Gastronomía

Tortilla de patata: zona de grandes clásicos (VII)

La tortilla del Mere es un recuerdo de la cultura popular de La Rioja. En la Travesía de San Juan, en un pequeño bar de toda la vida, las familias se agolpaban a mediodía y por las noches para degustar sus famosos bocadillos de tortilla de patata, que salían a chorro gordo por una diminuta cocina que se podía observar desde el interior del establecimiento. Con o sin picante, siempre perfectamente envueltos en la famosa servilleta blanca que absorbía parte del aceite que presentaba esta receta. Protección que por efecto de la química se volvía transparente. Aunque en este bar lo de menos era mancharse. Todos se manchaban con este bocadillo de tortilla que chorreaba huevo y patata por sus cuatro puntos cardinales. Chuparse los dedos, en este caso, no era una metáfora para advertir lo rico que estaba. Era un bocadillo de tradición, como el hecho de empujar el palillo hacia abajo para acceder mejor a los champiñones de La Laurel.

En el bar Mere servían una de las tortillas de patata más populares de La Rioja. La visita era obligada. Nadie pasaba de largo de este espacio que pasó a mejor vida. Siempre a tope, ni un hueco, sobre todo en festivos y fines de semana, a los riojanos, de niños, les salían los dientes probando la tortilla del Mere. Siempre recién hecha, la pregunta que jamás nadie supo resolver es cuántas tortillas salieron de esa cocina al cabo de toda su trayectoria. Imposible contarlas. Aunque el secreto es que siempre salían igual. Las hacían todas de la misma forma. Tenían su receta y cumplían todos los días.

Hacerse un hueco para acceder a la barra era un esfuerzo que merecía la pena. Jamás ha habido una rotación de clientes tan elevada. Los pedidos saltaban por encima de las cabezas de los que esperaban en una fila sin orden alguno, para llegar a los afortunados que ya habían pedido su bocadillo, con o sin picante. Y este picante sí que picaba. El asunto iba en serio, que es lo que se debe pedir a un buen picante, que pique. Las del Mere picaban de verdad. Y es lo que buscaba el cliente fiel, que venía a ser más o menos media comunidad autónoma. Se presumía de la tortilla del Mere, como se hace con todos esos grandes clásicos del pincho logroñés. Era una de las cartas de presentación del buen comer logroñés. El que venía de fuera pasaba por donde el Mere.

Para el recuerdo quedan aquellas fotografías que impresionaban desde la distancia. Reflejaban cómo un pequeño bar de provincias podía concitar el interés de tanta gente al mismo tiempo y no caer desfallecidos mientras hacían centenares de tortillas de patatas a la semana. Tras el cierre de cada día, ya de madrugada, un paseo por la Travesía de San Juan permitía observa la magnitud del asunto, con las miles de servilletas que quedan en el suelo para su limpieza.

La reconocida tortilla del Sebas es solo uno de los tesoros de su imponente barra.

El Mere es un clásico que ha pasado a la historia de la gastronomía popular de Logroño. Afortunadamente siguen existiendo grandes clásicos de la tortilla de patatas que han marcado y siguen marcando a muchos riojanos y visitantes. “La del Sebas” es una frase recurrente. “Vamos a la tortilla del Sebas”, la más habitual. Buscan esa pequeña ventana por la por la que se salen recetas que conforman a buen seguro la mejor barra logroñesa, en la que muchos se detienen en su excelente tortilla de patata sin percatarse que se pierden lo mejor, que son el resto de propuestas que se elaboran en el piso superior, que bajan por el montaplatos a la esquina que ocupa Juan, que reparte cosas muy ricas entre sus clientes. A muchos niños riojanos les salen los dientes comiendo la tortilla del Sebas, como hace tiempo era la del Mere, dos grandes clásicos de la cocina popular de La Rioja.

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