La Rioja

La radiografía del suicidio en La Rioja: cada vez más jóvenes

Silenciado en la mayoría de las ocasiones. La incomprensión, el dolor y la vergüenza ha hecho que históricamente las víctimas de los suicidios (tanto los que fallecen como los que quedan: familia y los amigos) sean ignorados y estigmatizados por una sociedad que ha dado la espalda a uno de sus mayores problemas de salud pública. Se han ido dando pasos (hubo un tiempo en el que los muertos por esta causa ni siquiera podían enterrarse en los camposantos), pero no los suficientes, especialmente para atajar un problema que preocupa a psicólogos, psiquiatras y demás profesionales desde hace años y que en 2022 marco cifras históricas.

Una media de 3.500 víctimas anuales a lo largo de los últimos años en España (se superaron las cuatro mil en 2022), unos 26 casos de media al año en las dos últimas décadas en La Rioja. El suicidio ha sido la causa de muerte de al menos diez personas en lo que llevamos de año en la región. Algunos madiáticamente conocidos por las circunstancias o los lugares elegidos para llevar a cabo el acto autolítico, otros en la más absoluta intimidad, la realidad es que el suicidio es la primera causa de muerte no natural desde hace años en La Rioja, y la primera causa de muerte entre los más jóvenes.

Raquel Toribio, del Colegio de Psicólogos de La Rioja, lo explica con claridad. “Los datos son muy preocupantes en general; pero tras la pandemia, los suicidios, intentos de suicidio y autolesiones se están disparando entre los jóvenes”. Los motivos son varios. Entre los principales, las redes sociales y la utilización del móvil. “El ciberacoso está haciendo estragos entre los más jóvenes, normalizan el insultarse por las redes pero la víctima sufre mucho”. Además la perdida de capacidad de socialibilizar. “Todo lo hacen a través del móvil y un móvil no te va a dar un abrazo cuando lo necesites”.

La primavera, momento de repunte

Hay muchos mitos en torno al suicidio. Uno de los que no se cumplen es aquél de “quien lo dice es porque no lo va a hacer”. Error. “No siempre es así, y si esa persona lo dice por llamar la atención también tiene un problema importante que hay que tratar de solventar”. Raquel trata de evidenciar una diferencia clara; “No es lo mismo que en una época mala pienses el típico ‘cómo no me moriré’ que tenerlo planteado, fijado, buscada la forma, incluso en muchas ocasiones la fecha”. Hay otras circunstancias que sí son habituales: “Siempre hay repuntes en primavera y otoño, creemos que puede ser por los cambios de luz, es una tema de emociones”.

Además, aunque el suicidio es un problema transversal, sí tiene un perfil en cuanto a porcentajes. El 75 por ciento de los casos son hombres, la mayoría de ellos de mediana edad; entre las personas sin pareja el riesgo se multiplica por 3,5 y tener determinados problemas de salud como las enfermedades crónicas son otros condicionantes. Sin embargo son muchas más las mujeres que lo intentan. “Ellos utilizan métodos más letales”, aseguran los especialistas.

 

 

Las experiencias en otros países demuestran que se puede mejorar el conocimiento sobre los motivos que llevan a tomar esa decisión, formar en la prevención y una financiación a la altura del problema. “El primer sitio donde hay que estar atentos es la familia y los centros educativos, pero allí no tienen herramientas necesarias”, asegura. “Lo hemos pedido, debería haber un psicólogo en cada colegio, no un orientador que sea psicólogo, porque él no tiene tiempo para ejercer esas funciones de ayuda a los chavales. Como asociación hemos tenido que ir a centros en La Rioja para echar una mano porque había habido algún suicidio entre los alumnos, lo importante en estos casos es hablar con los chavales”.

Y es que hablar lo es todo. “Si sospechamos que alguien de nuestro entorno tiene ese tipo de pensamientos hay que hablarlo, que sepa que tiene gente con la que contar, preguntarlo directamente si es preciso, la gente no quiere morir, lo que quiere es terminar con el sufrimiento que tiene”. El segundo paso es animarlo a contar con el trabajo de un especialista. “Muchas veces por mucho que queramos a una persona no tenemos las herramientas necesarias para echarle una mano, hay que contar con profesionales”.

Ese es uno de los principales problemas. La falta de especialistas en la salud pública. El ratio europeo es de 18 psicólogos por cada cien mil habitantes, en La Rioja no se llega ni a seis. La comunidad tiene 18 psicólogos clínicos y 23 psiquiatras trabajando en el sistema público de salud para una región de más de 300.000 habitantes. Además no existe ningún trabajador de enfermería especializado en salud mental.

La nueva ley de Salud Mental aprobada en esta última legislatura intenta paliar esto y llegar a ese ratio, pero habría que multiplicar por tres el número de profesionales. “También la ley obliga a que haya enfermeras especialistas y psiquiatras, trabajadores y educadores sociales, es un tema muy serio que tenemos que tener muy presente desde las administraciones y por eso desde Izquierda Unida hicimos tanta presión por qué se aprobase finalmente esta ley”, explica Henar Moreno, diputada regional.

“Era importante que estos derechos se recogieran en una ley y no en un plan, como hasta ahora, porque son las leyes las que generan obligaciones para los poderes públicos”, subraya la parlamentaria de IU.

Iván Santoalla es profesor de Salud Mental en la Universidad de La Rioja. Él ha participado en la creación de la ley. “Parece que es una ley muy general, pero no es así. Todo lo que se hacía ahora en el tratamiento de la Salud Mental en la comunidad se hacía por el interés de los profesionales y ahora está recogido en una ley”.

Detalla los avances que tiene la ley en lo que se refiere a investigación. “Prácticamente no ha habido este tipo de investigación en La Rioja porque no había fondos para estos estudios, ahora el CIBIR tendrá que tener una línea de investigación igual que la tiene para otro tipo de enfermedades”.

Además pone el punto de mira en el código de detección de suicidio. “Sabemos que la gente que lo intenta en un gran porcentaje lo vuelve a repetir durante el primer año, por eso es tan necesario este código que consiga una atención a esas personas de forma inmediata”. Centra el tema en los más jóvenes. “En la mayoría de los casos es un cortocircuito temporal el que les lleva a autolesionarse o a tener conductas suicidas y sabemos que con una intervención puntual puede solucionarse el problema”.

Además, la ley habla de protocolos “que ahora tienen que estar dotados de presupuestos” y de un órgano transversal en el que lo educativo, lo social y lo sanitario estén representados. “Ahora se detecta un caso en un colegio y muchas veces no saben a dónde acudir porque no existe ese órgano.” “Una buena ley”, en definitiva, que pretende solucionar un problema grave.

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