La Rioja

Los gigantes en Calahorra, una familia que crece

Con la llegada de las fiestas patronales a Calahorra, la salida de los Gigantes y Cabezudos es, sin duda, uno de los actos que más público congrega. Piernas cortas que casi aún no han aprendido a mantenerse en pie, cochecitos de bebés, niños dispuestos a dejarles su chupete, ojos abiertos como platos y padres disfrutando de ver cómo los pequeños se convierten en los fieles seguidores de la comparsa cada día. Muchos amantes, además, de las tradiciones que no quieren perderse cómo la familia de los gigantes y cabezudos de Calahorra va creciendo año a año.

Una tradición que viene de lejos en la ciudad. Quizás de más lejos de lo que se pueda incluso suponer. Al menos desde hace quinientos años. El primer documento en el que es palpable que existía una comparsa de Gigantes y Cabezudos en Calahorra data del 22 de marzo de 1522 cuando Adriano VI, recién elegido pontífice, recorrió la región pasando también por la localidad.

Lo habitual entonces no era que las comparsas estuviesen ligadas a las fiestas patronales, como ocurre ahora. Marcos Herreros es una de las personas que más conoce la historia de las comparsas de gigantes y cabezudos de Calahorra: “Entonces era habitual que saliesen en la festividad del Corpus. Los gigantes eran un símbolo de lo bueno y los cabezudos de lo malo. En esa época los compartimos con Arnedo porque hay algún documento que así lo especifica”.

No todo han sido buenas épocas para este tipo de comparsas. “En 1780 Carlos III las prohibió en toda España y hasta 1901 no regresó la tradición a Calahorra”, explica Marcos. Desde entonces, por la ciudad han pasado un total de seis comparsas, cinco propias y una que se prestaba siempre desde Logroño tras la Guerra Civil, un periodo en el que también desapareció la que había en Calahorra. “No se sabe muy bien qué pasó con ella, si la devolvieron en malas condiciones al dejársela a algún otro municipio o si se quemó”, recuerda.

Tras todas esas vicisitudes, la tradición ha llegado hasta nuestros días. La pasión de muchos niños por los gigantes y los cabezudos ha hecho que conforme esos pequeños van creciendo la comparsa vaya creciendo también. “Ahora somos unas veinte personas y nos gustaría ser más para tener más relevos o para poder sacar más gigantes, pero de momento sólo podemos sacar ocho”, cuenta Marcos.

La comparsa cuenta con 18 gigantes (los ocho actuales, seis antiguos y cuatro recientemente restaurados). Los que se sacan en la actualidad pesan entre 39 y 49 kilos. “El peso es lo peor, hay que saber mantener el equilibrio y bailarlos, pero llevar durante tanto tiempo ese peso es lo que más agota de una salida”, relata en uno de los ensayos. Además, tienen 10 cabezudos y dos caballitos. Un total de 30 figuras que es imposible sacar a la calle con la gente con la que cuentan en estos momentos.

Las fiestas son el momento más especial del año para la comparsa. “Los recorridos son largos, pero merecen la pena”, asegura. Y lo más complicado, remarca, las cuestas, el viento y las calles estrechas: “La zona del final de Paletillas es malísima porque corre mucho aire. También la calle Grande que, aunque parece que no, resulta larga y por último las calles del casco antiguo que al ser tan estrechas pierdes un poco el equilibrio”.

Y entre baile y baile, salida y salida, fiestas y fiestas, el futuro es prometedor. Se ha creado una sección infantil de la comparsa que ya lleva meses ensayando y durante estas fiestas será su presentación oficial. La familia sigue creciendo.

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