Firmas

Tinta y tinto: ‘La izquierda y sus tiros en el pie’

En las elecciones europeas de 2014, para que los votantes de izquierdas no se equivocaran de papeleta a la hora de votar, Podemos puso la cara de Pablo Iglesias encima del nombre de la formación morada. Así no había fallo posible. “El coletas”. Y es que el rojerío patrio tiene que hacer un máster en partidos, organizaciones, siglas y logos cada vez que se acercan las elecciones. Surgen entonces a la siniestra del PSOE un sinfín de plataformas que se autoproclaman como la “verdadera izquierda”, después de haber salido escaldados de asambleas varias en las que sus principales dirigentes no han logrado los puestos y cargos que esperaban.

No hay nada que alegre más al lado contrario del espectro ideológico que ver cómo se divide el voto en la acera de enfrente, provocando extraños sucesos como que Concha Andreu (PSOE) sea presidenta de La Rioja en 2019 con menos votos que su compañero de partido Francisco Martínez Aldama en 2003 y 2007 durante las mayorías absolutas de Pedro Sanz (PP). El “fin” del bipartidismo que desencadenó en 2011 el 15-M ha convertido cada “fiesta de la democracia” en una tortura matemática donde los asesores se vuelven locos durante meses mientras afinan estrategias que sirvan para captar los votos que más convengan en cada momento.

Hasta aquí, todo parece lógico y, por tanto, podríamos convenir que cuanto más unido esté el voto en un lado del tablero, más posibilidades tiene su partido principal de ganar las elecciones. Y si no, que se lo pregunten al ya citado Pedro Sanz con cinco mayorías absolutas consecutivas hasta que cuatro diputados de Ciudadanos le impidieron continuar su reinado. Pues bien, tan simple no parecerá el asunto en el lado (más) izquierdo de la balanza cuando la incapacidad de articular un proyecto conjunto se hace patente cada cuatro años. Y eso que la última vez que sus dirigentes lo han conseguido hemos tenido al “coletas” de vicepresidente del Gobierno de España.

La capacidad innata de la izquierda para pegarse tiros en el pie es asombrosa para sorpresa siempre de sus simpatizantes, que no de sus rivales. En La Rioja, para no perder las buenas costumbres como la de beber vino en bota o asar chuletillas al sarmiento, vamos a asistir al enésimo capítulo en el que todo salta por los aires. Por el momento, Izquierda Unida (IU) ha ratificado a sus candidatos al Parlamento (Henar Moreno) y al Ayuntamiento de Logroño (Eunate García), al igual que Podemos (Raúl Pérez y Amaia Castro, respectivamente). Lo lógico ahora sería que anunciaran un acuerdo -a finales de 2022 sólo faltaban las firmas- para concurrir de forma conjunta a la cita electoral del próximo 28 de mayo, pero todo apunta a que no lo verán nuestros ojos.

Los rumores que llevan varias semanas circulando en el pequeño Logroño del poder han sido confirmados a NueveCuatroUno por dirigentes de la izquierda riojana, señalando que ahora mismo las conversaciones están rotas y que las formaciones comenzarán de forma inminente a hacer campaña cada una por su lado. Se nos rompió el amor de tanto usarlo y se nos olvidó el paradójico caso de 2015, en el que tanto Podemos como IU fueron separadas a las urnas. ¿Resultado? El partido liderado entonces por Germán Cantabrana -¿alguien se acuerda de que presentó un partido el pasado mes de marzo?- consiguió cuatro inútiles diputados para la mayoría y la plataforma ‘Cambiar La Rioja’ con Diego Mendiola a la cabeza se quedó a las puertas de la Cámara con 6.800 votos (4,19 por ciento).

Sin aprender de los éxitos cosechados en 2019 con una coalición que se rompió prácticamente durante la noche electoral tras conseguir una mayoría “progresista” para gobernar, en 2023 todo apunta a que veremos dos candidaturas de la izquierda con Raúl Perez (Podemos) y Henar Moreno (IU) a la cabeza. Se olvidan los morados de la notoriedad adquirida por la vicepresidenta del Parlamento y vicepresidenta del Gobierno ‘in pectore’ durante estos cuatro años, erigiéndose Moreno como la auténtica “reina roja” frente a una consejera de Podemos ya expulsada del partido, Raquel Romero, que ni está ni se la espera salvo el último día de cada mes para cobrar su injustificado salario junto al del resto de sus compañeros de departamento.

Por si fuera poco el salseo, se dice, se oye y se comenta en el pequeño Logroño del poder que los dirigentes de Podemos estarían pensando en ocupar tres consejerías si se diera similar colorido en el hemiciclo. Y sin sonrojarse, pese a que esta ya fue una apuesta fallida de ‘los hombres de negro’ que Romero trajo de Castilla La Mancha para negociar en su nombre. Pidieron tres consejerías los amigos de Raquel, Concha Andreu ofreció dos vicepresidencias -sin consejerías directas asociadas- y se llegó a un entendimiento para ocupar un sillón en el Consejo de Gobierno. Para lo que ha ocurrido después sólo hay que tirar un poco de hemeroteca porque no llevará mucho tiempo. Entre tanto, IU alcanzó un acuerdo programático y ha hecho sudar a Celso González cada presupuesto más que si estuviera en una sauna turca.

Bonus: en estos momentos hay ‘circulando’ por La Rioja tres encuestas (una de ellas de Sigma Dos). Los partidos quieren saber y nosotros también, aunque todavía no sepamos qué próximo candidato nos deparará la izquierda.

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