En el verano de 2020 las máquinas salían de las entrañas de la nueva estación de autobuses de Logroño. La faraónica obra para elevar una infraestructura de casi 10.000 metros cuadrados (con una cúpula de más de 3.000), con 27 dársenas y un parque en su azotea -conectada con la estación de ferrocarril- daba a su fin cuatro años después de proyectarse. Pero ahora, más de dos años después de la conclusión de los trabajos, la gran pregunta sigue siendo cuándo veremos autobuses en su interior.
La respuesta, para desgracia de todos los logroñeses, no es concreta: “Cuando los técnicos estén seguros de que se puede abrir con todas las condiciones de seguridad”. Lo dice el máximo responsable municipal, Pablo Hermoso de Mendoza, quien detalla en una entrevista con NueveCuatroUno el porqué de este largo compás de espera.
Las deficiencias
Entre las deficiencias que presenta la infraestructura y que deben ser subsanadas antes de abrir sus puertas, destacan las relativas a la accesibilidad. El proyecto,”tal y como fue entregado”, no cumple con los criterios mínimos en la materia: “Las dársenas no son accesibles y hablamos con instituciones como el CERMI para buscar una solución, aunque sea de compromiso, que mejore el proyecto”.
Aunque la sensibilidad hacia las personas con movilidad reducida es uno de los pilares irrenunciables por parte del equipo de Gobierno, no es esa la cuestión que más preocupa en torno a la nueva estación de autobuses. Hermoso de Mendoza detalla que “en un momento hubo problemas de seguridad en el edificio porque determinadas estructuras del techo no estaban bien fijadas”.
En la actualidad, añade, “hay determinados elementos que se deben revisar técnicamente”. El alcalde no esconde que el ayuntamiento está con “cierta litigiosidad” con la empresa que entrega la obra. “Porque lo hizo de aquella manera”.
La gestión
Para que la nueva estación pueda abrir sus puertas no basta con subsanar estas deficiencias. Debe regularse al detalle cómo se gestionará el tráfico de vehículos en su interior, algo que tampoco está resuelto a día de hoy. “La antigua estación se gestionaba con un pull de empresas de transporte, pero la nueva tiene mayor complejidad y envergadura”, explica el alcalde logroñés.
“Durante tres años hay que definir su uso con cuántos viajeros van a llegar, cuántos autobuses… Hay que hacer predicciones sobre su gestión y ahí hay una negociación con el pull de agentes de transporte”, señala Hermoso de Mendoza, quien busca un punto de encuentro entre ambas partes. “Ellos defienden que el canon sea pequeño y nosotros que sea justo”.
El primer edil también alude a otro tipo de gestión, la municipal. Por ello, argumenta que a él y a su equipo, cuando accedieron al Gobierno local en 2019, les hubiera gustado encontrarse con algo “mejor definido”. Hermoso recuerda que “la licitación de la anterior Corporación salió con una baja muy importante, parece que con un acuerdo de ampliar un diez por ciento el contrato, y tuvimos que pagar 1,5 millones de euros más para pagar la conexión entre las dos estaciones”, la de ferrocarril y la de autobuses. Además, “se nos entregó un espacio que requiere mejoras antes de su apertura”.
La ‘X’ de la ecuación
Con estos elementos, la ecuación mantiene como incógnita la fecha posible para estrenar la estación en términos efectivos. Y en este sentido, el alcalde mantiene la cautela: “Se trabaja de forma constante por parte de las unidades en ese tema. No someto a ninguna presión extra a los técnicos para la apertura de la estación de autobuses. Cuando se cumplan las condiciones de accesibilidad, seguridad y gestión, entonces me lo dirán y daremos el paso”.
“Yo dije que no tengo ni prisa ni urgencia. No soy un político que abra algo antes de las elecciones para cerrarlo tres meses después. Si se puede abrir antes de las elecciones, perfecto. Si no se puede abrir porque no se dan las cuestiones de seguridad, accesibilidad y gestión, pues no se puede abrir”, expresa, resignado.
