Toros

Morante de la Puebla, Patrimonio de la Humanidad

FOTO: La Maestranza-Pagés (Twitter).

Un tumulto de felicidad se llevaba a Morante de la Puebla en volandas por la Puerta del Príncipe de La Maestranza. Apoyado sobre dos hombros iba el genio; sostenido en los corazones del orbe taurino viajaba, ya de anochecida, el mejor torero de los últimos tiempos. Y de una buena parte de la Historia. Porque hoy Morante hizo eso, historia, y, por supuesto, también el toreo. En su máxima expresión. Desde que se abrió paso por la calle Iris a eso de las 6 de la tarde; tan bien vestido, tan torero, tan solemne.

La tarde de Morante fue majestuosa de principio a fin. Desde su primer saludo hasta su último volapié. O a la forma de pasear los máximos trofeos. Vinieron estos a saldar deudas pasadas y también a premiar un compendio de toreo y un tratado de tauromaquia. Y una forma de manejarse por la vida y por el mundo. Dos faroles abrieron paso a un saludo a la verónica colosal. Tan templado y mecido. Ganando siempre terreno hasta los mismos medios. Tan embarcada la embestida y tan profundo el trazo. La cadencia precisa, el compás aquilatado. ¿Cuántos carteles de toros caben en una verónica de Morante? Vino a sonar la música y allá que Morante siguió acariciando la aterciopelada embestida de ‘Ligerito’. Las ‘tafalleras’ con las que el sevillano sacó del peto al toro de Domingo Hernández fueron otra delicia. Con ese trazo tan curvo, con el temple exacto. En aquel clímax se coló Urdiales para dejar dos medias descomunales. Y llegó otra réplica de Morante por ‘gaoneras’ esta vez. Tan cargada la suerte; tan enfrontilado el toreo. ¡Ea, el toreo!

FOTO: La Maestranza-Pagés (Twitter).

Y vinieron luego los ayudados al inicio del trasteo. Con el sabor a tauromaquias añejas. Y bajo aquella reunión, aquel empaque, aquel ajuste y aquella profundidad, se empezó a cincelar una obra sideral. A esculpir un monumento colosal. Siempre tan ligado. Todo tan templado. La embestida tan embarcada. Perenne la naturalidad. Inmutable la torería. Siempre Morante tan en el sitio. Todo tan a compás. Pedían versos los últimos naturales, tan de frente, tan cargada la suerte, tan en terrenos de ‘Ligerito’. Tantas tauromaquias en una misma faena. Tantas hemerotecas resucitadas. Morante, Patrimonio de la Humanidad. Una obra sublime justamente premiada con los máximos trofeos. 52 años hacía desde que Ruiz Miguel cortara a un toro de Miura el último rabo en La Maestranza.

El saludo de Morante a su primero vino a presagiar lo antes descrito. Una lección de temple, cadencia y suavidad. Siempre ganando terreno. Un volatín lesionó la buena condición del entipado toro de Domingo Hernández. O le hizo perder el alma. Tuvo que hacer Morante todo a favor del toro. Sin atacar nunca. Con tanto relajo y más naturalidad.

FOTO: La Maestranza-Pagés (Twitter).

A Diego Urdiales hace mucho que le persigue el mal fario. Un mal fario muy mal fario. Su primer oponente no se empleó nunca, salió siempre desentendido y pegó arreones de manso. Décadas pasadas evocó ‘Desvalido’ cuando barbeó tablas y buscó la salida del ruedo justo cuando Urdiales decidió despenarlo.

Peor papeleta para el riojano fue la de tener que torear tras la obra de Morante. Sacó raza Urdiales y vergüenza torera y allá que dejó pasajes de torería y también de toreo. Como el inicio con esos ayudados por bajo de tanto sabor. Supo aprovechar por momentos la trasmisión y el buen viaje del pitón derecho de ‘Lloroso’. Una serie en redondo llegó sobrada de empaque y mando. Un pitón, solo uno, de cuatro toros en esta feria de abril… Pecó Urdiales de volver al pitón malo y dos enganchones deslucieron el último tramo del trasteo. La estocada fue de premio.

FOTO: La Maestranza-Pagés (Twitter).

Bordó Juan Ortega el toreo de capa en sus dos toreos. Aquellas verónicas tan sentidas, tan despaciosas, tan sedosas. Tan sublimes. Hubo una a su primero que aún no ha terminado. Como aún sigue revoloteando aquel quite por delantales. Tan mecido, tan garboso y tan pinturero. Replicó aquí Morante por chicuelinas y una media a pies juntos que fue cumbre. Y más aún la re-réplica de Ortega a la verónica. Tan adelantado el capote, tan acariciada la embestida, tan hondo el trazo. Tras el brindis a Curro, llegó un trasteo breve, pero de gran firmeza, quietud, verticalidad y naturalidad en lo poco que vino a durar ‘Púgil’.

Llegarían las mejores verónicas de la tarde (y ya es decir) en el sexto. Otro saludo para el recuerdo. Tan firmes las plantas, tan encajada la figura, tan suelto el capote, tan bien jugadas las muñecas, tan recogidas las embestidas. Tampoco sin atacar, la corrida vino con el empuje y la fuerza cogida con pinzas, inició su trasteo con suma belleza. Y ya.

Creo que Morante aún sigue a hombros. Al menos, en mi corazón.

La ficha

Plaza de toros de La Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 8º de la Feria de Abril. Casi lleno de entrada. Toros de Domingo Hernández, justos de empuje y fuerzas en líneas generales. Destacó el cuarto, ‘Ligerito’, de enorme clase, premiado con la vuelta al ruedo. El primero se desfondó; imposible resultó el manso segundo; el resto resultó manejable, aunque duraron demasiado poco.

• MORANTE DE LA PUEBLA, ovación y dos orejas y rabo.
• DIEGO URDIALES, silencio tras aviso y ovación.
• JUAN ORTEGA, ovación y silencio.

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