La Rioja

Trabajos a vereda en el mundo rural: de la ley al voluntariado

Oculta bajo la cotidianidad en la que los consistorios se ocupan de poner a punto las infraestructuras de los municipios se encuentra la tradición de trabajar ‘a vereda’. La mayoría de los jóvenes no saben de dónde viene este riojanismo, muy relacionado con la expresión ‘meter en vereda’ y que nuestros abuelos aún recuerdan porque era algo habitual en sus pueblos.

Todo tiene su raíz en el mundo rural y en el pastoreo. La expresión ‘meter en vereda’ se origina cuando un pastor debía trasladar el rebaño de un modo estricto y vigilante, evitando que ninguno de los animales se descarriara (abandonara la vereda) y no pastasen en aquellos terrenos acotados o campos sembrados. Así, ahora significa hacer que alguien cumpla con sus obligaciones, y de ese significado viene lo del ‘trabajo a vereda’.

Que un ayuntamiento llamase ‘a vereda’ consistía en que los vecinos debían realizar un servicio -siempre obligatorio- en labores de carácter municipal como limpiar caminos, abrir zanjas, limpiar riberas de los ríos o llevar a cabo la instalación del alcantarillado del pueblo.

Una costumbre secular en los pueblos, ‘modus operandi’ en aquellos tiempos en los que la administración casi no se acordaba de ellos y no había otra forma de conservar y mejorar el municipio más que con las manos de los vecinos. Un día de trabajo que solía terminar siempre en un buen almuerzo o una cena y que servía además como espacio de convivencia, forma de relación intergeneracional y mantenimiento no sólo del patrimonio material, sino también del inmaterial con las canciones que se coreaban en esas jornadas o las historias que se narraban en los pocos momentos de asueto.

Entonces, ‘ir a vereda’ era obligatorio; incluso si el hombre se encontraba pastoreando o de viaje, su labor debía hacerla la mujer. Sólo los que tenían dinero podían librarse de ella pagando la ‘pena de vereda’, una multa con la que se intentaba disuadir a los más remolones de no acudir a las labores y que sirvió de excusa a los pudientes de los municipios.

Durante siglos, en nuestra tierra, el vecindario de los pueblos y pequeñas ciudades mantuvo los servicios públicos, los caminos, el suministro de agua a sus casas o la limpieza y mantenimiento de sus calles trabajando ‘a vereda’. Lo hacían poniendo cada uno su trabajo, sus conocimientos y sus habilidades al servicio del bien común. “Aquí se hizo el frontón ‘a vereda’ hace muchísimos años”, cuenta Javier Marzo, actual alcalde de Corera.

Con la llegada de los consistorios democráticos, el trabajo ‘a vereda’ desapareció como tal, pero ese nombre se empezó a utilizar para los trabajos voluntarios que realizaban los vecinos con los que llegar allí donde no lo hacía la administración. Así, aún son muchos los municipios que han realizado algún trabajo ‘a vereda’. Uno de los más curiosos fue la rehabilitación de la ermita de Santo Domingo de Silos en La Villa de Ocón. Varios vecinos a lo largo de varios veranos reconstruyeron la pequeña ermita frente al municipio, poniendo cada uno de ellos sus materiales, sus conocimientos y su trabajo.

No ha sido el único caso en los últimos años. Varios vecinos de Luezas se encargaron del cierre del camposanto en 2018 con esta misma fórmula de trabajo y en Haro se terminó la vía de la fuente del Moro, que ese año había quedado fuera del proyecto de arreglo de caminos rurales del municipio. En El Rasillo se mejoraron las calles empedradas tras un invierno duro que las había deteriorado. En Fonzaleche los vecinos quedaron para lavarle la cara al pueblo y podar los pinos y arbustos, y en Torrecilla se reconstruyó un muro desplomado del patio de la iglesia.

Algunos trabajan ‘a vereda’ año tras año. En Herce, por ejemplo, cuando está a punto de llegar la romería, los vecinos se juntan ‘a vereda’ para limpiar el camino y que el ascenso a la ermita esté practicable, y en los últimos años el proyecto CIRVE ha rehabilitado diferentes instalaciones de El Villar de Enciso.

Uno de los proyectos más interesantes realizado ‘a vereda’ fue el que promovió hace unos años la Consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente a través de su voluntariado ambiental ‘Amigos de los Ríos’, por el cual se restauraron diferentes fuentes y manantiales de la comunidad.

Además, la Dirección General de Calidad Ambiental y Agua lanzó una campaña para pedir la colaboración ciudadana en la aportación de nuevos datos o material que permitieran completar el trabajo de investigación sobre estas fuentes y manantiales, elementos esenciales en el patrimonio material e inmaterial de los pueblos, y las historias o leyendas que les acompañaban.

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