La Rioja

Sojuela, el hogar de las mariposas en La Rioja

Salvador Peñalva posa con algunos de los ejemplares localizados en el municipio

A lo largo de siete kilómetros de longitud y 800 metros de desnivel se encuentra la mayoría de estratos ecológicos de La Rioja y, lo que es más importante, el reducto para cientos de especies distintas de mariposas. La abundancia de matorrales, robledales, brezal, hayedos, pinares y cultivos, principalmente viñedo y frutales, que se reparten en el término de Sojuela propician un ecosistema idóneo para el desarrollo de estos lepidóptedos.

Una diversidad, además, que no se da en otro enclave de La Rioja y es que en el 30 por ciento de la superficie de La Rioja se condensa el 75 por ciento de las mariposas identificadas en la comunidad. Un hecho que ha impulsado que este entorno a las faldas del Moncalvillo sea objeto de un estudio en profundidad para la Asociación para la Defensa del Medio Ambiente Rural de La Rioja (ADEMAR) de la mano del proyecto Lepisojuela.

Los promotores de esta iniciativa son Salvador Peñalva, Tomás Latasa y Andrés Garzón, quienes vienen forjándose a lo largo de dos décadas en la captura y estudio de estos insectos “para concienciar sobre la importancia de su conservación”. Hasta el momento han logrado identificar 112 mariposas diferentes de vuelo diurno (el 72 por ciento de todas las de La Rioja) de las 250 localizadas a nivel nacional y hasta 580 especies de vuelo nocturno de las cerca de 4.000 estudiadas en todo el país (el 35,5 por ciento del total).

Son amantes de la naturaleza, pero también defensores de mantener un equilibrio en el entorno entre los diferentes ecosistemas y la gente que vive del campo. “Hemos trabajado en la sensibilización de los agricultores de la zona para evitar que acaben con las mariposas que se encuentran o cualquier otro animal. Saben que si ven algo raro lo mejor es que nos llamen para que lo identifiquemos y estudiemos”, apunta Peñalva reconociendo que una de las virtudes de Sojuela es que no hay una gran explotación agrícola del entorno y que casi todo es monte bajo, por lo que hay más variedad de plantas nutríceas a las que están ligadas las orugas de las que salen las mariposas.

Mediante un mapa se ha dividido el término municipal de Sojuela en 16 cuadrículas de un kilómetro cuadrado cada una para visitar cada una de ellas durante las cuatro estaciones y así analizar lo que vuela en cada época del año y estudiar su comportamiento y grado de vulnerabilidad. Hay mariposas que solo se pueden identificar por sus órganos genitales a través del microscopio, pero también se diferencian por sus antenas y los colores de sus alas. Así, las que tienen antenas acabadas en un redondel son las hembras, mientras que los machos suelen tener antenas plumosas, como con pelo. De igual forma, los machos tienen colores más intensos para atraer a las hembras, pero a su vez son un blanco más fácil para los pájaros.

De izquierda a derecha, Andrés, Tomás y Salvador en una de sus salidas a campo para localizar ejemplares de mariposas.

“Luego están las que hacen ruido o emiten sonidos para alejar a los murciélagos, así como las que alertan a los pájaros de que son tóxicas con sus tonos rojizos y negros, aunque los tonos de las mariposas se deben principalmente a una labor de camuflaje frente a depredadores”, indica mientras explica cómo transcurren sus expediciones al campo cargados de material entomológico para las mariposas diurnas y lámparas trampa para observar a las mariposas de vuelo nocturno que son mucho más abundantes. Será la próxima semana cuando Peñalva y su equipo de exploradores expongan los resultados de su nuevo estudio sobre estas especies que no se ven a simple vista, pero que están ahí. Unas mariposas que se caracterizan por tener unos colores más suaves que las diurnas.

El equipo de Lepisojuela en una de sus salidas a campo para localizar ejemplares de mariposas.

Todo un trabajo de fondo que está digitalizado en una colección para asegurar su conservación en el tiempo. “Fotografiamos cada especie diferente que capturamos porque no podemos arriesgarnos a que los paneles donde guardamos las mariposas disecadas se pierdan con el tiempo debido a las polillas. Pero en el caso de aquellas que están superprotegidas, que suelen ser unas 12 especies, nos limitamos a hacer la captura y suelta una vez hemos recogido todos los datos y la hemos fotografiado”, explica. El cambio climático también ha hecho mella en este campo, provocando cambios en los ciclos de migración de las mariposas que llegan, por ejemplo, de África y que están adelantando su viaje. “Hay ejemplares, además, que solían quedarse en el sur de la península pero que ahora es más habitual verlos aquí en La Rioja”.

Con lo que hay que estar alerta en plena primavera, advierte Peñalva, es con las orugas conocidas como las procesionarias, que son urticantes y que ahora en esta época comienza su peregrinaje de los pinares hasta llegar a un terreno blando donde enterrarse. “Sobre todo existe peligro de cara a las mascotas que van por el monte porque las huelen y las chupan que puede provocar necrosis en su lengua. De ahí que en unas tres semanas haya que estar alerta, en función del tiempo que haga”.

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