempre habían utilizado nuestros abuelos y pensamos que debía ser por algo”. Y de ahí nacieron vinos que ahora se beben en todo el mundo como el Tuercebotas un 100% graciano recogido de manualmente de una de las joyas de la corona de la bodega, la finca ‘Las Cáscaras’.

Y de Aldeanueva al resto de Europa. Gran Bretaña pero también Alemania, Holanda, Dinamarca, Bélgica, Suiza… incluso tienen su hueco en países como Italia y Francia. Y del viejo continente a nuevos mercados como China, Singapur o Corea mirando hacia el este y Brasil, México o Estados Unidos, en la otra punta del mapa.

Ideas nuevas con cepas antiguas en un trabajo fruto de generaciones, del buen saber hacer de los antepasados de los socios de la bodega que se enorgullecen de que sus hijos paseen por las viñas que plantaron sus abuelos.

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