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Debate del Estado de la Ciudad: ‘El festival del folio en blanco’

Diseñó el Ayuntamiento de Logroño la jornada de la segunda jornada del Debate del Estado de la Ciudad al estilo de los festivales de verano. Para el año que viene, como idea para el equipo de comunicación, les propongo hacer carteles con colores llamativos con los nombres de los líderes políticos en mayúsculas, más grandes las letras cuanto más tirón tenga el concejal. Si las urnas del 2023 nos deparan un doblete de PP y Vox, le podemos dar al asunto un diseño más taurino y que los nombres aparezcan cual toreros. Todo sea por mostrar españolidad como si todos fuéramos un alcalde lanzando el cohete de fiestas. De esta forma, llenando las paredes y los mupis de la ciudad con estos carteles, quizás el ciudadano medio se entere de que nuestros ediles invierten un par de días en analizar qué tal está la capital riojana y qué oscuros nubarrones se ciernen sobre su futuro.

En esta segunda jornada, decíamos, la cosa se desarrolló cual festival de verano. El primero en salir al escenario, Rubén Antoñanzas (Partido Riojano). Un artista que no falla, tiene su pequeña legión de seguidores y sabes que atrae al público desde primera hora para que así empiecen a funcionar las barras. Un buen espectáculo para tararear alguna canción conocida -sus logros en Logroño Deporte- y bailar al son de los palos que el regionalista repartía a diestro y siniestro para desmarcarse tanto de la oposición como del Equipo de Gobierno al que pertenece. “Tiene usted dos gorras”, le dijo socarrón el alcalde. “La de presidente del Partido Riojano y la de concejal del Ayuntamiento de Logroño. Entiendo que no es fácil”.

Lo cierto es que en el pequeño Logroño del poder sonaban desde hace días tambores de guerra respecto a esta primera actuación. El siempre “inquieto” concejal, como él mismo se definió, podía proponer un gran espectáculo de luz y sonido a siete meses de la cita con las urnas: romper el pacto de gobierno que no rompió hace meses con una moción de censura (junto al PP) contra Pablo Hermoso de Mendoza. Por desgracia para la comedia y la crónica política, la cosa quedó en mero rumor de barra de bar y el festival comenzó sin sobresaltos para dar paso a los artistas llamados a llenar el programa hasta el concierto estelar del día. De hecho, el alcalde le lanzó tal cantidad de piropos a Antoñanzas que por un momento quise salir al hemiciclo a ver si seguía teniendo pulso y seguía respirando. Tan bien sólo puede hablarse de los muertos.

Amaia Castro (Podemos) prosiguió la jornada haciendo gala de su gestión izquierdosa en el Consistorio. Bien. Correcta. Sin fantasía. Entonces llegó Ignacio Tricio (Ciudadanos), quien protagonizó un concierto para olvidar. Fuera de tono y de desarrollo equivocado ante un grupo en descomposición en el que todos sus músicos están peleados, el cantante desafina y las letras están denunciadas por plagio. La formación naranja no necesita autopsia para confirmar su muerte, aunque para entonces ya había llegado Diego Bengoa a las butacas del público. A punto estuvo de ejercer sus funciones de camarlengo del PP para acercar una vela a Tricio y certificar su defunción. Y es que entre los espectadores estaba lo más granado de la política en retirada de la región: Francisco Ocón, Nuria del Río, José Ignacio Ceniceros y Pablo Baena. Sólo nos faltaba Raquel Romero.

El concierto principal

Nadie quería perderse el concierto principal del festival. Tampoco Álex Dorado, Raúl Díaz, Begoña Martínez, Jesús Ángel Garrido… cuando salieron los dos artistas principales al escenario ya teníamos las gradas a reventar con unas treinta personas en plena efervescencia por lo que allí estaba pasando y, calculo, unos cinco seguidores en el streaming de Youtube. Los buenos espectáculos siempre tienen tirón. Así, empezó Conrado Escobar emulando a Unamuno diciendo que le “dolía” Logroño y enseñando un gráfico en el que lo rojo era “lo malo, el PSOE”, porque subía los impuestos; y lo azul, el PP. “Para que no haya lío con los colores”, dijo serio. Sólo le faltó recitar el clásico “tiempo de rojos, hambre y piojos” para que el puesto de rector en la Universidad de Salamanca fuese suyo.

Buen arranque en la cita más esperada de la mañana. Salió entonces el alcalde Pablo Hermoso de Mendoza con el programa electoral del PP logroñés del año 91 en la mano. Estaba prácticamente intacto como si se guardara junto a las glosas emilianenses. En él aparecían el “abogado” Conrado Escobar (26 años) y el “estudiante” Yangüela (27 años) con aspecto juvenil, ambos actuales concejales populares en el Consistorio, diciendo que le iban a dar un nuevo impulso a la ciudad. “Tiene mérito estar 31 años después aquí con la misma estrategia. Me quito el sombrero”, comentó irónico el primer edil, quien pinchaba al “triste” Conrado Escobar diciéndole “alcaldable” por aquello de los últimos cambios de dirigentes en el PP. “¿Con quién hay que llevarse bien? ¿Pedro Sanz? ¿Ceniceros? ¿Cuca Gamarra? ¿Gonzalo Capellán? Ahí estará salseando”.

Dejaron ambos entonces sus respectivos anuncios. Además de gozar, también hay que hacer algo de política. Escobar dijo que “revisará” las calles abiertas y Hermoso de Mendoza que montará un parque tecnológico en el polígono de Las Cañas. Hechos los preceptivos apuntes de campaña electoral, se metieron de lleno en un divertido intercambio de reproches. Dos adversarios políticos que se conocen muy bien el uno al otro, se respetan e incluso se admiran. Pese a encontrarse en dos partidos ideológicamente opuestos, lo municipal acerca a los individuos hasta cotas que hacen imaginable a cualquiera de ellos trabajando en favor del otro si los caminos del Señor así se lo requieren.

Con el público ya caliente y dejándose la voz con cada canción, llegó el plato (todavía más) fuerte. Conrado Escobar sacó al atril el programa del PSOE en Logroño en 2019: un folio en blanco. JAJA. “Lo han ido llenando de ocurrencias y experimentos que condenan al centro de Logroño a una permanente yincana. El folio en blanco sirve lo mismo para un roto que para un descosido”. Aunque dijo el concejal del PP que los ciudadanos nunca se equivocan, también dijo que con su “experiencia” y su “equipo de gestores” ya tendría Logroño en marcha la estación de autobuses, el nudo de Vara de Rey, el CCR, el contrato de zonas verdes y la ordenación de terrazas. De las buenas ofertas siempre se entera uno tarde.

Para cerrar, contestó sorprendido el alcalde. “Hemos ganado las elecciones con una hoja en blanco. Esto no se había visto nunca. Sin programa, viniendo de no se sabe dónde y llegando como un extraterrestre. Pues si ya nos ponemos a trabajar un poco…”. Y se dejó llevar por la pasión encendida del debate asegurando que el próximo año ganará las elecciones con una mayoría más amplia, imponiéndose además en una de las dos únicas calles en las que no ganó hace tres años y medio: San Antón. Ha prometido su reforma porque está convencido de su modelo de ciudad. Sólo le faltó dejar caer el micro al despedirse al estilo de Obama: “Si quieren una calle llena de coches, humo, y contaminación, les votan a ustedes y tan contentos”. Fin del festival del folio en blanco.

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