Agricultura

El olivar en superintensivo, la solución ante un campo más despoblado

Plantación superintensiva de olivos de la variedad arbequina en Aldeanueva de Ebro

Javier Allo gestiona hasta 60 hectáreas de olivos de la variedad arbequina en propiedad en Aldeanueva de Ebro bajo un régimen de superintensivo (con densidades superiores a 1.000 árboles por hectárea). Una cifra que ha ido creciendo exponencialmente desde que en 1992 plantara la primera finca de 4.000 metros a modo de prueba para ver cómo se comportaba la planta.

En 2018 sumó a su explotación unos 60.000 árboles más y actualmente continúa allanado el terreno para incorporar nuevos olivos de cara a los próximos años. A nivel general en la comunidad ese incremento de superficie también se ha experimentado y La Rioja ya cuenta con 1.990 hectáreas.

El también responsable de la Almazara Riojana del municipio destaca de este manejo del olivar, que sigue marcos de plantación de 4 por 1,5 metros frente al cultivo tradicional con marcos de seis por seis en adelante, la ventaja de la recolección mecánica, realizada con vendimiadora, por lo que evita la dependencia de mano de obra. En un sector agrícola cada vez más despoblado, esta opción se presenta como una perfecta alternativa para seguir apostando por este cultivo.

“Además, la entrada en producción es más temprana, porque al tercer o cuarto año ya puede estar produciendo, aunque no haya llegado todavía al pico de producción, que en nuestra zona se alcanza a partir del sexto año. Por otro lado, lo bueno de cosechar con máquinas es que transcurre poco tiempo desde la recolección hasta que la oliva entra en la almazara, algo que va en favor de la calidad”, insiste.

Una mecanización que también favorece la apuesta de los agricultores por este cultivo con el fin de diversificar el paisaje a la vez que se diversifican las fuentes de ingresos. “No puedes jugarte todo a una sola carta porque es complicado que todos los cultivos sean todos los años rentables”.

Allo insiste en que para sacar rentabilidad a una plantación de estas características es imprescindible contar con un manejo eficiente del riego, “para evitar así depender de los vaivenes del tiempo, más si cabe en esta zona de La Rioja Baja, y que la planta reciba la hidratación que necesita en el momento adecuado”.

Ramas de olivo con el fruto ya cuajado.

En su caso, apostó por las cubiertas vegetales los primeros años, pero acabó retirándolas por cuestiones climáticas: “Esto es un terreno muy desértico y es inviable gestionar una cubierta vegetal con tanta escasez de humedad. Además, esto también deriva en una mayor presencia de hongos, y al tener los olivos en ecológico no podemos usar métodos curativos como fungicidas, sino solo preventivos”.

El responsable de la Almazara Riojana recuerda, además, que en esta zona el cultivo del olivo en intensivo y superintensivo hace dos paradas: una en invierno por las bajas temperaturas y otra en verano, por el exceso de esta, lo que también influye en los picos de producción.

Es por ello que a su vez estas plantaciones de superintensivo en ecológico no pueden tener los mismos niveles de producción que las de una en convencional. “Si de media se sacan unas ocho o nueve toneladas por hectárea en el olivar convencional, en uno ecológico suele ser de una o dos toneladas menos, y es que aquí prescindimos de químicos y fitosanitarios y la fertilización es básicamente a base de estiércol”.

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