La Rioja

Ana Sáenz de Pipaón: “En Ucrania he aprendido más de lo que he enseñado”

Hay veces que la vida te pone delante oportunidades que las pillas al vuelo sin saber muy bien por qué. Luego se conjuran los astros para explicarte por qué una vez las elegiste. Eso más o menos es lo que le pasó a Ana Sáenz de Pipaón hace dos años cuando se le cruzó por el camino hacer un curso de Medicina Militar. Aunque lo realizó pensando que nunca lo tendría que utilizar, este verano se le presentó la oportunidad y, tal y como es ella, no la rechazó.

Así, la joven futbolista y médica ha utilizado parte de sus vacaciones de verano para acudir con Rescue Bike de labor humanitaria a Ucrania: “La idea inicial era dar formación a los civiles voluntarios sobre control de hemorragias que es la primera causa de muerte en los conflictos bélicos, así como enseñarles a hacer torniquetes y empaquetamientos de heridas de bala”.

Así partieron con un fuerte dispositivo de seguridad hacia un país en conflicto. “Siempre había tenido en mente participar en alguna misión humanitaria, pero cuando lo piensas crees que será en algún país del tercer mundo”, asegura. No fue así, a las puertas de Europa encontró aquello que durante años había ideado.

Llegaron a Polonia en avión, cruzaron la frontera de Ucrania en autobús y desde Leópolis les esperaban 14 horas en tren hasta llegar a Harkov, uno de los puntos más conflictivos de la invasión de Rusia. “Llegar al país es un continuo cambio de sentimientos. En Leópolis están tranquilos, aunque se ve a mucha gente que regresa a Ucrania para sumarse al ejército. Pero en Harkov la cosa cambia”, relata la joven.

En ese viaje al centro del conflicto, Ana se cruzó con muchas personas que volvían a colaborar con la resistencia ucraniana. “Ves a chavales jóvenes que te dicen que no quieren luchar, pero que están dispuestos a hacerlos por sus familias y por su país”.

Eso sí, la médica destaca que la seguridad de los viajes fue máxima. “Estuvimos a punto de que no nos dejasen entrar en varias ocasiones, había controles por todas las carreteras y en muchos de ellos tenías que decir una palabra clave para poder seguir el viaje. Cada pocos kilómetros hay barricadas, los ucranianos no se fían porque hay mucha gente prorrusa en el país. No nos dejaban publicar nada por temas de seguridad, ni localizaciones, ni edificios, ni a personas”, recuerda.

Notaron estar en plena guerra nada más llegar a una ciudad totalmente bombardeada: edificios institucionales, pero también civiles. El sonido de las bombas les dio la bienvenida. “Sabes que corres peligro porque estás donde estás, pero también es verdad que en ningún momento tuvimos la sensación de que nuestras vidas corriesen peligro”, asegura.

Su intención era formar a civiles, pero las cosas cambiaron al llegar. “Cuando vieron la formación que dábamos nos pidieron que también formásemos a gente del ejército que estaba en primera línea”, cuenta. Así, terminaron formando a civiles pero también a militares.

La experiencia ha sido dura pero también gratificante: “Creo que he aprendido más de lo que yo he enseñado”. Aún sigue sorprendiéndole la capacidad de resistencia del pueblo ucraniano. “Es increíble que con la poca tecnología armamentística que tienen estén aguantando como lo están haciendo”, reconoce Ana.

Además, pone en valor la capacidad de sobreponerse de los ucranianos: “Bombardean un edificio y los ciudadanos esperan a que los bomberos hagan su labor y a los dos días les ves quitando escombros y plantando flores en los jardineros de los edificios bombardeados”. Un nuevo gol de la futbolista riojana, esta vez un gol de oro, de esos que te dan una victoria definitiva, la victoria de saber que estás haciendo algo por los demás.

 

 

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